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INTER BAKÚ 0 - ATHLETIC 0

El Athletic avanza en la Europa League entre bostezos

Partido tedioso en el que hizo buena la renta de la ida ante el Inter Bakú. Empate a cero goles y su dominio, consentido, fue infructuoso.

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Beñat. en una imagen del partido.
Beñat. en una imagen del partido.

El Athletic estará mañana en el bombo de Nyon. En el playoff que sirve de puerta de entrada a la fase de grupos de la Europa League. Eso es, en sustancia, lo más importante de la previa ante el Inter Bakú. Que quedó atrás, que ya es historia. Nadie lo recordará por las noticias que aportó al fútbol.

De tanto hablar del calor y del campo de hierba artificial, el juego parecía un actor secundario. Así que éste debió de hacer huelga. El Athletic trató bien los asuntos previos al gol durante muchos minutos, sobre todo en un arranque dominador que apuntaba esperanzas, pero luego se movió lento, pesadote, con la bola plomiza pegada al pie y sin mucho que contar.

Aketxe, que partió en el interior izquierdo, con tendencia a ir al centro, fue de lo poco destacable de inicio. En una de esas lanzó un balón que obligó a una estirada a Agayev. Todo parecía consentido por el equipo azerí, feliz por un empate ante el subcampeón de Copa dela Liga BBVA. Su planteamiento sólo se puede entender desde ese prisma: en 180 minutos fue un muro, un fiel exponente del cerrojazo. Sólo cuando veía a los leones bajar un peldaño su dominio, tiraba hacia arriba su autobús de cinco defensas, cuatro medios cerquita y la isla solitaria de Aliyev. Lo fiaba casi todo a una estrategia milagrosa, como en un córner bien lanzado y rematado a la red en fuera de juego por Khizanishvili tras fuera de juego de Aliyev. El árbitro, claro, lo anuló.

Susaeta, el cuarto capitán tras irse Iraola y con el brazalete ante la ausencia del resto, dio un buen pase a Eraso, que la envió al poste en el minuto 18. Luego los ayerbaiyanos tuvieron ese coletazo, un amago muy concreto, que condujo a un cabezazo limpio de Aliyev para que atrapase Herrerín y Seyidov envió otro centro rozando el larguero. El pulso estaba muy bajo. El Athletic no acababa de medir bien sobre la superficie sintética, regada de inicio, y en una cesión arriesgada de De Marcos y un golpeo malo de Herrerín (que antes tuvo una salida de infarto) estuvo a punto de liarse el asunto.

El Athletic se limitó a adueñarse del balón. Mantenía la posesión evitando riesgos atrás y llegaba bien al balcón del área, pero había tanto tráfico que su avance era inútil. Por tanto, exploró las bandas, pero su definición sigue siendo muy deficiente y Aduriz apenas apareció. Valverde esperó a cambiar. Metió a Sabin Merino, que se estrenó en competición oficial como león, por su descaro y para aprovechar la estrategia. Y también exploró vías laterales con Ibai. Éste metió un centro envenenado cerca del final que dio en un defensa y estuvo a punto de colarse. Última anécdota en un partido para olvidar.