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Café, copa y fútbol

Los Morancos: “El Clásico del sábado lo va a ganar el Madrid”

El humor de Los Morancos tiene un calibre especial, como el sabor de la Sevilla de sus amores. La comedia y el disparate más bizarro se mezclan en su puesta en escena.

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Los Morancos: “El Clásico del sábado lo va a ganar el Madrid”
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—Los Morancos son dos y, como los pimientos de padrón, a uno le va el fútbol y al otro no.

—César Cadaval: Aquí el futbolero soy yo.

—Jorge Cadaval: Bueno, no te pases porque a mí los boleros me gustan un montón.

—C. C: Fut…bolero, he dicho fut...bolero.

—J. C: ¡Ah, vale! No te había oído lo de fut…

—C. C: Yo me veo todo el fútbol que puedo. Hombre, sobretodo, sigo a mi equipo, que es el Sevilla. Y de la Liga inglesa no me pierdo casi nada.

—J. C: Eso es verdad, está todo el día dale que te pego con el mando.

—¿Y un forofo como usted, del Sevilla, tiene segundo equipo?

—C. C: Un seguidor del Sevilla no tiene segundo equipo, puede ser del Sevilla Atlético, pero bueno, me ha encantado el fútbol que ha hecho el Barça.

—J. C: No digas eso porque a ti lo que te tira es el Madrid.

—C. C: Hombre, si, tengo muchos amigos en el Real Madrid y tiro más por ahí, es verdad. Pero mi caso es raro. Un sevillista solo es del Sevilla.

—¿Quiénes son sus mejores amigos del Madrid?

—C. C: Sergio Ramos es uno de ellos.

—¿Y qué le queda a Sergio de su etapa sevillista?

—C. C: Le queda mucho. Sergio se ha criado en la cantera del Sevilla y eso no se olvida nunca, pero, lógicamente él ahora se siente madridista. Le ocurría lo mismo a Rafa Gordillo, que es compadre mío porque le bauticé a una hija, que nunca olvidó su cuna del Betis aunque se consagrara en el Real Madrid.

—¿Y a usted, Jorge, algo le interesará del fútbol?

—J. C: A ver, yo voy a explicar una cosa para que veas lo que entiendo de fútbol. Un día estaba en el Juan Carlos I de Barcelona y escuché discutir a un matrimonio argentino. Y yo me decía, ¡ay que ver esta pareja las voces que se están pegando! Y me volví a mi hermano y se lo comenté: ¿tú ves la vara que se están dando estos dos? Y resultó que ese matrimonio era Maradona con su señora. Y yo no tenía ni idea de quién era Maradona, así que ya ves el conocimiento que tengo de fútbol. Cero patatero.

—¿Y si ahora estuviera aquí Cristiano no le reconocería?

—J. C: ¡Hombre, sí, a Cristiano, sí! Y a Messi. Pero es que yo no sé ni lo que es una falta… bueno, sí, cuando no tienen la regla las mujeres.

—¿Tienen ustedes muchos fans en el mundo del fútbol?

—C. C: Muchísimos, Sergio Ramos, por supuesto, porque, además es muy amigo nuestro, pero no sólo hay futbolistas que vienen a vernos.

—J. C: ¡De todos los deportes! Del motociclismo, del tenis, y te sorprenden recordándote parodias y sketches que yo ya me he olvidado. El único que no ha venido nunca ha sido el Dragutinovic ese del Sevilla, con el que tuvo un problemilla César.

—C. C: ¿Y tú porque tienes que recordar esas cosas?

—Con ese serbio usted llegó a las manos.

—C. C: Bueno, más bien él llegó con sus manos a mi cara. ¡Menuda hostia me pegó!

—¿Y eso cómo fue?

—C. C: Pues yo iba a recuperarme con los fisioterapeutas del Sevilla de una caída de un caballo que sufrí y por ahí andaban varios jugadores del Sevilla y yo les gastaba bromas según me los cruzaba. Y todos se descojonaban menos el serbio este que llevaba tres meses en el equipo y no le sentó muy bien el chascarrillo y me soltó un bofetón de órdago.

—¿Y no le respondió?

—C. C: Los que estaban por ahí me decían, coge un palo y atízale. Y yo: ‘sí, lo que me voy a coger es un taxi y me voy pitando a casa’. Pues no estaba cuadrado el tío ni nada. Pero luego se arregló todo gracias a nuestro amigo Suker.

—¿El fútbol se presta mucho a la parodia?

—J. C: Muchísimo, pero aquí en España hay mucho pudor, mucha vergüenza, no se sueltan con facilidad los deportistas famosos. En Estados Unidos es habitual que estrellas del baloncesto, el fútbol o el béisbol pasen por programas como Saturday Night Live y se prestan a todo tipo de historias, pero aquí cuesta más.

—Mourinho habría sido una mina.

—C. C: Pues no sé qué quieres que te diga, porque no sé dónde se le puede ver la gracia al Mourinho ese. Me parece un pedazo de entrenador, pero dudo mucho que tenga sentido del humor, aunque no le conozco personalmente.

—J. C: A mí me daba mal rollo el tío ese, aunque a lo mejor luego así, en corto, era estupendo.

—Les caía mejor Guardiola.

—C. C: A mí Guardiola me ha caído siempre bien.

—J. C: A mí también, parecía más agradable, a lo mejor escondía algo, pero cara al público no era tan gruñón como el otro.

—¿Los del Sevilla son más piadosos con los béticos ahora que están en Segunda?

