Álvaro Morata sueña con una doble alegría en esta final
Fue el verdugo del Real Madrid en semifinales, quiere marcar para “dos aficiones”. Ganó la titularidad por su gran rapidez, técnica y calidad.
Cuando hace menos de un año Álvaro Morata llegó a la Juventus algunos italianos dijeron los bianconeri habían hecho una gran tontería: decidieron invertir 20 millones de euros en un delantero joven y español dejando escapar a Immobile (en copropiedad con el Torino) al Borussia Dortmund. Parecía otro caso Verratti, con un club italiano que apuesta por un futbolista extranjero a pesar de que en el Bel Paese haya talentos de sobra. Unas criticas que aumentaron cuando el punta español, nada más llegar, se lesionó en la rodilla izquierda perdiéndose toda la pretemporada. Sin embargo, al final, como en el caso de Allegri, la apuesta de la directiva bianconera fue triunfadora.
Desde que volvió de su lesión, Morata fue capaz de conquistar a tifosi y entrenador sin prisa, pero sin pausa. Ante el Atalanta, el 27 de septiembre de 2014, encontró su primer tanto y poco a poco mostró su potencial: gran rapidez, técnica, calidad y olfato goleador le permitieron conquistar la titularidad con el paso del tiempo, arrebatando a Fernando Llorente el sitio al lado de Tévez. Y si en la fase de grupos de Champions no tuvo protagonismo, a partir de los octavos el delantero fue imparable: metió un gol en cada partido ante el Borussia, forzó el penalti (injusto) que decidió la eliminatoria con el Mónaco y fue el verdugo de su Real Madrid con dos tantos más.
Futuro. Su gol en el Bernabéu volvió a abrir el debate sobre la cláusula de recompra, que el Madrid podría ejercer a partir del año que viene. Morata siempre regateó con elegancia el tema, aunque dejó muy claro como quiere hacerse perdonar por sus exaficionados, cuyos pitos le hicieron mucho daño: “Quiero un gol en la final para que se alegren dos aficiones”. El Barça está avisado.