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REAL MADRID

Rafa Benítez se despide del Nápoles sin Champions League

Escaso reconocimiento de una grada que se quedó vacía al final. Los tifosi ignoraron al técnico atravesados por la rabia del resultado (2-4).

NápolesActualizado a
Rafa Benítez se despide del Nápoles sin Champions League

Más triste y frío no pudo ser el adiós de Rafa Benítez al San Paolo y al Nápoles. El estadio se quedó vacío con el cuarto gol del Lazio, olvidándose los tifosi de cualquier reconocimiento al que ha sido su entrenador durante dos años. El dolor por la derrota atravesó a una grada apasionada, frustrada, impotente ante el 2-4, cuando tuvo la victoria en la mano en un penalti muy mal lanzado por Higuaín.

Benítez enfiló el túnel de vestuarios al concluir el partido en el absoluto anonimato. Algunos pitos se escucharon, aunque no bien localizados sobre su destinatario. La situación era confusa en la grada, entre amargura y rabia, sin disposición alguna a celebrar homenajes. Las cargas contra De Laurentiis eran dominantes.

Y fue un fin de fiesta contra pronóstico, porque tres horas antes del partido, en el San Paolo se respiraba día grande en una marea de banderas azzurri, cánticos de aliento al Nápoles y también para Benítez, aunque se percibía de fondo una afición dividida al cincuenta por ciento en el juicio al técnico madrileño.

Y llegó el momento de la verdad. Benítez apareció por el túnel de la Curva B tras los pasos de sus jugadores. Todo rutinario excepto que al que llega al banquillo le esperaban una treintena de fotógrafos que bloqueaban su paso. Como sintonía de fondo, los correctos aplausos de la tribuna, a la que Rafa dedicó un rápido saludo. No quería distracciones, por más que se vio envuelto en un volcán de flashes imposible de controlar.

El choque empezó con seis minutos de retraso. No se vieron pancartas por el madrileño, ni tampoco se coreó su nombre. La grada sí lanzó cánticos y cartelería contra De Laurentiis: “Presidente, basta de excusas, nos merecemos un Scudetto”.

Enfados. Benítez se posicionó en el área técnica. El Nápoles no estaba fino y el técnico presagiaba con sus enfados lo que iba a suceder antes del descanso: dos goles en dos errores. El técnico se desesperó haciendo indicaciones. Nada salía como estaba previsto. Tocó reordenar la pizarra en el descanso y entonces llegó la épica: remontada hasta el empate, Benítez se vino arriba al tiempo que los tifosi. El árbitro Rocchi desesperaba al técnico con su complacencia con el Lazio. Parecía que sí se podía, cuando un zapatazo de Higuaín rompió el encanto.

Ya todo resultó una pérdida de nervios en el banquillo y en el césped. El Lazio apuntilló. Benítez se metió en el banquillo y espero lentamente la salida de su vuelo hacia Madrid.