NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

FIFAGATE | EL PERFIL

Chuck Blazer pasó de vender botones a ser topo del FBI

Enfermo de cáncer de colón se convirtió en soplón para evitar la cárcel. El FBI le facilitó un llavero-micrófono (un pequeño balón) y le enviaron a recoger testimonios.

Actualizado a
Chuck Blazer pasó de vender botones a ser topo del FBI

Charles Chuck Gordon Blazer (Nueva York, 26 de abril de 1945) es el topo que el FBI inyectó en la FIFA. Le preguntaron la procedencia de los 22 millones que le descubrieron en Bahamas y las Islas Caimán. Amén de por los gastos por 29 millones entre 1991 y 2011 en sus tarjetas de crédito. Se derrumbó y cantó. Enfermo de cáncer de colón se convirtió en soplón para evitar la cárcel. EL FBI le facilitó un llavero-micrófono (un pequeño balón, que no despertaría sospechas) y le enviaron a recoger testimonios. El ovillo que va deshaciendo la Fiscalía de Estados Unidos empezó con la redada de Zúrich.

Blazer, al que sus colegas de la FIFA también llamaban jocosamente Santa Claus, llegó al fútbol fabricando botones en la empresa de su suegro, en Queens. En 1970 encontró su primer filón. Producía botones con el emoticono feliz. Con ese dinero invirtió en el fútbol. Chuck compró un modesto equipo, el Miami Sharks, se puso un sueldo de 75.000 dólares anuales y alquiló una habitación en el hotel Four Ambassadors, de Miami. Allí llegaba cada día, tranquilo y en mangas de camisa, con su mascota, un perro de raza Shih Tzu.

En 1984, con la ayuda en campaña de Pelé, se convirtió en presidente de la US Soccer. Lo primero que hizo fue meter con calzador a Estados Unidos en un torneo en Los Ángeles, tras limpiar a Guatemala. En 1994 creo la Copa de Oro, uno de los epicentros de la trama corrupta destapada por la Fiscal General de EEUU, Loretta Lynch.

En 1990 convenció a su amigo Jack Warner, de Trinidad y Tobago, para asaltar la presidencia de la CONCACAF. Lo consiguió. Fue nombrado secretario general y, por contrato, incluyó el pago del diez por ciento de los ingresos de la Confederación de Norteamérica, América Central y el Caribe. La semana pasada, Warner se entregó en Puerto España hundido por el balón de Blazer. Sólo estuvo 36 horas en el calabozo. Pagó a tocateja una fianza de 2,5 millones de dólares.

Blazer sigue viviendo con su perro en la Torre Trump, protegido y vigilado. El FBI le echó el guante no sólo por el origen de su fortuna, también por evadir impuestos. Como le pasó en 1931 a un paisano suyo, un tal Al Capone, que acabó en Alcatraz.