NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

ESPANYOL

El Espanyol y la Riera, vecinos pero forasteros

Un lustro después del aterrizaje del estadio perico en la Riera, la convivencia con el barrio sigue frustrada. La última, el cierre provisional de bares.

BarcelonaActualizado a
Aficionados del Espanyol
Carlos MiraDIario AS

Teníamos el barrio más tranquilo de Cornellà, y ya estábamos bien comunicados por carretera y transporte público. Sí, el Splau ha dado vida, pero ha matado al Eroski, ya teníamos dos centros comerciales cerca. Y nos regalaban los oídos diciendo que nuestros pisos se iban a revalorizar, pero eso es falso. Yo incluso me he planteado irme de aquí”. Así es el alarmismo que AS se encuentra en la Asociación de Vecinos de la Riera, el barrio que acoge desde hace cinco años el estadio del Espanyol, en una asamblea improvisada con tres de sus miembros para atender a este diario. Lo primera sorpresa es mayúscula: “Preferimos no dar nuestros nombres, no vaya a haber represalias”. ¿Pero por qué?

“Nunca se sabe. Más del 90 por ciento de la afición del Espanyol es impecable, familiar, pero hay un sector muy reducido que hace mucho ruido, que molesta y comete actos incívicos. Las autoridades les conocen pero siguen viniendo, no lo entendemos”. He aquí la raíz, según estos vecinos, del último gran problema de convivencia entre el Espanyol y la Riera: el cierre de los bares de la calle Riereta, donde se concentraban multitud de aficionados antes de los partidos. El local de la peña perica de Cornellà es, de hecho, uno de los damnificados, pues se ubica allí. Y su presidente, Xavier Edo, admite que “hubo problemas de incivismo antes de los partidos contra Sevilla y Getafe, pero pagamos justos por pecadores. Nosotros mismos limpiamos la calle cada día de partido”. El Ayuntamiento optó por cerrar los bares al menos durante dos jornadas, y probar experimentalmente con unas carpas situadas delante del Splau. “El Ayuntamiento nos citó un día y nos dijeron que querían abrir unas barras en la vía pública para cerrar los bares”, abundó el propio presidente del Espanyol, Joan Collet, el domingo en el ‘Hat-Trick’. “Dijimos que no estábamos de acuerdo, que no nos gustaba la idea, pero ellos lo consultaron con los Mossos d’Esquadra, y nuestra sorpresa fue que estos dieron su ‘ok’, que no veían problemas. El Espanyol ahí no puede hacer nada”, lamentó.

En su primer día de funcionamiento, antes del Espanyol-Real Sociedad, las carpas apenas atrajeron visitantes. “La gente se acabó yendo a bares cercanos a Riereta”, explica Edo. “Nosotros no tenemos nada que ver con el cierre —tercian desde la Asociación de Vecinos— y, de hecho, entendemos que un día de partido arregla el mes a cualquier bar, pero ni el estadio ni la zona para beber pueden estar a solo 70 metros de las viviendas. No hay espacio aquí, en un barrio de 4.000 habitantes y calles estrechas, para 20.000 personas... ¡Y no hablemos del día del derbi!”, exclaman.

Sin solución. Los vecinos lamentan que “el primer año, nosotros ya propusimos montar carpas en la zona industrial donde ahora aparcan los autocares de peñas. Así se hubiera instaurado como normal entre la afición. Pero los propietarios no quisieron”, admiten, por el coste que les suponía pagar el ‘stand’ y la seguridad.

“Una vez se construyó el estadio en un lugar tan inadecuado, ya no hay solución posible, solo prevención. Los vecinos tenemos que montarnos el fin de semana en función de qué día y a qué hora juega el Espanyol”, alertan, “porque desde horas antes hasta después de los partidos no podemos entrar y salir con el coche”. “Hemos sufrido batallas campales, el día del derbi, nos hemos manifestado... Las aglomeraciones aún se aguantaban, pero no los radicales. La suerte es que aún no ha pasado nada grave”, apuntan. “Y aún estamos esperando que el club se presente, cinco años después”,sentencian.