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BRASIL | SANTOS

El equipo de Pelé y Neymar no para de sacar nuevos talentos

En los últimos dos años, más de 20 canteranos del Santos llegaron al primer equipo. La nueva perla es Diogo, de 18 años. "Queremos formar hombres".

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El equipo de Pelé y Neymar no para de sacar nuevos talentos

Las catacumbas de un club mítico siempre son emocionantes para cualquier aficionado al fútbol. Allí se esconden los secretos que hacen especiales a determinadas instituciones. El Santos va más allá de Pelé, Neymar y sus grandes títulos. Hay multitud de jugadores que no olvidan en la Vila Belmiro —Pepe, Coutinho, Dorval, Robinho, Ganso, Danilo—, que lanzaron y lanzan la imagen del Peixe por el mundo, dejando claro que aquí hay truco.

La estructura de las categorías inferiores, sin embargo, ha sufrido importantes variaciones en los últimos meses, especializando mucho más la labor y fijando objetivos más claros. “Queremos formar hombres”, aclaraba César Augusto Conforti, vicepresidente del club, orgulloso de su equipo Sub-20, entrenado por Pepinho Macia, que fue semifinalista en el pasado Torneo Internacional de L’Alcúdia (COTIF 2015), eliminado en los penaltis por el Atlético en un campeonato que acabó llevándose la selección de Chile.

Pepinho —el hijo de Pepe, compañero de delantera de Pelé—reflexiona desde el vestuario sobre el descomunal peso de la historia del club paulista: “Santos ha tenido siempre mucha tradición, durante toda su trayectoria. La carga de responsabilidad es muy grande, es el equipo brasileño que más jugadores de la cantera sube al primer equipo: en los últimos dos años más de veinte canteranos llegaron a la primera plantilla. Eso es lo que nos exigen”.

Buena parte de las reformas de la cantera del Santos han llegado de la mano de Marco Bechara, nuevo coordinador general de las categorías inferiores. Cuando llegó la nueva dirección hace tres meses, había cerca de 230 jugadores en total, en categorías Sub-11, Sub-13, Sub-15, Sub-17 y Sub-20. Era incontrolable. “Decidimos reducir el número hasta 30 futbolistas por categoría, 150 en total, y se ha comenzado a llevar un control más efectivo de cada chico, con evaluaciones continuas: físicas, técnicas, tácticas y de comportamiento dentro y fuera del campo”. El cuerpo técnico controla su sistema emocional, su autocontrol, la capacidad de soportar presión y le aleja de la violencia y de las protestas al árbitro. “Controlamos cómo se comportan fuera del campo, cómo se visten, cómo respetan las órdenes que les dan los entrenadores”, añade Bechara. “Todos ellos conocen la historia del club y eso les ayuda a entender lo que significa vestir la camiseta del Santos”.

Es habitual ver al vicepresidente Conforti intercambiando confidencias en cualquier pasillo con los propios futbolistas. “Me gusta hablar con nuestros jugadores de las categorías inferiores, saber lo que piensan, cómo piensan. Todos son profesionales, pero de distinta edad”. El portero John Victor, el defensa y capitán Bruno Leonardo, los centrocampistas Medeiros, Bambú y João Igor, y los delanteros Manga y Diogo son algunos destacados de esta plantilla Sub-20 y el valiente futuro que ya está aquí. Diogo, a sus 18 años, ya juega con el primer equipo en el Brasileirão y llegó a coincidir con Robinho: “Es mucha responsabilidad y desde que él se fue, más. El club apuesta por mí y los canteranos tenemos que honrar esta camiseta sagrada”.

Sergio Peres Neto, prepador físico, trabajó con Neymar desde los once años hasta que pasó a profesionales. Cuenta que, en aquella temprana edad, el actual astro del Barcelona ya era un jugador que dedicaba muchas horas al fútbol, desde que jugaba al fútbol sala. “Siempre quería trabajar después de los entrenamientos los aspectos que tenía algo más flojos: remates de cabeza, definición... Todos los defectos que tenía los quería entrenar más”. Serginho, como le conocen en el vestuario, desvela la clave de la solidez del equipo: “Nuestra preparación está enfocada en la fuerza; ésa es nuestra prioridad, junto con la prevención de lesiones”.

Entre campeonato y campeonato, tanto en el estado de São Paulo, como a nivel nacional o internacional, las categorías inferiores del Santos siguen el ritmo de una maquinaria engrasada a base de mitos y sudor.

Cada uno ejerce su labor, pero entre todos se apoyan. El vicepresidente, pegado a su portátil, transmite ánimos a sus futbolistas. Continúa peleando lo que es suyo en la venta de Neymar, y saluda con cariño a los jugadores y fisioterapeutas que encaran la puerta cargando balones, conos recién comprados y bebidas isotónicas en dirección al campo de fútbol. Toca entrenar. Como cada tarde.