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ESPANYOL

El Espanyol ya no 'jugará como local' en su ciudad, Cornellà

La peña anfitriona echa definitivamente el cierre en Riereta, tras sufrir actos incívicos e incluso vandálicos. AS vivió con ellos su último partido.

Actualizado a
Xavier Edo, presidente de la Penya Espanyolista de Cornellà, en las puertas de su recién clausurado local.
CARLOS MIRA

No pudo el equipo, ni siquiera con ese balón que Javi López estrelló en el larguero, despedir como se merecía al local de la Penya Espanyolista de Cornellà en la calle Riereta, que el domingo, tras decretarse el final del Deportivo-Espanyol, echó el cierre. Historia viva de la militancia y testigo mudo de cientos de vivencias de quienes desde la inauguración del cercano estadio —se ubica a unos 150 metros— se congregaron para vivir la previa de cualquier partido. La persiana, desde ahora, permanecerá cerrada.

“No quiero enfrentarme a nadie”, asume Xavi Edo, presidente de la agrupación, que ha pasado una de las peores semanas de su vida. Primero le citó el Ayuntamiento de Cornellà para recomendarle que cerrase el local, después se reunió con su junta y el abogado Arnau Baqué, quien les dio esperanza: sin una notificación por escrito, no tenían por qué tirar la toalla. Pero Edo reflexionó, en las muchas horas de insomnio de estos últimos días, y tomó la dolorosa decisión de dejarlo.

“De todos modos, no habríamos podido abrir más en los partidos de casa, o a la larga hubiéramos tenido más problemas”, reconoce Edo, agradecido a ese “90 por ciento de la afición que venía al local con alegría pero pacíficamente”, y resignado ante “los cuatro desalmados”, cuyos enfrentamientos con vecinos y actos incívicos como encendida de bengalas han acabado con el local de Riereta. “El ejemplo fue lo sucedido antes del último partido en casa, contra el Atlético. ¡Nos robaron la réplica de la estatua de la afición que teníamos en una estantería!”, informa el presidente, sin todavía comprender el porqué.

Eso sí, Edo lanza un aviso a navegantes: “La peña de Cornellà no desaparecerá”. Él, que fue uno de sus fundadores, en 1981, tiene claro que “abriremos un nuevo local con más fuerza todavía”, aunque éste se ubicará más lejos del estadio y seguramente no abrirá el día de partido. Mientras tanto, Edo y su gente deberán seguir haciendo frente al préstamo que pidieron en 2008 para adecuar la que hasta hoy ha sido sede de brindis y esperanzas horas antes de que rodase el balón. Por desgracia, el Espanyol no será profeta en su tierra.