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ESPANYOL

Tamudo: "El homenaje del sábado no lo olvidaré en la vida"

El futbolista más importante de la historia del Espanyol repasa con AS el tributo de Cornellà, así como su carrera y los retos de futuro. Es el Tamudo más sincero y familiar.

Actualizado a
Raúl Tamudo conversó distendidamente con AS.
CARLOS MIRA

—Unánime el homenaje del españolismo, el sábado en Cornellà. ¿Cómo se sintió?

—Pasó todo volando desde el momento en que llegué a Cornellà, pero fue todo muy emotivo. No tengo ninguna queja, al revés: estoy súper agradecido a toda la gente que durante la última semana me ha mostrado su cariño. Y lo que pasó el sábado fue algo que no olvidaré en la vida.

—Además, lo vivió todo con su hijo, Eric, en brazos...

—Me hubiera gustado hacerme alguna foto de futbolista con él. Pero no pudo ser, y qué mejor ocasión para salir al campo con él que ese día. Para mí era importante compartir ese momento con mi hijo, y es algo tan especial que juntos lo recordaremos siempre.

—¿Qué le decía Eric?

—Durante la semana le estuve explicando lo que pasaría, pero es muy pequeñito (tiene tres años) y no entiende. Así que cuando bajó y vio a tanta gente, se quedó un poquito asustado. Luego ya se tranquilizó, fuimos a ver el partido a la grada e incluso ya protestaba al árbitro y todo. O sea que estaba encantado y feliz, porque era la primera vez que iba a un estadio de fútbol y le gustó mucho.

—Lástima que el resultado no acompañase...

—Son partidos muy complicados de ganar. El resultado fue abultado, pero es que la diferencia entre los dos equipos de arriba y los demás es abismal.

—¿Hay que tener tranquilidad con el equipo?

—Yo creo que hay que pasar página ya. Seguramente esta semana Sergio corregirá los errores. Pero no hay que pensar más en lo que se hizo mal, ya está hecho y ahora hay que mejorar, saber que se tiene que hacer mucho mejor e intentar ganar el próximo partido.

—¿Pudo hablar con Joan Collet, cuando le entregó la insignia de oro y brillantes, de su posible retorno al club?

—No, porque fue todo muy rápido. Solo le vi para la entrega. Luego él se fue a su sitio como presidente y yo al mío. No nos dio tiempo a hablar de nada. Sí es cierto que he estado todo el verano conversando con Perarnau y aquí me tienen. Si quieren que trabaje en el Espanyol, yo encantado. Y si no, a esperar como he hecho todos estos días.

—¿En qué cargo se ve Raúl Tamudo?

—Cuando llegue el interés, si llega, es cuestión de hablarlo. No habrá ningún problema. Habiendo sido futbolista profesional todos estos años, seguramente podré aportar algo en algún sitio.

—¿Y mientras tanto?

—Desconectar, descansar, estar tranquilo, disfrutar... Hacer cosas que a lo mejor antes no podía hacer. Y cuando pasen unos meses, sentarme y pensar en lo que me apetece hacer.

—¿Se quitó la espina, con el homenaje, de la despedida de 2010?

—Para mí, aquel fue un momento muy difícil. Recuerdo que acabó el partido y di la vuelta llorando, porque a nadie le gusta salir de su casa como salí en aquel momento. Sí pienso que era una cuenta pendiente que todos nos merecíamos saldar, cerrar ese capítulo. No guardo rencor a nadie, sino al revés. Cuando eres futbolista, las cosas se viven de una manera. Y ahora que estoy fuera del mundo profesional, estoy más tranquilo y me encantó el sábado ese homenaje con la afición.

—¿Se llega a asumir que uno ha sido el jugador más decisivo, importante, de la historia del Espanyol? ¿Se siente, como rezaba la pancarta de la Curva, una leyenda?

—Es cierto que en toda mi etapa en el Espanyol hubo goles importantes que han pasado a la historia del club, y eso hace que la gente no te olvide y te trate como lo que dice usted. Yo estoy muy agradecido. Solo me siento un futbolista que desde pequeñito ha hecho lo que le ha gustado. Sí es verdad que todos juntos, con la afición, hemos vivido momentos inolvidables.

—De todos esos momentos inolvidables, del debut a los goles en las dos finales de Copa pasando por el ‘Tamudazo’, ¿si tuviera que elegir uno con cuál se quedaría?

—El más importante es el de mi debut. Ahí cambió mi vida. No sé qué hubiera pasado sin ese gol contra el Hércules. Cuando eres joven, siempre quieres hacerlo lo mejor posible porque no sabes si vas a volver a tener esa oportunidad. Y a mí me salió muy bien. Todo lo demás ha pasado muy rápido.

—¿Cuál es el que más le recuerda la gente?

—El de la final de Copa, en Mestalla. Fue un momento increíble, que disfrutamos muchísimo. Ganar un título después de tantos años fue la hostia (sic.). Tanto Sergio como yo pudimos marcar y levantar la Copa, una inmensa alegría.

—Pero ese gol le costó durante años una amistad...

—Sí. Toni no estaba pasando por un buen momento, y aquello fue un gol diferente a todos. Estuvo un tiempo sin hablarme, pero supongo que se dio cuenta de que esto son cosas del fútbol y de que no tenía ningún problema conmigo.

—Usted estuvo de espectador en Sarrià en la final de la Copa UEFA ante el Leverkusen y después jugó en Glasgow. ¿Es verdad que Europa le debe una al Espanyol?

