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COPA LIBERTADORES

Y volver, volver, volver...

Tigres ha vuelto a meter a un equipo mexicano en la final de la Libertadores después de 5 años. Es la tercera vez que sucede: Cruz Azul en 2001 y Chivas en 2010. Ambos perdieron.

MadridActualizado a
Y volver, volver, volver...
RONALDO SCHEMIDTAFP

“No hay mal que dure cien años” o “la tercera será la vencida” son los proverbios que deben estar repitiendo los aficionados mexicanos y, más precisamente, los de Tigres, tras la clasificación de los de Monterrey a la final de la Copa Libertadores. En 1998, los mexicanos debutaban en el campeonato más importante del continente. Han pasado 17 años y ningún equipo del gigantesco país norteamericano ha conseguido ganarlo. Cruz Azul llegó a la final en el año 2001 y perdió por penales ante una de las mejores versiones de Boca Juniors. Riquelme y Córdoba fueron demasiado. En el 2010, las Chivas se toparon con el Internacional de D’Alessandro y también se fueron por la puerta falsa.

Cinco años después de su última experiencia en una final, Tigres tiene la oportunidad de cambiar la historia. El rival no será nada fácil: River combina un buen presente futbolístico con un impermeable aura de equipo grande en el continente. Por más que la historia del Millonario de Buenos Aires no es tan rica como la de su eterno rival –Boca Juniors- en Libertadores, puede afirmarse sin temor a errar que es el gran favorito.

Pero a Tigres parece no incomodarle el rol secundario. Ante el Internacional de Brasil el caso era bastante parecido: los mexicanos buscaban la sorpresa y, aun perdiendo el partido de ida, construyeron con paciencia un triunfo que hoy es histórico. Pero no lo será al día siguiente de la final si es que no consiguen ganarla. Tigres no está solamente reforzado por sus grandes incorporaciones europeas, sino también por los pasos que ha ido dando en la Copa. Anímicamente están a tope, y así es más fácil que fluya el juego.

En las manos –o en los pies, mejor dicho- de los jugadores de Tigres está la posibilidad de darle un vuelco a la historia mexicana en tierras sudamericanas. Siempre se han sentido invitados; esta vez tienen la oportunidad de ser anfitriones. Si se quedan con la copa, acabarán con la hegemonía sudamericana y podrán dejar de repetir que no se sienten bienvenidos en la Conmebol. Han vuelto, veremos si para quedarse.