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Objetivo indiscreto

Mourinho o cómo hacer para dar la nota en una celebración

El entrenador portugués del Chelsea festejó la Capital One retozando por el césped. Por coherencia, si gana la Champions League sólo le quedará saltar desde el Big Ben.

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Mourinho o cómo hacer para dar la nota en una celebración

No hay tratados sobre cómo hay que comportarse en una celebración futbolera. Los hay referidos a una boda, a un fin de año o a una cena de empresa. En cada caso hay reglas coincidentes. Se recomienda, por ejemplo, no acabar con ningún objeto inapropiado en la cabeza (corbata, servilleta o ropa interior, propia o ajena). Se aconseja no acudir con hambre y se ruega no llegar con sed. En este último aspecto, y para evitar las intoxicaciones etílicas, hay quien aporta una fórmula casera: un vaso de agua por cada copa de alcohol. Ante la dificultad de encontrar abstemios por convicción, dicha receta permite reclutar abstemios por micción.

No perder la vertical es otra sugerencia de tipo genérico. Rodar por el suelo es poco elegante salvo en los concursos de gimnasia deportiva. Hacer la croqueta o la cucaracha tampoco resulta de buen gusto; el suelo mancha, hemos de recordarlo, y si la alfombra es de césped, el verdín se adhiere fatalmente a los tejidos; las abnegadas madres saben de lo que hablo.

La lógica más elemental nos indica que el modo de celebrar debe estar en consonancia con lo celebrado. Si usted festeja el día de su santo con una fiesta desparramante, estará obligado a celebrar su cumpleaños con Kevin Roldán. Para sus Bodas de Oro sólo le quedará reservar la cubierta del Queen Mary.

El pasado domingo, Mourinho ganó la Copa de la Liga, la más joven de las competiciones que se disputan en Inglaterra (1960) y, en consecuencia, la de menor rango. Se trata de su primer título desde que regresó al Chelsea hace año y medio. Sin duda, un motivo para la alegría, no tanto para el desenfreno.

Café. Para la leve posteridad que ofrece la Capital One, quedará la foto en torno a la Copa. Por debajo de los jugadores aparecerá, ya para siempre, el míster rebozado en verdín y excitado como un niño que hubiera ingerido un litro de café torrefacto.

¿Cómo lo celebrará Mou cuando gane la Premier y de qué modo si conquista la Champions? En tal caso, arrojarse desde lo alto del Big Ben gritando Gerónimo parece la única opción coherente. Un hermoso vuelo sobre la City, en ala delta o propulsado por sus superpoderes.