“Iker Casillas no se gusta a sí mismo, se le ve como agobiado”
David de María se apasiona hablando de fútbol, ama al Madrid sobre todas las cosas y confiesa, en Las Estaciones de Juan, que la música ha arrebatado al fútbol un gran central.

—¿Dispuesto a desnudarse futbolísticamente hablando?
—Cuando uno acepta un reto tan bonito tiene que estar dispuesto. Les diré que yo soy lector asiduo de información deportiva, pero cuando vamos en carretera con los músicos y técnicos, el AS va pasando de mano en mano. Siempre la contraportada anima un viaje de muchos kilómetros.
—Y en la furgoneta, ¿se impone el criterio madridista del líder de la banda?
—Viajamos con dos italianos que son del Nápoles a muerte; otro del Tenerife, que les recuerdo nos quitaron dos Ligas; el técnico del sonido es del Granada y, cómo no, tengo dos atléticos, así que fíjese si hay pluralidad en las giras. Eso sí, tengo que puntualizar que yo primero soy del Real Betis Balompié y después del Real Madrid. Y, por supuesto, de mi Jerez Deportivo, que estamos reseteándonos como hizo el Málaga en su momento.
—¿Nota ciertas convulsiones en la Selección?
—Todavía estoy instalado en la nostalgia post Mundial. Da la sensación de que nos acercamos peligrosamente a esas etapas que ya parecían superadas cuando nos eliminaban siempre en octavos o cuartos. Es como retroceder en el tiempo.
—¿Se podrían haber evitado estas desazones si se hubieran hecho las cosas de otra manera después del Mundial?
—Con todo el respeto del mundo creo que el Mundial se preparó muy mal y luego no había un plan B para el caso de una eliminación tan catastrófica. El resto de equipos se van actualizando y nosotros nos hemos creído muy toreros pensando que aquellos jugadores resolutivos iban a durar siempre.
—¿España tiene pendiente la revolución completa?
—Los ciclos los marcan los estilos de los jugadores de cada momento. España siempre va a ser un equipo de toque porque somos técnicos. Nos gusta jugar así. Nosotros nunca hemos ganado los cien metros lisos. Hay jugadores como Jesé que demuestran que también somos rápidos, fuertes y que se puede jugar como a los madridistas nos gusta que juegue el Madrid. Más al ataque, más directo. Y ahí es donde tiene que moverse don Vicente y su equipo técnico. La revolución tiene que ser en sintonía con los jugadores nuevos y los veteranos que haya son los que se tienen que acoplar a los nuevos jugadores que vengan. El fútbol va hacia los atletas más que a los artistas y demasiado que hemos ganado con los nuestros.
—Dentro de esa renovación, se fueron Xavi, Villa, Alonso, ¿qué pasará con Casillas?
—Pues creo que lo de Casillas depende de él, de su propio equilibrio emocional y de que le vuelva a gustar coger la guitarra. Porque si yo me subo a un escenario y no me gusto cantando probablemente no voy a hacer buenos conciertos. Y desde hace tiempo da la sensación de que Iker no se gusta, no está cómodo en el campo; se le ve como agobiado.
—¿Iker no se gusta?
—Casillas no se gusta a sí mismo. Y así no se puede parar bien. Y hago esa comparativa porque a mí me pasa. Nos perdemos, a veces no te encuentras contigo mismo. Y el propio Iker ha sido referente para porteros jóvenes que ahora vienen con ese punto de desarrollo que le sobrepasan. Insisto que a mí me pasa: escucho a gente con una técnica vocal, tocando el piano increíble y hay veces que te acojonas y pierdes un poco esa fe en ti mismo. Pero precisamente el escenario es lo que te vuelve a reenganchar y a vivir en el precipicio de esta forma de vida. Que Iker siga en la Selección y en el Real Madrid depende de él porque condiciones tiene todavía y carisma le sobra. Como madridista lo amo, quiero a Iker, forma parte de mi adoración por el Real Madrid y por una forma de vida. Los que somos del Madrid lo somos por muchas cosas.
—¿Cómo ve a este Real Madrid tan reforzado pero todavía dejando algunas dudas?
—De momento es una temporada ilusionante porque no siempre se puede arrancar como campeones de Europa. Ojalá que esto nos motive el doble. A nivel de plantilla tenemos la mejor del mundo. Con la entrada de Toni Kroos en el centro del campo, James y la BBC tenemos un equipo incomparable. Y ojo al gato de Keylor Navas, que ahí tenemos un repuesto garantizado en la portería. En la defensa tenemos un futbolista como Nacho que también nos fija el futuro, igual que Carvajal y Varane. Con Sergio hacen una defensa de lujo.
—¿Le quedan al Cholo reservas energéticas después de todo lo conseguido el año pasado?
—Creo que sí. Por él y por su preparador físico, que son las claves de este Atleti. El profe Ortega es una figura que me fascina, el otro gran activo de Simeone, un motivador nato. Es tan auténtico que puede a los futbolistas, es un flamenco de la preparación física porque hace las cosas muy de verdad. Esa combinación técnico-físico es la clave. Y por eso creo que el Atlético puede hacer una campaña similar. A Gabi le han convertido en un fabuloso centrocampista, a Juanfran en un lateral increíble, Raúl García es un jabato. Ese rollo de la motivación es vital para la carrera de un futbolista.
