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JUVENTUS - REAL MADRID

La Juve recibe al Real Madrid con el ‘Espíritu de Nedved’

El checo lideró al equipo que tumbó al Madrid en la semifinal de 2003. “¡Allegri, llévanos a Berlín!” es el nuevo grito de guerra. La afición: “Nosotros pensamos en obrar un milagro”.

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La Juve recibe al Real Madrid con el ‘Espíritu de Nedved’
AStv

Son las doce de la noche del sábado. Varios centenares de tifosi se agolpan a las puertas del hotel de concentración de la Juve después de que el gol de Vidal les diera el Scudetto. Allegri prefirió que sus futbolistas, después de un viaje de dos horas en autobús hasta Turín desde Génova (donde ganaron a la Sampdoria 0-1), se recluyeran para celebrar el título en la intimidad, huyendo así de la posibilidad de que alguno se desmadrara (durmieron allí). Hay un grito que se enciende entre el gentío a las puertas del hotel, “¡Allegri, portaci a Berlino!” (“Alegri, llévanos a Berlín”), y que se repite durante diez minutos. La Juve acababa de ganar su cuarto Scudetto de manera consecutiva. Pero nada importa más que la posibilidad de vencer al todopoderoso Madrid y de llegar a la final. El técnico sale, levanta los brazos… Mensaje recibido.

El recuerdo de 2003 inunda estos días cada esquina de la ciudad de Turín. “Es el espíritu de Nedved, como hay un espíritu de Juanito para el Madrid”, relata Filippo Bonsignore, periodista del Corriere dello Sport. La afición de la Vecchia Signora ha encontrado un paralelismo con lo sucedido entonces. Fue la misma semifinal (la última que ha disputado la Juventus, que no gana el título desde 1996). La Juve perdió 2-1 en el Bernabéu (goles de Roberto Carlos, Ronaldo y Trezeguet) y luego consiguió remontar en Turín, en el que aquí se recuerda como el mejor partido jugado por los juventinos en Europa en los últimos tiempos, ya que fue ante un Madrid Galáctico, cargado de estrellas, parecido en notoriedad al que hoy aterriza en la ciudad. Fue un 3-1 en la vuelta. “Nedved, que encarna el espíritu guerrero, la lucha hasta el último minuto”, continúa Bonsignore, “marcó el tercero”. Del Piero y Trezeguet hicieron los otros dos y Zidane el tanto del Madrid.

Aún recuerdan en Turín que aquella Juve estaba en transición, renaciendo, justo el año posterior a la venta de Zidane. Con el dinero que Luciano Moggi sacó por él (más de 70 millones de euros) llegaron el propio Nedved (luego Balón de Oro), Thuram y Buffon. Y hasta en eso se busca un paralelismo. La Juve ha ganado cuatro Scudettos seguidos, sí, pero toca una hazaña europea que sirva de punto de inflexión. Hay más factores emocionales que llevan a los juventinos a aferrarse a aquella semifinal de 2003 y al espíritu de Nedved. Tras ganar al Madrid perdieron la final ante el Milán de Ancelotti (aquel técnico al que nunca respetaron y al que le siguen teniendo ganas) y en el que el jefe de la media era Pirlo, que ahora quiere devolver a su nueva afición la alegría que entonces les robó. “Me emociona jugar esta semifinal. Ganar esta Champions sería el colofón a mi carrera”.

Las noticias del resurgir de Cristiano y su último hat-trick preocupan (“el Madrid llega con el colmillo afilado”, se leía ayer en La Gazzetta dello Sport. Pero la Juve cree tener el arma perfecta para asumir el papel de víctima y salir airoso. “Somos una familia”, dice Allegri, al que le respaldan los tres capos del vestuario, Buffon, Chielini y Pirlo, en un equipo en el que aún hay una buena base de italianos. “Llegamos a las semifinales en el mejor estado físico y mental. Plenos de confianza, unidos. Nadie al principio de la temporada creía que pudiéramos llegar hasta aquí”. En eso se centró el discurso que Nedved, ahora director de relaciones institucionales de la entidad, dio después de la cena íntima con la que se celebró el Scudetto y que sirvió de conjura.

“La Juve sólo piensa en el milagro”, aseguraban a AS ayer algunos aficionados que se afanaban por encontrar a las puertas del Juventus Stadium una entrada en la reventa, con precios que se prevén que puedan llegar hasta cerca de los 1.000 euros el día del partido. “Asumimos el papel de ‘no favoritos’, como en aquella semifinal de 2003”.