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CELTA

Nolito: "Mi deseo es jugar algún día la Champions con el Celta"

El mejor jugador de la Liga en septiembre cumple 28 años y lo celebra con AS. Repasa su trayectoria en Vigo y analiza los sacrificos en la carrera de un futbolista.

Actualizado a
Nolito celebra su cumpleaños con AS en el Restaurante Beta.
SALVADOR SASDIARIO AS

Al grano, ¿pesan más los años o no ir a la Selección?

(Sonríe). Los años un poco más. La Selección siempre está ahí y siempre se puede ir. La esperanza es lo último que se pierde.

Después de soplar las velas, le dejo pedir un deseo.

Te pediría dos: ir a la Selección española y jugar algún día la Champions con el Celta.

Pone usted el listón muy alto. ¿Y para cuándo?

El listón siempre hay que ponerlo alto. Si se mantiene la estructura de este equipo y las cosas se siguen haciendo bien, en dos o tres años se puede intentar. Está claro que nuestro objetivo este año es la salvación, pero en un futuro se puede aspirar a más.

Vamos a analizar su primera temporada. Llegó como estrella y le costó adaptarse.

Fue un cúmulo de cosas. El Celta había pagado un dineral por mí, vine de la mano del míster, las cosas no me salían como quería y tuve también problemas familiares. Se me juntó un poco todo y cada vez que jugaba no me salía. Me vino bien que el míster me dejara suplente.

¿Sufrió mucho?

Sí, a nivel deportivo y personal. A mí me gusta mi trabajo y venía con ilusión al Celta. El club y el míster apostaron por mí y las cosas no me salían. Después tuve problemas personales, que también te influyen a la hora de jugar. Se juntó todo y me agobiaba. Lo pasé bastante mal.

Tengo la sensación de que le da muchas vueltas a las cosas.

Sí, soy muy exigente con mi trabajo. Me emparanoio. Siempre pienso más cuando juego peor, pero a veces juego bien y pienso que lo podía haber hecho mejor. Soy así y así moriré.

¿Es usted su peor enemigo?

Creo que sí. Cuando llegué siempre pensaba en que quería meter diez goles, pero tampoco te puedes obsesionar con eso. Al final cuando vas a divertirte y ser feliz, las cosas salen mejor.

Hablemos de Luis Enrique.

Fue uno de mis padres deportivos. Me tocó vivir una época dura cuando coincidí con él. Murió mi abuelo y él me ayudó mucho. En el Barça B fue donde me empecé a tomar el fútbol en serio, me di cuenta que podía vivir de esto. Siempre me metía caña para que cuidara el peso.

En verano tuvo una oferta mareante. ¿Qué pensó en ese momento?

Pienso que es mucho dinero y que económicamente solucionaría tres vidas: la mía, la de mi hija y la de mi nieto, pero pienso que con lo que tengo es suficiente. Valoro más que mi niña lleva cuatro años cambiando de ciudad.

¿Estará aquí muchos años?

En el fútbol nunca se sabe, pero lo que tengo muy claro es que sólo saldría para marcharme a un grande. Por dinero no me voy a ir.

Para que luego digan que los futbolistas son mercenarios...

Es muy fácil decir eso, pero tú estate aquí todos los días entrenando y aguantando a gente que te insulta cuando las cosas van mal. En pretemporada, cuando empieza el verano, te tienes que ir a entrenar mientras tus amigos están en la playa. Claro que ganas dinero, pero tiene un sacrificio que no se valora. Yo no sé lo que es la juventud. La he perdido y eso ya no vuelve. No he visto crecer a mi hermano. Me perdí el bautizo de mi sobrino... Muchas cosas.

Usted jugó en la calle y se nota en el campo. ¿Se está perdiendo ese tipo de futbolista?

Totalmente. Los niños se están quedando tontos perdidos con los videojuegos y los móviles. Se está perdiendo ese fútbol callejero. Nosotros jugábamos treinta niños en equipos de cinco y si te metían dos goles te ibas fuera. Allí sí que disfrutabas, aunque fuera con un balón roto.