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Su vida en un libro

San Román: “A Muhammad Ali le llevé al flamenco y le encantó”

Desayuna cada día en el Bo Finn. Allí habló con AS de sus cuatro vidas. Córner acaba de editar un libro, ‘Blanco ni el orujo’, que las relata: fútbol, boxeo, flamenco, noche y amigos.

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San Román: “A Muhammad Ali le llevé al flamenco y le encantó”

—¿No toma orujo blanco?

—¡Nunca! Cuando bebía pedía siempre orujo de hierbas y Pepe Navarro les decía a los camareros: “Es que es vegetariano...”. Pero no. Era porque yo blanco ni el orujo. 

—Se hizo del Atleti a los 13 al pisar el Metropolitano. A los 16 empezó a jugar en sus juveniles. Sin cobrar. Y dice: “¡Cómo iba si por vivir aquello pagaría...!”.

—Claro. Cuando yo era niño los campos eran horribles. De tierra y, además, chunga. Acababas todo raspao... Y el del Atleti era el único con agua caliente. Y eso en invierno, imagina...

—De aquellas comían panceta o judeones antes de un partido... Hoy sería impensable.

—¿Y fumar? Yo he bajado al Metropolitano, con el Atleti, ¡fumando en el autocar! Y llegaba al estadio, salía a la grada y fumaba. Y, claro, el míster lo sabía...

—¿Se ganaba dinero?

—Y se vivía bien. La vida era más barata. Un jugador cobraba 200.000 pesetas. Mucho. Con 70.000 comprabas un piso. Eso hice yo con mi último contrato.

—Jugó 15 años en el Atleti y 14 fue suplente...

—Jugué 71 partidos. Para no cansarme (risas).

—Le llaman Pechuga por Griffa... ¿Cómo se lo puso?

—A mí me llamaban Pechito. Por chulín. Y cuando él vino al Atleti me lo cambió a Pechuga. Me gusta que me lo llamen. Me recuerda a él.

—¿Es Di Stéfano el mejor que vio?

—Sí. El más completo. Un superdotado. Hablan de la velocidad de Gento. Pero La Saeta defendía un córner y te remataba la jugada. Éramos muy amigos. Comimos durante años cada semana... Era muy dicharachero.

—¿Hay algo que jamás olvidará del Calderón?

—Haber jugado ahí. Y a mi amigo Luisón, claro. Aragonés. Me es imposible olvidarlo... (Rompe a llorar). Es increíble...

—Prohibió que a usted le dijeran que estaba enfermo.

—Eso me dijo Pepa, su mujer. Todo el mundo sabía que estaba delicado y yo, ni idea. No le veía bien pero no imaginaba esto. Aquel día, al despertar, tenía 22 llamadas. Fíjate, pensé que el teléfono se me había fundido. Pero no... Qué duro.

—Tenía carácter. Como el Cholo. ¿Se les puede comparar?

—Sí. A Luis le han puesto de raro pero era tremendamente cariñoso con los jugadores. Sabía de qué iba esto. Como Simeone.

—¿Quién le gusta más de su Atleti?

—Mario y Tiago. Y me enfado con los hinchas que no les valoran. No son maestros, pero defienden el Atleti a muerte. Me encantan. Y el turco, un fenómeno. Llegó e hizo un club distinto. Griezmann también es sensacional. Lo dejan un momento y te hace un lío. Y, Fernandito, claro. ¡Ese sí que es del Atleti! ¡Qué bien que volviera!

—¿Alguno le recuerda a algún futbolista de su época?

—Es que yo jugué con Mendoza, Collar, Ufarte, Luis... Y es difícil que alguno de esos se repita.

—¿Verá al Atleti ganar la Champions League?

—Estoy convencido. Y pronto. Que yo no voy a vivir siempre...

—El fútbol ya le debe dos, la de 1974 y la de 2014...

—¡Pues que empiece a pagar! Fíjate, Lisboa: se fue todo al traste en dos minutos.

—Di Stéfano ya decía que el rival del Madrid era el Atleti.

—Cierto. Ganar en el Bernabéu es una victoria doble.

—Ahora se cruzarán en Champions. ¿Le gusta?

—Sí. Últimamente los tenemos asustados. Ellos nos echan en cara Lisboa, pero el 4-0 del Calderón, el otro día en Liga, lo tendrán grabado en la cabeza de por vida...

—En su libro también relata la época en la que llevó el tablao flamenco de Canasteros. Cuénteme de entonces.

—Uno de mis suegros fue Manolo Caracol, el cantaor más grande de España... A mí me encantaba el flamenco. ¡Y yo descubrí a Los Morancos! Me los traje de Sevilla cuando eran unos niños. Y veía muchísimo a Camarón, a Enrique Morente, a Lola Flores... ¡Qué mujer! ¡Qué fuerza!

—Y tiene en su casa una foto con el Rey Felipe...

—Sí, ¡y bien grande! De un saludo con algún título del Atleti.

—¿Es del Atleti?

—Yo creo que sí. Que es del Atleti. Sí, sí. ¡Y su padre! Venía mucho al Calderón a ver partidos.

—Boxeo. ¿Que fue en su vida?

—Mi época personal más bonita. Yo no puedo olvidar los 12 días que pasé con Muhammad Ali en Barcelona. Era de otra especie. El rey. Me acuerdo una noche que me lo llevé a un tablao flamenco... Le encantó.

—Lo que era ese deporte en España.

—Yo no me explico cómo, casi, ha podido desaparecer. Entonces era impresionante. Mira Pedro Carrasco... Recuerdo el día que se fue. Yo estaba en el Calderón, viendo un partido. No lo creía.

—Y es que en su libro hay muchas vidas. Pero también ausencias.

—Sí, fíjate Urtain. Me llamó mi hija, llorando, desde el colegio. Pensé que le había pasado algo. Pero no. Era José Manuel, que se había tirado... No nadaba en abundancia, pero no estaba tan mal, ¿sabes?, no para algo así.