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Café, Copa y Fútbol | Lucrecia

“A un partido hay que ir a disfrutar y a sufrir lo justito”

La artista cubana Lucrecia va a despedir el año con la gran noticia que se ha hecho esperar medio siglo: el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con EE. UU.

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“A un partido hay que ir a disfrutar y a sufrir lo justito”
AStv

Menuda noticia, Estados Unidos y Cuba hacen las paces. ¿Cómo reaccionó al enterarse?

—¡Uffff! Imagínate, estábamos en un estudio de grabación y llamó mi padre para decírmelo. ¡Qué maravilla! Mis músicos, también cubanos, y yo dimos unos buenos gritos. Estamos muy emocionados, de verdad. Para nosotros es algo increíble que tenía que haber sucedido hace mucho tiempo. Pero ya ha llegado el momento.

—¿Qué significa este nuevo tiempo para todos ustedes?

—Es algo fantástico, estoy muy feliz porque nuestras culturas, la de Estados Unidos y la de Cuba, son culturas hermanas. En la música, en el deporte, en el cine y la literatura. Somos familia y somos vecinos y el desgarro que hemos sufrido durante tantos años ha sido terrible.

—Tiene un concierto en Miami el 31 de diciembre. Vaya forma de despedir el año.

—Va a ser una locura. Año nuevo, vida nueva, de verdad, bueno, eso esperamos. Me acaba de llamar el dueño del teatro donde actuamos muy emocionado también. Hemos estado hablando de la que vamos a liar y me ha pedido que abra con la canción La noche de la iguana: “….Para la gente más brava, para mi gente que no tiene nada, hoy es la hora, la hora de la iguana…. Oye, que ya, que ya. Oye que ya amaneció. ¿Qué importa el sexo, las razas y el color? Si somos iguales, oye, oye que ya amaneció”. Sí, que bien, ya amaneció, por fin.

—Antes de eso, actúa en Madrid el próximo día 27 de diciembre, en el Teatro Bellas Artes, con una canción muy bailonga en la que invita al Papa a bailar.

—Sí, se llama ¡Que baile el Papa!, el primer single de mi próximo disco que saldrá el próximo año. Es una canción que habla de unir voluntades, de paz y de amor, y tras el apretón de manos entre Cuba y Estados Unidos viene muy a cuento. Es un reggaeton muy variadito, con música andina, africana, cubana, en fin una música universal.

—Lucrecia lleva con orgullo su alma cubana, ¿y de española, que tiene?

—El idioma, lo primero y fundamental, luego todas las costumbres que he adquirido después de tanto tiempo de vivir aquí. Y me he moderado bastante, porque en Cuba somos mucho más explosivos, aquí estoy más comedida.

—¿Por qué elige Barcelona como ciudad para vivir?

—Quizá porque fue el primer lugar donde me invitaron a actuar. Y todo salió tan bien que formé mi propia banda y empecé a componer. Grabé La noche de la iguana, de Juan P. Silvestre y fue la banda sonora de la película Balseros, con la que fuimos a un Festival de Cine en Miami y, en formato documental, también fue candidata a los Oscars.

—Ese documental tuvo la culpa de su salida de Cuba.

—Así es. Fue muy desagradable porque el Gobierno cubano me dijo que para no tener problemas escribiera una carta para arrepentirme de lo que había hecho y yo me negué. Tenía claro que era música, una obra dedicada a tantos miles de personas que se ven obligados a dejar su país en busca de una vida mejor. Así que a partir de ahí la cosa empezó a ponerse fea y me vine a España.

—En sus primeros años en España, aparte de cantar, también se dedicó a la televisión. Buena culpa del éxito de ‘Los Lunnis’ la tiene usted.

—Fue un giro importante, uy, que tiempos, Los Lunnis, mi Lucho querido. Sufrí un notable proceso de adaptación a ese medio. La manera de moverme, de hablar. Se puede comprobar la diferencia entre los discos grabados antes de la tele y los grabados después de esa experiencia. Me tocó pasar de mi manera atropellada cubana de hablar a esforzarme en vocalizar de otra forma para que los niños pudieran entenderme. Fue un gran aprendizaje y una experiencia preciosa. Y, además, trabajar para los niños es maravilloso.

—A usted, pura raza cubana, el fútbol le sonará a chino.

—Desde luego, en Cuba el fútbol no es el deporte rey pero llegas a España y, claro, se habla de fútbol hasta en sueños. Y en Barcelona es tremenda la pasión con que lo viven. Hasta yo misma me veo mordiéndome las uñas durante algunos partidos frente a la tele.

—Y entonces se hizo culé.

—Bueno, ya sabes, vivir en Barcelona, quizá los colores, el azul y el grana. Y luego el torrente de noticias que te atropella cada día. Una está perdida. Siempre se habla de fútbol, es increíble. Estás condenada a amarlo. Lo que no me gusta tanto es el drama con que se vive esa rivalidad entre grandes equipos como el Barcelona y el Real Madrid. Una tensión demasiado desaforada. Porque, al fin y al cabo, el fútbol es deporte, lo que significa una vida saludable y a un partido hay que ir a disfrutar y a sufrir lo justito. Uno se puede desfogar pero no entiendo que el fútbol se mezcle con política ni que se vea envuelto en un ambiente de violencia.

