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Athletic

Duro gabinete de crisis en un Athletic que está irreconocible

“Estamos tocados”. La frase de Valverde, acostumbrado a no realizar afirmaciones altisonantes, ha dejado claro que el Athletic camina muy herido y de momento sin cura.

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Duro gabinete de crisis en un Athletic que está irreconocible
Atlas

De repente, da la sensación de que la plantilla que sacó 70 puntos en Liga el año pasado ya no sabe a lo que juega, le falta oxígeno en los pulmones y el cerebro. Necesita apoyo, dar con la tecla ya… La visita al Bernabéu puede recolocar al equipo en descenso y mantenerse en Europa dependerá del doble enfrentamiento ante el Oporto, líder del grupo. El gabinete de crisis rojiblanco se reunió ayer en el aeropuerto de Minsk durante veinte minutos. No hay tiempo que perder.

Las caras de todos eran ayer un poema tras no pegar ojo por la pesadilla y el madrugón para volver a Bilbao. Técnicos, futbolistas, dirigentes, seguidores y periodistas hacían corrillos antes de las cuatro horas de avión que devolvían al Athletic a su entorno, que está de uñas por cierto. Se buscaban causas del desplome, futbolísticas y no. Hubo grupitos por todas las esquinas. Sin importar ser observados, y eso que son gente a la que les va la discreción, el cuerpo técnico de Ernesto Valverde hizo un cónclave. Allí estaban Txingurri; su segundo, Jon Aspiazu; el ayudante de vídeo, Alberto Iglesias; y José Antonio Pozanco, el preparador físico al que se veneraba el año pasado y ahora se cuestiona por qué los jugadores están sin chispa cuando sólo llevan diez partidos oficiales.

Amorrortu y Larrazabal. Josu Urrutia entendió que era momento de estar allí, mientras el director deportivo, Jose Mari Amorrortu, y el de cantera, Aitor Larrazabal, se quedaban al margen, en un segundo plano. La plantilla, cariacontecida, purgaba con el asunto en la otra punta de la terminal, tragando saliva con el dolor y la frustración. Pensaban quizás que ya tenían sabida la lección. El fútbol es muy cambiante y depende de los estados de ánimo. Muniain, de los más enteros sobre el campo, buscaba hombros en que apoyar el dolor. Como cuando se subió al avión tras el fiasco de Bucarest. Es ganador y le duele. A Aduriz casi se le saltaron las lágrimas cuando tuvo que dar explicaciones en la zona mixta: “No se puede seguir así”.

Se buscan motivos, no culpables. Es momento de cerrar filas, creer en el grupo, apechugar con los pecados cometidos y resetear la mente de los futbolistas. No puede ser que la sola marcha de Herrera, por importante, provoque un desplome tal. Como punto de partida, se cree que el equipo ha acusado el subidón que produjo superar la ronda ante el Nápoles. Algo similar les sucedió en la Champions con Luis Fernández, en la 97-98. Sufrieron para pasar al Tiflis y, curiosamente, empezaron con un empate en casa ante el Rosenborg y una derrota en Estambul. 2-1 pero mucho más digna. Y luego tocó ida y vuelta con la Juventus. El equipo fue sumando puntos en Liga como una hormiguita.

“Vamos a salir adelante, creo en el equipo y daremos la talla en Liga y por supuesto en Champions”, dijo una voz importante a AS. Es momento de que el propio Valverde analice si está tocando demasiadas teclas para afinar la música o si hay que dar un papel a actores secundarios. Dio un golpe reclamando actitud y eso ha tenido que escocer. No lo hace para ponerles contra la pared por falta de profesionalidad, sino para que reaccionen con entereza. El otro análisis es el del juego. Toca pormenorizar si hay que presionar más fuerte, más unidos. Si Iturraspe tiene que venir más a recibir de los centrales, si hay que asociarse en banda como el año pasado, si no se puede dejar tan solo a Muniain en la pelea… El equipo es irreconocible y hay que devolverle la figura.

Sigue el minuto a minuto de la final de Copa del Rey: Athletic vs Barcelona online en AS.com.