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OBJETIVO INDISCRETO

Los parches de Cristiano: un negocio que podrían ser dos

El portugués es reclamo publicitario de MTG. Con su método Sixpad se puede ejercitar el cuerpo en cualquier situación: emite impulsos eléctricos que hacen vibrar los musculos.

Actualizado a
Cristiano, ante  la réplica fabricada por los japonenes de MTG.
Reuters

Primer apunte. Lo que vende la empresa japonesa MTG no son réplicas de Cristiano a tamaño natural, sino parches para tonificar los músculos. Quizá sea su primer error. Es altamente probable que MTG haya equivocado su core business (núcleo del negocio). No hace falta un estudio de mercado para concluir que habría más gente interesada en el muñeco que en los parches. Ante la posibilidad (remota) de ser como Cristiano o tenerlo en casa, los clientes (especialmente las clientas) se decantarían por la primera opción.

Mientras los ejecutivos nipones estudian la sugerencia, se impone un nuevo consejo. No es Cristiano el madridista que debería promocionar los parches: es Benítez. Todo producto que anuncia resultados prodigiosos debe partir de una base, digamos, mejorable. El reclamo es tan viejo como efectivo. Primero ha de mostrarse un cuerpo abotijado y después un torso con los abdominales cincelados por Miguel Ángel (Buonarroti). No hay otro modo de animar a los talles gruesos.

Deben saber quienes estén interesados en el método Sixpad (así se llama el invento) que con él pueden ejercitar sus músculos en cualquier situación: en el metro, en una reunión de trabajo o en el cumpleaños de su suegro.

Eso sí. Sixpad, como otros sistemas similares, emite impulsos eléctricos que harán vibrar sus músculos por debajo de la ropa (no es necesario utilizarlo en calzoncillos). De tal modo que si están fortaleciendo sus pectorales y sus glúteos (zonas que siempre apetece reafirmar), su cuerpo adquirirá el tembleque galvánico de los bailes de Beyoncé.

Conocido ese mínimo efecto secundario, todo son ventajas. El único riesgo, proyectado el éxito empresarial a largo plazo, es que proliferen los cuerpos perfectos. En ese mundo clónico, tener michelines pasaría a ser el objetivo aspiracional de los troncos bien esculpidos. Ya no se venderían parches sino bocadillos de panceta, grasientos bocatas para ser diferente al resto y, además, feliz.