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Real Madrid - Sevilla | Objetivo Indiscreto

Muchos lanzadores en el Real Madrid para una sola pelota

Cristiano y Bale acaparan las faltas; otros, James, Kroos, y Ramos, suspiran. El galés ha marcado el único gol de golpe franco esta temporada.

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Muchos lanzadores en el Real Madrid para una sola pelota
AStv

Hay una imagen icónica del deseo y del apetito en sentido real y metafórico: un niño mira un pastel a través del cristal de un escaparate. En este caso, los niños son cuatro: James, Bale, Sergio Ramos y Kroos. El pastel es redondo y no comestible, pero tan apetecible como un merengue entre hojaldres, como una rebosante bamba de nata o como un petisú de chocolate (“pepito” por los madriles). La desesperación de los futbolistas es la misma que la del niño. Todos se relamen, pero sólo uno se comerá el pastel.

Por si se lo preguntan, les adelantaré que Bale tiró la falta y el balón no acabó en gol. El hecho equivale a perder una parte del pastel camino de la boca, tragedia infantil que nos prepara para la vida adulta. Lo cierto es que el tránsito del escaparate a la felicidad se completa pocas veces. De los 48 golpes francos que ha tirado el Real Madrid esta temporada, sólo uno ha terminado en gol. Se lo marcó Bale al Espanyol, batiendo a Kiko Casilla y desafiando a la estadística: el galés ha lanzado 15 faltas esta temporada, por las 30 de Cristiano (dos Ramos y una James).

Así se dibuja el drama de una plantilla con grandes lanzadores que nunca tendrán la ocasión de demostrarlo. Isco asume su condición y ensaya faltas en movimiento; de ese modo ha marcado algunos de sus goles. Benzema ha optado por el mismo sistema, recuerden su último tanto a la Real, una fantástica rosca con la derecha. El único gol de Kroos esta temporada (ante el Rayo) fue un tiro con efecto que hubiera convalidado por una falta desde 25 metros.

En la película Érase una vez en América, un niño compra un pastel de nata para canjearlo por los servicios de una prostituta. Mientras espera en el rellano de la escalera a que llegue su turno, el chico consuma un acto más dulce, placentero y sensual: se come el pastel.

En el fútbol, el balón representa ese placer inmediato, esa tentación capaz de reunir a cuatro cracks como si fueran cuatro niños frente al cristal de una pastelería. Relamiéndose todos.