—C. C: De ninguna manera. Lo que queremos es que el Betis siga palmando igual que ellos quieren lo peor para el Sevilla, y ya está. Hombre, tengo que decir que yo ya no soy tan abertzale en esto del fútbol como lo era antes. En todas las familias hay béticos y sevillistas. Y muchas veces pienso que si los dos están en Primera es mucho mejor para la ciudad. Pero, eso sí, siempre que el Sevilla quede por encima.

—¿Pediría el indulto para su amigo, el expresidente del Sevilla, José María Del Nido?

—C. C: Del Nido es mi amigo y yo creo que, aparte su deuda con la justicia, ha sido el presidente más importante de la historia del Sevilla. Dicho esto creo que hay que respetar las sentencias judiciales y cada uno tenemos que ser responsables de lo que hemos hecho y si Del Nido ha cometido un error pues tiene que pagarlo, como nos ocurriría a cualquiera. Como amigo le deseo lo mejor y no me gustaría que estuviera en la cárcel.

—¿Ha ido a visitarle a prisión?

—C. C: No he podido, pero he pedido a los hijos que me busquen un huequecito para ir a verlo. Igual que quiero ir a visitar a la cárcel a mi amigo José Ortega Cano. En estos momentos difíciles hay que estar con los amigos.

—Volviendo al fútbol, ¿a quién ve más fuerte de cara al Clásico, al Madrid o al Barça?

—C. C: Están los dos bastante bien, pero creo que en el Bernabéu va a ganar el Real Madrid. Este año veo al Madrid muy bien y con una enorme potencia en la delantera.

—¿Qué les parecería que se parara el Real Madrid-Barça en el Bernabéu para homenajear a Messi por su récord de goles?

—C. C: Quien haya propuesto parar el partido es un demente, se la ha ido la cabeza. No sé, todavía al final a lo mejor tendría algo de sentido, pero en el Bernabéu me parece un poco raro hacerle eso a un jugador del Barça.

—Han triunfado con su espectáculo en Barcelona, ¿cómo encaja su tipo de humor tan español en Cataluña donde ahora corre tanto aire de independencia?

—J. C: En Cataluña siempre nos han recibido con un cariño tremendo. En esa tierra nos quieren muchísimo, y nosotros a ellos, teniendo en cuenta que nuestra madre es de puras raíces catalanas. La última vez estuvimos en Barcelona seis meses con el teatro lleno todas las noches y la gente nos pide que volvamos pronto.

—A usted, Jorge, no le irá mucho el fútbol pero se le ve cachas y fortachón de gimnasio.

—J. C: A mí me encanta la natación y, sobre todo, la gimnasia deportiva.

—C. C: ¡Menudo es este! Cuando llegamos a un hotel yo pregunto primero por el bar y él por el gimnasio.

—El futbolista era César.

—Yo le daba bien y estuve en los infantiles del Sevilla, pero me gustaba más la farándula que correr detrás del balón. Duraba 60 minutos en el campo como mucho. Y el entrenador sabía que la noche anterior me la había pegado gorda. Yo era un interior muy fino, era Morante de la Puebla.

—Tenía pellizco.

—Mucho, un virtuoso. Mira, una vez le hice un regate a uno durante un partido y yo mismo dejé de correr y me dije: ‘¡Olé!’ Y dejé el balón y lo dejé todo porque después de la belleza que había construido ya no había nada mejor que hacer. Y el entrenador, que no daba crédito, me sacó del campo. Y todos mis compañeros muertos de risa, pero es que eso que hice no se podía aguantar.

—Jorge, ¿y usted de niño cuando veía un balón qué hacía?

—Se lo daba a mi hermano, a mí es que el balón me daba no sé qué. A mí me hubiera gustado cuando era un niño que en Sevilla hubiera existido una escuela de gimnasia con paralelas, un potro y cosas de esas.

—Sevilla es un sitio delicado para un futbolista profesional.

—C. C: Muy delicado para un futbolista, sobre todo a partir de febrero y marzo. Decía Luis Aragonés que los diez últimos partidos de Liga son los más importantes y hay que estar muy en forma, pero en la primavera empieza el lío en Sevilla y hay que estar atento y fino para resistir las tentaciones. Está la Semana Santa, la Feria y muchas cosas más. Aunque hoy en día las cosas han cambiado bastante y los futbolistas son más profesionales.

—Al final, ni fútbol ni gimnasia, acaban en el mundo del espectáculo, ¿cuándo descubren que son un dúo de cómicos?

—C. C: Yo no empecé con Jorge haciendo humor, yo hacía pareja con un amigo y actuábamos en un bar de Sevilla y allí se plantó mi hermano al enterarse. Y en mitad de una parodia que estábamos haciendo del papa Clemente, el del Palmar de Troya, Jorge se subió al escenario por una apuesta que había hecho, se metió en medio del número y empezó a improvisar y la cosa quedó muy apañada. A partir de ahí seguimos los tres hasta que el otro se fue descolgando y quedamos mi hermano y yo solos hasta ahora, 35 años después.

—En todo este tiempo no han parado de trabajar, y con gran éxito, ¿cómo les ha afectado esta crisis?

—J. C: Hemos tenido trabajo pero nos hemos ido adaptando a las circunstancias y nos hemos tenido que hacer empresa. Eso significa más riesgo, y si la gente no va una noche al teatro ese día no cobras.

—¿Estos malos tiempos han sido buenos para la comedia?

—J. C: La gente siempre tiene ganas de reírse y agradece que les saques una sonrisa y les sacudas el mal rollo que les rodea.

—C. C: Precisamente ahora la gente está más necesitada de pasar un rato bueno que en otros tiempos más favorables. Que vengan a vernos al Teatro Apolo de Madrid y se van a enterar de lo que es bueno. Palabra.