Costa de Marfil derrota a la RD Congo y llega a su cuarta final

Ibenge, el seleccionador congolés, sabedor de que su cuadro era inferior técnicamente a su rival, decidió desde el primer momento conducir la confrontación a un terreno propicio, para así evitar el dominio de los centrocampistas marfileños comandados por Yaya Touré. ¿Cómo? Recurriendo a balones largos y las galopadas de sus delanteros Mambuati y Mbokani. De ese modo, el conjunto congolés convirtió las bandas en pistas de atletismo y el partido en un derroche de fuerza, apto solo para músculos bien entrenados.

Eso desconcertó al principio a los marfileños, que paradójicamente contestaron al arreón congolés con un golazo desde fuera de área, logrado por Yaya Touré. Poco duró la alegría marfileña, porque dos minutos después del tanto, una mano dentro del área sirvió para que Mbokani empatase la contienda y retornase la propuesta inicial, con los congoleses buscando a base de vertiginosos slaloms la portería rival. Pero tanto iba el cántaro a la fuente, que dejaban desguarnecida la defensa y de eso se aprovechó el rival en un contraataque que culminó a placer Gervinho, libre de marca.

Con el marcador en contra, los congoleses salieron, tras el descanso, a empatar el partido, utilizando sin cambiar el guión inicial. Es decir, a base de balones largos, y sprints sólo aptos para auténticos velocistas. Bajo la dirección de un árbitro bastante permisivo, el partido se volvió intenso, de gran despliegue de fuerza, trabajo a destajo y muy poco lugar para florituras, lo que obligó a los entrenadores a agotar los cambios muy rápido.

No había ataque sin respuesta, ni contraataques sin peligro, pero de nuevo fue Costa de Marfil quien volvió a golpear a su rival con la máxima contundencia, tras un saque de esquina con gol del defensa Kanon. Pero ni siquiera con dos tantos en contra cesó el frenético ritmo impuesto por los congoleses, que continuaron asediando, ya a la desesperada, la portería rival, en busca de un empate imposible.