NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

REAL MADRID | VARANE

"Al llegar a Madrid comprendí que el cambio iba a ser brutal"

"Cuando vi 60 periodistas en Barajas el día de mi llegada, comprendí que ya nada sería como antes. No me lo esperaba", explica el jugador del Real Madrid en France Football.

Actualizado a
"Al llegar a Madrid comprendí que el cambio iba a ser brutal"
AStv

Raphael Varane habla en France Football de su fichaje por el Real Madrid y su vida en el conjunto blanco.

¿Se acuerda de aquel día de mayo de 2011 en el que le colgó el teléfono a Zidane?

“Estaba en plenos exámenes de bachillerato y el teléfono no paraba de sonar por mi fichaje. Mi madre me decía que probablemente estaba viviendo el periodo más movido de mi vida, pero también el más importante. Con 18 años, no tenemos experiencia para gestionar este tipo de situaciones. Entre todas las llamadas, estaba la de Zidane, que quería hablar del interés del Real Madrid. Como en ese momento no le reconocí, era por la tarde-noche y estaba cansado, no le dejé hablar demasiado. Sin casi pensarlo, le pedí que me llamara más tarde. Cuando colgué, mi hermano Anthony me dijo que estaba loco. Afortunadamente, más tarde pudimos hablar mucho más rato”.

¿Ha hablado con él alguna vez sobre ese incidente?

“No, porque reconozco que estaba un poco avergonzado”.

¿Tampoco le ha hablado nunca de su primer entrenamiento en el Real Madrid en el que le enviaba balones largos para verle su famoso control?

“Quería ver con mis propios ojos los famosos controles de Zidane y lo consguí. Pero no, tampoco he hablado nunca de eso con él”.

Tres años más tarde, usted ya es campeón de Europa y está integrado en el Real Madrid. ¿Cuándo se ha dado cuenta de que su vida ha cambiado?

“Cuando fiché por el Real Madrid, no me di cuenta, pero cuando vi 60 periodistas en el aeropuerto de Barajas el día de mi llegada, comprendí rápidamente que el cambio iba a ser brutal. Ya nada sería como antes. No me lo esperaba. Cuando tienes 18 años no lo ves tan claro. No estaba preparado para vivir eso. Para ser sincero, me ha faltado tiempo para asimilar todas las consecuencias de mi elección. Al igual que estaba preparado para entrar en el vestuario con todas las estrellas, me asustaba un poco toda la presión mediática”.

Cuando estaba en la Gaillete (ciudad deportiva del Lens), ¿cómo era la vida de jugador profesional con la que soñaba?

“Todo ha sobrepasado mucho mis expectativas. He hablado mucho sobre este tema con un amigo de la infancia, Mathieu, con el que compartía habitación en la Gaillette. Recuerdo que le dije con unos quince años: “Es duro el mundo profesional, ¿eh? Ser profesional parece difícil. Si lo consigo a los 19, estaría bien”. Finalmente he jugado como profesional a los 17 y a los 19, en el Real Madrid. Nunca me la habría imaginado esta carrera. Nunca he sido el joven que se veía como profesional desde pequeño. No lo he pensado hasta tarde, con unos 16. Antes, me centraba en disfrutar jugando y en estar en el vestuario con mis compañeros. No me he comido la cabeza ni he sentido presión. Hay muchos jóvenes que sueñan con una carrera precoz, pero yo estaba contento tal y como estaba en Lens”.

¿En su debut en el Real Madrid, ha tenido que controlarse para no parecer un fan entre los grandes?

“Sobre todo tenía los ojos bien abiertos para aprender. Me decía a mí mismo que no podía pedir las camisetas a mis compañeros. También tenía que demostrar que no me sentía por debajo de todo el mundo y que tenía el nivel para formar parte de ese grupo. También vi que no podía relajarme ni un momento. No quería dejarme llevar. Estaba a tope, muy concentrado. En un momento dado, me debí relajar un poco, unos segundos, y Kaká me hizo un caño. Con una facilidad además… Entonces me dije: “Ok, el alto nivel es esto. Debes estar a tope todo el tiempo. Si no, estás fastidiado”. He aprendido rápido y ahora, si quiero una camiseta, es más fácil”.