—¿Y en el Madrid existe esa figura?
—Creo que sí, que nuestro motivador puede ser Fernando Hierro. A mí me encanta porque es el típico hombre del fútbol que igual que te abraza y te da cariño, te exige lo máximo, que llegues hasta el final. Hierro, si le dejan, puede ser un hombre clave en este Real Madrid. Sigo creyendo en la caballerosidad de Ancelotti y en que es un romántico del Madrid. Y si quiere a Hierro es porque necesita más carácter a su lado.
—¿Y en una banda de música quién es el motivador?
—Lo compararía con ser un entrenador que a la vez tiene que parar balones, meter los goles y además saber jugar al fútbol. Pero depende del equipo que lleves. Nosotros somos amigos. Eso es clave, porque nos respetamos y me rodeo de gente profesional y autosuficiente, precisamente para darnos energías mutuas. Tengo la suerte de poderme jubilar más tarde que los futbolistas. Con mi edad es ahora cuando estoy encontrando el equilibrio.
—Háblenos de su época de futbolista.
—Mi ídolo era Manolo Sanchís. Jugué en un filial del Betis, del que salió Quique Romero, que fue internacional y jugó en el Valencia; coincidí con Poyatos, con Paco Luna, que jugó en el Albacete. Yo jugaba de enlace con el centro del campo o bien de lateral derecho.
—Dicen que se le daba bien.
—Pueden ustedes hablar con Antonio Fernández, que fue director deportivo del Valencia y trabajó en Sevilla con Monchi, y les puede contar que pude llegar a ser un buen defensa central. Además Antonio, que fue bailaor hasta que se rompió el ligamento y se metió al fútbol, fue la persona que me animó a dedicarme a la música, costeando el grupo y pagando maquetas. Un fenómeno al que le debo mucho.
—¿Ha cambiado mucho el mundo de la música, las bandas, el mito de la carretera?
—Sobre todo ha evolucionado. Reconozco que he llegado a conocer lo que es estar al borde de no controlar ni tu propia salud. Es importante un entorno sano que se tome en serio la profesión. Me acuerdo que al principio, después de cada concierto, nos pegábamos una fiesta como si hubiéramos ganado la Champions; salíamos a celebrarlo como salvajes. Imagínense así una gira de 120 conciertos. Hay que dosificarse. Y le hablo con el conocimiento de causa del que se ha visto unas cuantas veces perdido. He aprendido a saber de quién me tengo que rodear y a saber decir: ‘Señores, estamos muy a gusto pero me voy a dormir que mañana tenemos otro concierto’.
—Precisamente hubo un momento de descontrol que le obligó a parar y retirarse.
—Claro, precisamente por eso, porque hay un momento que no te da tiempo a digerir lo que te está pasando y todo va a tal velocidad que te lleva a cometer errores enormes. Recuerdo que monté un café teatro en Jerez con el torero Juan José Padilla y nos lo habíamos imaginado tantas veces que a la hora de la verdad nos gastamos una pasta que por poco fue nuestra ruina. Se vive demasiado en la exaltación de la amistad y cuando estás tan eufórico das palos de ciego con los negocios. Me tuve que escapar a mi rincón de Sancti Petri y volver a empezar.
—¿Y cómo ha gestionado esa sobre exposición en los medios del corazón?
—Lo llevo fatal y me ha hecho mucho daño. Dentro del desorden de vida que acarrea la música y la carretera, no he dejado por ahí ningún alma rota y eso no es fácil. Sin embargo, el salir en los medios te afecta a nivel creativo y me vinieron un montón de problemas juntos.
—¿Ha encontrado definitivamente su estilo?
—Bueno, uno siempre se reinventa. Toda la vida he intentado hacer canciones que se puedan tocar con una guitarra. Me he criado escuchando el flamenco puro de mi tierra, pero luego también me gustaba la música pop, el rock y encontré esa especie de fusión con grupos como Triana, Alameda, El último de la fila, que hacían rock sinfónico con los aires del flamenco. Y al final encontré mi camino haciendo canciones melódicas, poperas, sin que nadie me pueda quitar mi punto andaluz, porque nací en Jerez de la Frontera y aunque no cante soleás, ni bulerías, sí que lo llevo dentro y cuando interpreto mis canciones me sale el pellizco de mi tierra.
—¿Hacia dónde van David de María y su Real Madrid?
—Me haría muy feliz ver al Madrid conseguir un triplete: Liga, Champions y Copa. Creo que este equipo es muy capaz de conseguirlo. Y en lo personal, estoy muy feliz de haber cantado con Leire de La oreja de Van Gogh la banda sonora de Ocho apellidos vascos. Me la piden en mis conciertos. Acabo este mes la gira en Zaragoza y luego tengo un proyecto muy bonito para Navidades en mi tierra, en el teatro Villa Marta. Y en 2015 sacaremos nuevo álbum.