Un gol de Kaprof da a River la Supercopa Euroamericana

“Club Atlético River Plate, El Más Grande”, se lee en el tartán de la pista de atletismo que rodea el césped (ahora infame) del Monumental de Buenos Aires, estadio con liturgia que vio a la Argentina de Kempes levantar su primera Copa del Mundo en tiempos de dictadura militar de Videla. Escenario grande que exigía al Sevilla, al menos, dejarlo todo para intentar levantar la primera Supercopa Euroamericana, quién sabe cuál será el recorrido del torneo que se inventó DirecTV. La idea, al menos, merece ser tenida en cuenta. Y con el Cholo Simeone en la grada para ver a su hijo Giovanni (discreto), el River estrenó el palmarés del torneo gracias a un gol postrero de Kaprof en una jugada extraña en la que Fernando Navarro infravaloró las aptitudes de su rival, que remató un centro de Mora inesperadamente. Barbosa hizo la estatua y la copa se quedó en Buenos Aires. La mereció River.

River quiso más que el Sevilla casi siempre. Al menos, desde el minuto 20, cuando los Millonarios, más allá de su gigantesca historia, le perdieron el respeto al club europeo. Por entonces Gameiro y Reyes se habían acercado a Chiarini, pero las líneas sevillistas comenzaron a desconectarse (Banega, Mbia, suplencia de Iborra, demasiadas ausencias en la zona ancha) y empezó a imponerse el veterano Ponzio en el medio con las ayudas de Driussi, incisivo en la izquierda. Pisculichi, ex del Mallorca, se movió bien entre líneas y casi hace un golazo desde fuera del área. Beto, irregular en los primeros instantes de su reaparición después de la lesión el 4 de febrero en el Bernabéu, hizo una gran parada a Solari pero casi concede el 1-0 en un resbalón. River acabó en el área la primera parte y el Sevilla, preocupado por las tarjetas de Pareja, Arribas y Carriço, y frustrado por desperdiciar la oportunidad más clara de toda la primera parte. Iago Aspas llegó una décima forzado a un mano a mano con Chiarini.

 El Sevilla empezó sin control la segunda parte. Cuatro cambios de una tacada en el Sevilla (Barbosa en la portería más Kolo, Diogo e Iborra) para protegerse de tarjetas y repartir esfuerzos. River estrelló un balón en el palo nada más empezar pero Iborra, el aspirante a internacional frustrado en esta lista, dio señales de vida pronto. Su empalme salió alto por poco. se calentó la afición pero quien se enfadó fue el Sevilla, que pidió penalti a Iago Aspas a veinte minutos del final. El gallego buscó el contacto pero fue más listo que Solari. No se señaló penalti, pero no le duró mucho en la cabeza al Sevilla, que al momento vio cómo Mora estrellaba el balón en el poste, el segundo de River. Cuando más de uno miraba ya a los penaltis, llegó el gol de Kaprof y los Millonarios levantaron la copa. Tal vez en esa caída de Aspas voló la Supercopa Euromericana. Esta vez, al Sevilla le tocó perder una final.