Cuando se tiene 21 años, se juega en el Real Madrid, se ha ganado una Champions y se ha disputado un Mundial, ¿todavía se pueden soñar locuras?

“No sé si son locuras, pero el Mundial y la Eurocopa me gustarían mucho. No jugarlos, sino ganarlos, porque cuando estás en la selección francesa o en el Real Madrid, lo importante no es participar, sino ir hasta el final. Y de las victorias no nos cansamos mucha. A los 20, a los 25 o a los 30”.

Cuando se es un joven jugador del Real Madrid, ¿en qué se piensa al levantarse?

“El fútbol no ha sido nunca una obsesión para mí. Ni siquiera desde que estoy en el Real Madrid. Por eso no me levanto cada mañana pensando como un loco que me tengo que dejar todo en el entrenamiento o en un partido. Lo que me gusta es darme cuenta de los progresos que hago: en mi recuperación, en los entrnemientos, en los gestos técnicos… Tengo un lado muy perfeccionista. Mi madre me dice que cuando era pequeño y hacía los deberes se sorprendía de mi lado tan aplicado, tan concienzudo. Creo que lo he mantenido un poco”.

¿Quiénes son los mejores profesores en el Madrid?

“Están Cristiano y Marcelo, por supuesto. Hay que evitar provocarlos en un concurso, al igual que a Keylor Navas. Es impresionante con el balón y ¡encima con los dos pies! Es genial lo que llega a hacer”.

¿Cómo recibieron a Cristiano tras la derrota de Portugal frente a Francia?

“Benzema y yo hemos sido más bien buenos con él. No le hemos dicho demasiado”.

¿No se le toma el pelo a Cristiano?

“No, nada de eso. Sólo porque era un amistoso, además, hay que confesar que Cristiano es difícilmente criticable. Cuando volvemos de un viaje a las 4 de la mañana, forma parte de esos que van directamente al centro de entrenamiento para darse un baño frío para acelerar la recuperación. Es un ejemplo a seguir”.

¿Qué echa de menos de su vida anterior?

“Salir cuando quiero y a dónde quiero”.

¿Es incómodo ser famoso?

“No ha sido fácil. Todo ese revuelo alrededor… Reconozco que al principio me contó adaptarme. Sé que hay quién la busca, pero yo no. Soy un tipo simple que querría continuar a vivir tranquilamente, pero no es posible. Me acuerdo de un día que fui de compras a Madrid con mi padre y mi hermano. Además, cometí la tontería de ir a la hora de la salida de los colegios. Nunca más. Los jóvenes estaban como locos. Después de aquello aprendí: me adapto y me fijo en cuándo salgo. Evito, por ejemplo, ir a lugares donde puedo encontrarme con gente a la que le gusta el fútbol”.

¿No estaba preparado para la fama?

“Quería ser jugador de fútbol, no vedette. Me ha faltado tiempo para aceptarlo y para comprender que ya nada sería como antes. Hubo un momento en el que tenía la impresión de no poder hacer nada más, de no poder vivir de forma normal. Me ha costado bastante tiempo. Es un poco incómodo terminar el bachillerato y que los jóvenes de tu edad te pidan autógrafos. Como soy bastante tímido, no lo llevaba demasiado bien. Durante varios meses, me he escondí un poco y agachaba la cabeza por la calle para intentar evitar las miradas de la gente. No quería que me reconociera. Pero poco a poco he aprendido a vivir con eso. Ahora sé que esto forma parte de la vida de un futbolista e intento llevar una vida normal”.

¿Es posible llevar una vida normal siendo jugador del Madrid?