—¿Y cómo se desfoga usted cuando acude a ver a su hijo jugar un partido?

—No te creas que es fácil para una madre ver cómo, por ejemplo, un árbitro perjudica a tu hijo, porque yo he visto cosas muy raras en los partidos. ¡Y a ver qué haces! Claro que grito, y se me escucha hasta fuera del campo, aunque lo hago a mi manera e intento no insultar… mucho.

—¿Qué siente cuando desde dentro del Barcelona, su equipo, se alientan claramente actitudes de tinte independentista?

—No me gusta, porque el Barcelona es un equipo universal. Pero es muy complicado y no es fácil adivinar adonde puede llegar todo esto. Yo creo que las personas inteligentes deben entenderse dialogando y hay que alcanzar pactos. Este asunto de Cataluña, como la mayoría de los asuntos políticos, tiene un gran poso económico, pues nada, que hagan cuentas porque España es un país muy grande y muy bonito y se merece otra cosa. ¡Si hasta Cuba se ha arreglado con los Estados Unidos!

—¿Quién le parece más atractivo, en todos los sentidos, Messi o Cristiano Ronaldo?

—(Silencio de varios segundos)…. Es que a mí Cristiano no me gusta (en voz baja). Es muy antiguo, no sé, y demasiado altivo, eso ya no se lleva, hombre (ríe). Su manera de celebrar los goles, con tanta tensión dramática… ufff, no me gusta nada. A Messi le veo más natural, la verdad es que no se expone mucho el chico fuera del juego, pero me gusta más que el otro.

­­—¿Sufre mucho con los éxitos del Real Madrid?

—Bueno, sufro más por mi hijo, que es muy del Barça. Y lo de la Décima fue bastante doloroso para toda la familia, qué le vamos a hacer. Pero al día siguiente ya se me había olvidado.

—¿Podríamos hablar de su hijo como la primera gran estrella del fútbol cubana?

—Ja, ja, sí, hispano-cubano. Bueno (no aguanta la carcajada), cubano-catalán. En eso está el chico. Le encantaría ser una estrella del fútbol, ya te digo. Juega muy bien, tiene 13 años, es delantero y estuvo en la Escuela del Barcelona. Ahora juega en La Blanca Subur, un histórico club de fútbol de Sitges.

—¿Se le ha pegado el look, el peinado tan exótico de su madre?

—No, es un chico muy independiente y, bueno, está con sus crestitas y todo eso. Es muy moderno.

—Su ramillete de coloridas trencitas le debe llevar un buen tiempo cada día. ¿Es mucho tormento?

—Pues sí, que quieres que te diga. A veces, varias horas. Ahora, para la promoción, me las han hecho nuevas, son muy bonitas, fosforescentes, ¿no veis?

—Usted es una artista cubana y muy flamenca, además. El gran Chano Lobato llegó a citarla para algún trabajo en común, no?

—Con Chano he hecho varias colaboraciones, qué gran personaje, tan sensible y divertido. Era un flamenco muy puro pero dominaba muy bien los cantes de ida y vuelta, esos cantes que iban y venían de España a América. Y también trabajé con el pianista de jazz y flamenco Chano Domínguez, con el que hice el espectáculo Solo Boleros, boleros aflamencados, vamos.

—Tiene usted colaboradores muy heterogéneos. La canción ‘Que baile el Papa’ es de Pedro Ruiz. ¿Cómo se juntaron?

—A Pedro le conozco desde hace años, cuando hacía el programa de televisión La noche abierta, donde solía actuar de vez en cuando. Y luego hemos continuado la amistad hasta ahora. Suya es la letra y la composición y los arreglos son de Paco Ortega. Pocas veces he terminado un trabajo con tanta armonía. La grabación fue muy fluida y nos entendimos desde el primer momento.

—Su relación con el planeta de los niños no terminó con ‘Los Lunnis’, tiene a punto la publicación de un libro-disco infantil.

—Ya está casi terminado y espero que salga para febrero. Todas las canciones están escritas por mí, son canciones educativas y muy divertidas, espero. Me encantan los niños, debería tener un círculo infantil.

—Usted que tiene buenos presentimientos intuirá quién va a ganar la Liga y la Champions esta temporada.

—Siempre estarán ahí los dos, el Barcelona y el Madrid, pero que nadie se olvide del Atlético. Me alegré mucho de su victoria en la Liga pasada. Me cae muy bien ese equipo y, también, su entrenador, el Cholo Simeone.

—¿Y del Madrid, quién le cae bien?

—Me cae muy bien su entrenador, Carlo Ancelotti. Me gusta su pausa, su temple, es muy diferente al otro, a José Mourinho, que daba muy malas vibraciones.

—¿A qué virgen ruega para que le ayude en sus propósitos, incluidos los futbolísticos?

—Soy devota de la Caridad del Cobre, la Cachita, la Patrona de Cuba. La tengo en una ermita de Sitges, muy cerquita de mi casa. Le llevo sus flores favoritas, que son los girasoles, y me gusta sentirla siempre cerca y dedicarle mis oraciones.