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REAL MADRID | SERIAL SOBRE LA TRAYECTORIA DEL TÉCNICO (I)

La Fábrica ha sido cuna y vivero para ‘Arrigo Benítez’

Una lesión destrozó su sueño de jugar en el Madrid. Pero nació el Benítez entrenador. Forjado en la vieja Ciudad Deportiva fue ayudante de Del Bosque.

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La Fábrica ha sido cuna y vivero para ‘Arrigo Benítez’

Lo dijo el propio Rafa Benítez en su presentación. “Cierro un ciclo en el Real Madrid”. Una amplia circunferencia que ha durado 42 años. Los que llevaron desde 1973, cuando ingresó en la entidad siendo un chaval, hasta forjarse como entrenador de la cantera y terminar cogiendo el primer equipo desde el pasado miércoles.

El punto de partida hay que situarlo en Aluche. Allí se crió Rafael Benítez Maudes (16-4-1960) y empezó a foguearse en la Escuela San Buenaventura con otro ilustre, Ricardo Gallego. Saltó al Madrid por su padre, Paco, que conocía a Santiago Zubieta, un técnico de la cantera. Le probaron en dos partidillos y acabó reclutado para el Infantil Castilla. Era un mediocentro sin excesivo brillo, pero perseverante y de recorrido. Ya le gustaba mandar. De crío era, como se diría castizamente, un culo inquieto. Practicó natación y judo, pero lo suyo era ‘medir’ el fútbol. Con 14 años rellenaba una libreta con evaluaciones de los profesionales que veía desde el tercer anfiteatro del Bernabéu.

Así escaló hasta el Castilla, donde era tan devoto de la condición física que le apodaban Trina (por Trinaranjus) porque evitaba la más mínima gota de alcohol. Pero el camino al primer equipo quedó sepultado por una grave lesión de rodilla el 30 de agosto de 1979 en la Universiada de México. Nunca se recuperó del todo y se fue cedido tres años al Parla. En paralelo se sacó el título de INEF. Luego, ya libre, emigró al Linares, en Segunda B, antes de retirarse con sólo 26 años.

A cambio, había nacido el Benítez entrenador. Regresó y a través de un amigo, Fernando Mata (preparador físico del club), encontró hueco en el Madrid. Ya tenía el título válido hasta Regional y le dieron el Juvenil B. Empezó a crecer su reputación entre el trío que manejaba La Fábrica: Del Bosque, Molowny y Luis Malbo. También creció su formación. En 1989 se sacó el título de entrenador nacional compartiendo promoción con García Remón, Esnaola y Cardeñosa.

En la 90-91 le dieron el primer Juvenil, con el que ganó una Liga de División de Honor y dos Copas. Así llegó el verano de 1993 y su salto al Castilla (entonces denominado Real Madrid B). Su debut, en Segunda, fue imperial: un 3-1 al Hércules y un 0-1 al Villarreal... Allí perfiló su ambicioso método táctico, que bebía del ajedrez (es un fanático) y del baloncesto (realizó cursillos de entrenador). Armado con un portátil de la época, algo casi inaudito en el fútbol profesional, y vídeos, desgranaba para sus chicos el todopoderoso Milán de Sacchi. “Le llamábamos Arrigo Benítez”, recuerda Iván Pérez. Por sus manos pasó, brevemente, Raúl. Con él jugó su único partido en el Real Madrid B ante el Palamós el 22 de octubre de 1993, una semana antes de su histórico debut en La Romareda. También tuvo a Guti, Urzáiz, Contreras, Dani, Víctor, García Calvo...

Su Real Madrid B 1993-94 estaba armado con un 4-4-2 zonal con Toril y Maqueda como hombres fuertes, y acabó sexto, aunque ese mismo año vivió las últimas once jornadas como ayudante de Del Bosque en el primer equipo tras la destitución de Floro. Al curso siguiente dejó a su equipo octavo, pero no congenió con el nuevo técnico, Valdano. El punto de fricción fue el canterano Sandro. El argentino quería que se le diera libertad y Benítez se negaba a liberarle de sus responsabilidades tácticas. Tampoco le gustaba la ‘sugerencia’ de que alinease a Paco Sanz, hijo del presidente. Y apostó por irse. Tocaba volar pero su destino no fue muy lejano: el Valladolid y en Primera...