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Atlético - Real Madrid | Objetivo Indiscreto

Dos presidentes, dos temperaturas

Las cámaras de Canal + se pararon en el palco. Cerezo se mostraba feliz, no sentía la gélidad temperatura ambiental. Florentino estaba arrebujado en su asiento, contraído.

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Dos presidentes, dos temperaturas

Corría el minuto 32 y el Madrid ya perdía 2-0. Las cámaras de Canal+ enfocaron al palco y descubrieron el gesto de los presidentes. Enrique Cerezo sonreía, hasta diríamos que hacía esfuerzos por contener la risa, o la broma, que le es más propia. Su temperatura corporal era la de un bebé enfebrecido. Podría haberse quitado el abrigo y haber visto el resto del partido en mangas de camisa, o en camiseta interior tipo Ocean. No hay mejor aislante térmico que la felicidad. Por eso la solemos vivir ligeros de ropa.

A su lado, Florentino Pérez estaba arrebujado en su asiento, contraído. Lo dicen en México: “Gato encogido, brinco seguro”. Ni una manta zamorana le hubiera hecho entrar en calor. Ni una piel de oso. Al frío madrileño, se sumaba el pasado sábado la humedad del río Manzanares, que por estas fechas parece afluente del Volga. No sólo eso. A la humedad que penetraba en los huesos se añadía otro frío peor: la derrota, la peor posible para el presidente del Real Madrid, madridista veterano criado en la rivalidad contra el Atleti.

Hay quien afirma que a Cerezo, en los momentos de mayor excitación, se le sube el tupé. Podría ser cierto. Su casco de centurión romano aparenta aquí una elevación extraordinaria. Hay quien asegura que a Florentino sólo se le desbarata el flequillo en las peores tempestades. Tampoco parece mentira. Jarreaba sobre Mallorca en 2006 cuando una derrota provocó la renuncia presidencial, en otro febrero borrascoso.

Lo de ahora no resulta tan grave. La experiencia nos dicta que siempre sale el sol. Y si no sale, se paga su cláusula.