“Sé que no tengo una vida normal de un chico de 21 años. Al principio de mi carrera, me hubiera gustado hacer otra cosa a parte del fútbol para evadirme un poco y mantener el contacto con “la vida real”: seguir con los estudios o prepara mi futuro a través de proyectos, pero me he dado cuenta de que es bastante complicado por el ritmo de vida del futbolista. Sobre los proyectos y los estudios, ya veré más adelante”.

En la vida de los futbolistas, al margen de la fama, hay también tentaciones, ¿cómo resistirse?

“No voy a mentir. Evidentemente no hay pocas trampas. Es muy fácil dejarse llevar, pero creo que tengo la suerte de tener una cabeza muy bien estructurada y también de estar muy bien rodeado por mi familia, mis amigos, mi agente (Thierry Gras) y mi asesor de imagen (Frank Hocquemiller). Y el hecho de que en mi vida personal todo esté ordenado (vive con su pareja), por fuerza limita mucho los riesgos y te permite alejarse de las trampas”.

¿Comprende a los que caen en ellas?

“Atención, tampoco quiero parecer un ángel, clara que salgo de vez en cuando. Con 21, es normal, ¿no? No hay que olvidar que la mayoría de los futbolistas no han tenido adolescencia, han estado internados en centros de formación y sin salir casi. Muchas veces no nos damos cuenta de los sacrificios que eso representa. Desde los 13 años se nos corta todo para vivir en una burbuja. Adolescente, y por lo tanto un poco rebelde, a veces tenemos la impresión de estar un poco como en una cárcel. Por eso algunos lo recuperan, incluso en exceso, cuando consiguen un poco de libertad. No es una excusa, sólo una explicación”.

Sólo hemos conseguido encontrar una “travesura”: el día en el que le pillaron con una pistola de aire comprimido en el centro de capacitación de Liévin, ¿lo ha olvidado?

No, no creo. Debía de tener 13 ó 14 años. Estaba de moda y yo quería hacer lo mismo que mis compañeros. Cuando me pillaron, no dije nada. Todavía tengo contacto con los educadores que tuve allí. Cuando volví a visitarles hace unos meses, me enseñaron la pistola que me confiscaron, ha pasado a ser una reliquia. Allí también tuve la suerte de tener unos educadores que me han estructurado bien la cabeza para no ir por el mal camino. Todavía tengo en la cabeza alguna de las cosas que me decía uno de ellos, Alain Delory. Eran verdaderas lecciones para la vida. Me dijo, por ejemplo: “No necesitas imitar a los demás para pertenecer a un grupo. No seas de esos que hace tonterías solamente para ser aceptados”.

Nunca una palabra más alta que otra, nunca un patinazo… ¿Tan importante es la imagen para usted?

“Evidentemente todo cuenta, pero no me paso la vida calculando todo para ser un buen ejemplo. No estoy obsesionado con mi reputación y no juego un rol, sólo intento hacer bien las cosas y ser quien yo soy”.

Usted es un futbolista modelo, lejos de los estereotipos turbulentos, ¿no es un poco complicado llevar la etiqueta de “yerno ideal”?

“No es ni una carga ni hay presión, al contrario, me encanta simbolizar un poco esta renovación y sobre todo ver que la gente está más con nosotros que contra nosotros. Si eso rompe la mala imagen de los futbolistas, mejor”.

 ¿Nunca ha estado tentado por una cresta o por un tatuaje?

“Los tatuajes no van mucho conmigo. Y la cresta... sólo he probado una pequeña”.

En los últimos tiempos la imagen de los futbolistas se ha ablandado un poco.

“Los jugadores tienen su parte de responsabilidad. No podemos hacer lo que queramos porque el impacto y las consecuencias son enormes. Nunca he aceptado las etiquetas, no me gusta meter a todos los jugadores en el mismo saco. Desde el colegio me han señalado porque soy futbolista. En mi escuela, que sólo acogía a futbolistas, éramos mal vistos, parecíamos como “pequeños tontos pretenciosos”. Por eso estoy en contra de las etiquetas desde los 7-8 años. Son como caricaturas. Claro que a veces hay casos, pero no es la mayoría”.