Cristiano Ronaldo apunta al Liverpool y al récord de Raúl

Hasta hace solamente catorce días, el Real Madrid nunca había ganado al Liverpool. Sus derrotas habían sido pocas, pero dolorosas: la final de la Copa de Europa de 1981 (1-0), una revancha fallida en el Bernabéu (0-1) y el chorreo de Anfield (4-0). Desde hace dos semanas el Liverpool ya no es una bestia negra, ni siquiera roja. El 0-3 conseguido por los madridistas el pasado 22 de octubre no sólo fue la peor derrota europea del Liverpool en su estadio; también supuso una conquista territorial y espiritual, algo así como una corrección histórica.

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Obsérvenlo, si creen que exagero. El equipo que dominó el Continente a finales de los 70 y principios de los 80 (cuatro Copas de Europa en ese tramo), el club que mandaba sobre el Madrid en enfrentamientos directos, se presenta hoy en el Bernabéu como si nada de eso hubiera existido. No digo que el Liverpool pida clemencia, no llega a tanto. Simplemente se deshace en elogios hacia su rival, sin otra aspiración que los milagros que el fútbol nos regala de vez en cuando.

Venerable. Para el madridismo la perspectiva ha cambiado con la misma rapidez. Nadie teme al Liverpool. Se respeta su historia y su aroma, su capacidad para seguir adornando los carteles. Su venerable condición sirve para explicar que en la tarde de ayer sólo quedaran en taquilla 33 entradas.

Sin embargo, esa no es la explicación completa. El Madrid se ha convertido en un espectáculo en sí mismo que ya no necesita del prestigio de los rivales. Desde hace once partidos, y con contadas excepciones, la intriga no es la victoria, sino la cuantía de la goleada, las muescas de Cristiano o las ocurrencias de Isco. Por eso se llenará el Bernabéu esta noche y por esa misma razón volverá a abarrotarse contra el Rayo, el próximo sábado: sólo quedan 200 entradas por venderse.

Para el Liverpool, la peor noticia es que el Madrid no sólo tiene juego, inercia y optimismo; también tiene razones. Si gana, y hay empate en Basilea, confirmará su pase a octavos como primero de grupo. Si vence, dejará en 12 su racha de victorias consecutivas, dos más de las que consiguió Ancelotti la pasada temporada.

Hay motivaciones más concretas que las grupales. Un gol de Cristiano (ha marcado en los últimos doce partidos), igualará los 71 de Raúl en Champions, récord histórico, cifra que podría superar esta misma noche, a los 29 años. No entra en esta cuenta el gol que consiguió con el United en la fase de clasificación de la Champions 2005-06, frente al Debrecen húngaro, pues la UEFA no lo computa para la Champions, pero sí para el cajón más genérico de goles en Copa de Europa.

No es por molestar, pero cada medalla del Madrid se acompaña de un lamparón del Liverpool. Los reds han ganado dos de sus últimos siete partidos en la Premier y han perdido el último, contra el Newcastle de Ayoze. Si la pasada temporada terminaron el campeonato en segunda posición con 101 goles (50 en contra), ahora, después de diez jornadas, han marcado 13 y encajado 13, malos y lúgubres números.

De mucha de esa penuria se culpa a Mario Balotelli, delantero de 20 millones de euros, dos goles en 13 encuentros y neuronas dispersas. No es extraño que la afición del Liverpool especule con los nombres de Cavani o Higuaín, porque de alguna manera tiene que entretener la espera.

Con Gerrard de retirada (34 años) y Sturridge lesionado (viajó pese a todo), el Liverpool sólo presume de Sterling (19), tanto, que ya imagina su futuro en el Madrid.

Regreso. A los alicientes habituales, Ancelotti incorpora hoy la duda (filosófica) de Bale, que ya está disponible y tendrá minutos, razonablemente desde el banquillo. Varane entrará para dar descanso a Pepe o Sergio Ramos y Arbeloa cubrirá la baja de Carvajal (lesión en los isquiotibiales).

Es Champions, el visitante es ilustre y se juega en el Bernabéu, bastaría eso. Pero hay más. Lo dicho y lo que quedó por decir: Modric, James, Isco, Benzema...