—Yo creo que sí, de verdad. Estuve en las dos. Creo que ambas las perdimos injustamente y que el destino nos debe una gran alegría. Ojalá dentro de poco todos podamos vivir un momento así y ganarla. Después de dos finales así, se nos debe eso.

—En la Selección también hizo historia, con aquel partido ante Dinamarca que dio el pase a la Eurocopa-08.

—Ahí dicen que comenzó el ‘tiqui-taca’, en la jugada que marca Sergio Ramos después de tropecientos mil toques. Fue un partido muy bonito. Se lesionaron Fernando Torres y Villa, así que Luis Aragonés me cogió y me dijo que iba a jugar, que confiaba mucho en mí y que saldría todo bien. Me sentí muy arropado por todos los compañeros, era un partido en que nos jugábamos la vida. Una vez más, me volvió a salir todo bien. Disfruté muchísimo de ese encuentro. Una pena la lesión de cúbito que sufrí, porque no pude ir a la Eurocopa.

—Tras el Espanyol pasó por Real Sociedad, Rayo Vallecano, Pachuca de México y Sabadell. ¿Tiene buenos recuerdos de todas esas etapas?

—Sí, y sobre todo agradecimiento, porque tanto en esos lugares como antes en el Lleida y el Alavés, donde estuve cedido, me han tratado muy bien a mí y a mi familia, tanto las aficiones como los clubes. Yo estaba acostumbrado a jugar en mi casa y no puedo quejarme del trato recibido. Les doy las gracias a todos.

—El club pide para usted la Creu de Sant Jordi.

—Todos los reconocimientos que lleguen a partir de ahora serán bienvenidos. Si el club ha decidido eso, yo encantado. Y si me la dan, muchísimo mejor. Los reconocimientos quieren decir que has hecho las cosas bien.

—¿Por qué cree que desde fuera hubo la impresión de que Tamudo siempre estaba enfrentado a alguien?

—Quien me conoce sabe cómo soy. La gente te juzga porque te ve en un campo de fútbol o a través de una cámara de televisión. Pero en realidad no conocen a la persona que hay detrás. Cuando eres futbolista y tienes una responsabilidad, eso hace que te encierres en un caparazón y no dejes que nadie te conozca tal como eres. Yo soy como soy. Ahora estoy mucho más tranquilo que antes. No por no querer dar todas las entrevistas que pudiera soy mejor o peor, soy una persona normal y corriente.

—¿Qué ha pasado con la plataforma ‘Guanyarem’, a la que ofreció su apoyo?

—Me pidieron una foto para apoyar el deporte catalán, y así lo hice. No me dijeron nada más. A partir de ahí, cada uno que piense como crea: yo solo di la foto para el deporte catalán y para nada más.

—¿Qué ha cambiado de ese chaval que debutó en Alicante a ahora?

—Yo venía de Santa Coloma, era un chico que estaba todo el día jugando en la calle. Te vas haciendo adulto, vas asumiendo responsabilidades y te vas formando como persona, que es lo que queda, porque el fútbol pasa. Ojalá que mi hijo el día de mañana pueda estar orgulloso de su padre, sobre todo como persona.

—¿Le ve maneras a su hijo?

—Es muy pequeñito. De vez en cuando me pide las botas y le va pegando al balón. Mientras él esté contento, sea feliz, sea un chico sano y respete a todo el mundo, con todo eso ya tengo bastante.

—¿Se visualiza Raúl Tamudo como un espectador más en la grada de Cornellà?

—El otro día, con mi hijo sentadito a mi lado por primera vez, estuve bastante bien. Es una forma diferente de ver el fútbol. Él va preguntando y tú le vas explicando cómo va todo. Cada vez que pueda iré con él y yo encantado.

—¿Ballart es un gran apoyo?

—Nos llevamos muy bien, desde que decidimos vivir juntos. Siempre nos apoyamos y como amigo es un diez. Nos ayudamos y estamos genial.

—¿En qué momento tomó la decisión de retirarse?

—Empecé bien la temporada  pasada con el Sabadell, estaba muy contento y a gusto, pero llegó la lesión. Me rompí el menisco y el cartílago, me operaron e iban pasando los días, pero veía que la rodilla no estaba bien, de hecho sigue sin estarlo, hoy no podría jugar un partido de fútbol. Todavía hago rehabilitación. Muchas veces le decía a Dani cuando llegaba a casa: “Oye, Dani, no echo de menos la competición. Estoy recuperándome, pero no tengo ese gusanillo”. Y esa era la respuesta. Cuando no añoras algo que has estado haciendo toda tu vida, es que es el momento. Y por eso tomé la decisión.

—¿Le ha quedado algo por hacer como futbolista?

—Mirando atrás, he sido muy feliz, al cien por cien. En todas las vidas hay momentos buenos y malos. A lo mejor me ha quedado ir a una competición oficial con la Selección, pero lo que no ha podido ser, no es, y estoy satisfecho con mi carrera.

—¿Imaginaba ese chaval de Santa Coloma todo lo que sucedería hasta hoy?

—No creo que ningún niño que esté en la calle se imagine que un día pueda llegar a Primera y mantenerse... Jamás imaginé que podría disfrutar tanto de esta profesión, al máximo nivel, y llegar a lo más alto. He tenido una vida que nunca habría podido llegar a imaginar y me siento feliz.

—A ver si pronto le vemos de vuelta en el Espanyol...

—Ojalá. Yo encantado de que suene el despertador, levantarme por la mañana e ir a la Ciudad Deportiva. Si algún día llega ese momento, mucho mejor.