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La intrahistoria

Roncero: yo estuve con 55.000 merengues en el Manzanares

El Real Madrid jugó allí como local por el cierre del Santiago Bernabéu en 1994. Lujazo: Fernando Hierro metió el gol del partido con un remate de espuela espectacular.

Actualizado a
Prosinecki por fin cuajó un buen partido.
Rafael Pintor

El 12 de marzo de 1994 quedará en la memoria de los madridistas como el día “en el que pintamos de blanco las gradas del Calderón”. Resulta que un mes antes, el 1 de febrero, un Madrid-Tenerife de Copa (0-3) acabó con un desagradable incidente al impactar una naranja en un juez de línea (Francisco Álvarez de la Cruz). El Comité de Competición sancionó sin miramientos al Madrid, clausurando el Bernabéu con un partido y 100.000 pesetas de multa.

Tras los sucesivos recursos presentados por el club, la decisión fue irrevocable el 3 de marzo y tocó buscar campo para recibir en el siguiente partido de Liga al Rayo Vallecano. El Frente Atlético recogió firmas para negarse a que el Madrid jugara en su estadio, pero Jesús Gil les convenció después de haber pactado con el club blanco un ‘hoy por ti, mañana por mí’. Bendita decisión. Recuerdo que acudí al estadio junto a mi padre (los dos éramos socios del Real Madrid desde septiembre de 1981) y al llegar al campo la imagen fue maravillosa. Gradas abarrotadas, pasillos llenos de seguidores, colas en los aledaños del Manzanares... Todos con sus bufandas, camisetas y banderas del Madrid. Un sueño hecho realidad.

El equipo respondió a tanto cariño con una goleada en la mejor tarde de Prosinecki como jugador blanco (firmó un doblete, uno de ellos de penalti). También recuerdo una genialidad de Fernando Hierro, que metió un golazo de espuela en un remate similar al de hace unas semanas de Benzema contra el Levante, pero esta vez el esférico entró por la escuadra del malogrado Wilfred. ¡Y tampoco olvido que el mítico Hugo Sánchez jugaba esa tarde en las filas del Rayo!

También en aquel 12 de marzo debutó Del Bosque como entrenador del Madrid tras la destitución de Benito Floro, por la movida de Lérida. Pero la noticia de verdad fue otra. El Calderón se convirtió en un pequeño Bernabéu...