El Rayo saca provecho en casa frente a un Sporting con diez

Los triunfos sufridos tienen otro sabor. El Rayo encadenó su segunda victoria de la temporada, la primera en Vallecas, aunque el guión permaneció abierto prácticamente hasta los títulos de crédito. A pesar de que el Sporting jugaba con uno menos, suplió ese hándicap con entrega y mantuvo la intriga hasta el pitido final.

Porque la vida es un cúmulo de instantes. Y el fútbol también. A los asturianos les lastró un fatídico minuto, una jugada en la que Bernardo cometió una dura entrada sobre Llorente y en la siguiente, un penalti al cortar con su brazo un peligroso disparo de Javi Guerra. Trashorras no desperdició la pena máxima y, a partir de ahí, el Rayo metió la quinta marcha.

Hasta la expulsión, el punto de inflexión, el partido había dejado algunos detalles de un hiperactivo Halilovic y el aplomo del debutante Meré. A falta de claras ocasiones, algunos destellos. Toño atajó un disparo de Halilovic y un remate de Jony se marchó cerca del palo. Los locales, por su parte, buscaban a Javi Guerra: Rat con una volea y algunos centros de Pablo Hernández, que se tuvo que retirar en el minuto 26 con una lesión muscular. Bebé acechaba, pero el gol lo consiguió el vigía, Trashorras.

A partir de ahí, el Rayo emergió. Se reencontró. El capitán regateó a Mascarell y Javi Guerra intentó la chilena. Alberto hizo un paradón a una falta lanzada por Rat. Llegó el descanso con los franjirrojos haciendo y deshaciendo a su antojo.

Su dominio y su superioridad numérica presagiaban una segunda parte tranquila. Un error creer en lo preestablecido en Vallecas. Javi Guerra aprovechó un balón suelto en el área pequeña para volver a mojar (por segunda jornada consecutiva). Olfato y oficio para sentenciar. ¿O no? Inmediatamente después, Jony agitó el duelo en una contra. Aprovechó un error de Amaya para superar a Toño. No estaba muerto el Sporting, que presionaba. Minutos frenéticos, en los que los visitantes reclamaron una mano de Amaya en el área (minuto 60).

Embarba apareció, una vez más, comandando una contra que finalizó con un disparo que se fue alto y sirviendo centros a Lass y Baena.

El Rayo trató de sentenciar, de ralentizar las pulsaciones, pero la juventud es osada. No había miedo en los ojos del imberbe Sporting, ni conformismo, ni la sensación de estar con diez. Aunque quienes más sufrieron en los minutos finales fueron los guardametas: Alberto detuvo los disparos de Embarba y Lass y Toño atajó la última del croata Halilovic.