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Café, Copa y Fútbol | Pitingo

“Se equivocan; Casillas no está acabado, tiene cuerda para rato”

Pitingo es un gitano que desafió la ortodoxia del flamenco y consiguió fama, dinero y críticas feroces. Hoy vuelve a sus orígenes. Se muestra sereno y feliz.

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“Se equivocan; Casillas no está acabado, tiene cuerda para rato”

Vuelven la Champions y el Madrid goleador...

—Sí, ya era hora, han tardado cinco o seis partidos pero cuando hay tantos cambios se necesita tiempo para que lleguen los goles. El Madrid es un equipo que si no encuentra los goles pierde el norte y lógicamente la afición se impacienta.

—¿Qué es lo que necesita el Real Madrid?

—El Madrid lo que necesita es acoplarse. Y lo hará en poco tiempo. Cada cambio lleva su tiempo. Hay que buscar el compás. Yo creo que los cambios siempre son buenos.

—’Cambio de tercio’, su nuevo disco, supone precisamente un cambio de registro importante.

—Pues sí, me apetecía. Han sido dos años de desconectar un poquito de todo para estar tranquilo y pensar qué es lo que quería hacer, y creo que era un buen momento para volver a hacer flamenco.

—Había terminado una etapa y decidió volver al origen.

—Sí, a veces dar un paso atrás es dar veinte hacia adelante. Es lo mismo que le digo a la Selección. Mirar para atrás a veces es mirar para el futuro. En mi caso es importante porque vivimos un momento en el que el flamenco está un poco de capa caída. Se han ido por desgracia algunos genios como Paco de Lucía o Enrique Morente, entre otros, y creo que por ellos había que hacer flamenco.

—Ha vuelto con lo que arrancó, el flamenco puro. Esta travesía previa que le dio fama y dinero también le dio muchos palos.

—Siempre recibí críticas. Anteriormente también. Ese sector purista te da palos lo hagas bien o lo hagas mal. De todas formas yo nunca me he apartado del todo, primero porque es imposible, porque en mi casa somos todos flamencos. De hecho yo hacía de todo: una noche estaba en un festival en Cádiz y al día siguiente en Nueva York cantando con Roger Waters de Pink Floyd. No me arrepiento de nada porque aquella forma de entender la música me hizo ser muy conocido para el gran público.

—Esto coincide con un momento personal distinto.

—Coincide con que nace mi hijo Manuel hace dos años y sí me ha cambiado la vida. También estos años han sido años de mucho estrés, de darte cuenta de muchas cosas. La farándula, lo que rodea al mundo de la música, el glamour, nunca me gustó y ahora menos. Ahí poca gente te quiere de verdad. Es algo muy complicado y te vas dando cuenta y haciéndote una coraza. Por eso muchas veces los artistas acabamos siendo raros, obsesivos, solos, porque hay mucha gente que te la quiere dar, ¿entiendes? Y hay que tener los pies en la tierra.

—Le noto cierta amargura.

—No, no. He tenido momentos que he disfrutado muchísimo. Al principio es todo muy bonito, luego cuando te das cuenta de cómo funciona el show business, por mucho dinero que ganes no te merece la pena estar rodeado siempre de lo mismo. Este disco va perfecto con la manera que tengo de pensar y de vivir. He querido hacer un cambio de tercio con mi vida en general.

—¿Qué es lo que más daño le ha hecho de esa época?

—La crítica ha sido muy dura conociendo quién era yo anteriormente. Que venía del flamenco. Pero me ha dado igual. Hacían daño profesionalmente pero no personalmente. Todos los grandes, Enrique Morente, el propio Camarón, sufrieron durante muchos años el embate de la crítica. Muchos intentaron hundirles, incluso consiguieron que no trabajasen. Porque salirse del tiesto tiene un precio. Pero gracias a eso, ha venido a verme muchísima gente joven ajena al flamenco. Ahora he decidido hacer este disco con amigos, como Miguel Poveda, Estrella y Soleá Morente o Carmen Linares y cuando me preguntan cómo lo he conseguido, les explico que somos todos amigos porque nos hemos conocido con el pelo negro y sin dinero, ja, ja.

—¿Y en su círculo de amigos hay alguien del mundo del fútbol?

—Sí, claro, y mantengo el contacto con muchos. Muy amigo mío es Guti y con Iker hablo continuamente. Después de la final de la Champions, me llamó y me dijo: “Estoy orgulloso de ser del mejor equipo del mundo”.

—Lo ha pasado mal. El último año de suplente, la eliminación del Mundial y ahora pitado por el Bernabéu.

—Sí lo ha pasado mal, pobrecito. Pero es un fenómeno, le conozco bien y se recompone. Es un tío capaz de levantarse una y otra vez. Ya lo veréis. Es un gran profesional y el que creía que estaba acabado se equivocó profundamente. Iker tiene cuerda para rato.

—¿Hablaron este verano del descalabro del Mundial?

—No, no hemos hablado. Y no lo haremos. Le aseguro que no hablamos de esas cosas. Cuando estás junto a futbolistas profesionales lo que menos quieren es que se hable de fútbol. Precisamente lo que quieren es relajarse y pensar en otras cosas y divertirse. Y si yo les digo algo o les pregunto por un partido o una competición, siempre me dicen: “Pitingo, no me hables de eso”.

—Díganos un secreto, ¿Sergio Ramos realmente canta bien o es una leyenda urbana?

—Canta muy gitano, muy flamenco, canasterito, que decimos nosotros. Canta muy bien por bulerías, por tangos canasteros, que no es cualquier cosa. Lo hace muy bien, a mí me gusta. ¡Cuántos quisieran de los que se dedican a la música! He estado con él muchas veces y me gusta Sergio cantando. También hay que recordar que es de Camas, que viene de una tierra de mucho arte.

—¿Miguel Poveda es del Ba­­rcelona­­?

—Yo creo que no. ¡No puede ser! Miguel Poveda tiene mucho arte como para ser del Barça­, ja, ja.

—¿Es difícil compatibilizar las actuaciones con el fútbol?

—Claro, pero a veces es imposible evitar que coincida. Es muy gracioso porque cuando nos coinciden actuaciones con partidos del Atleti, Juan Carmona, que es muy colchonero, sale al escenario con una radio pequeña y entre cante y cante se enchufa el pinganillo para ver cómo van los resultados. Siempre intentamos que no coincidan los conciertos con los partidos importantes porque el primero que los quiere ver soy yo.

—Díganos algún otro futbolista de arte.

—Hay unos cuantos y sobre todo en el Madrid. Les cuento una anécdota que nos hizo mucha gracia. Hace poco me fui al Parque de la Warner con los niños, con toda mi familia. Éramos treinta y tantos. Iba yo con mi primo Fernando Soto, que tiene mucho arte, y de lejos veo un tipo que me suena mucho y me saluda y, de pronto caigo y le digo: “Hombre Pepe, ¿qué pasa Pepe, cómo estás?” Y nos pusimos a hablar y a bromear y cada vez que nos encontrábamos por el Parque yo todo el rato Pepe para arriba, Pepe para abajo, hasta que al final se acerca el hombre y me dice: “Marcelo”. Y yo: “¿Qué?” Y él: “No, nada, que me llamo Marcelo”. Nos moríamos de risa y a partir de entonces nos hicimos amigos y cada vez que viene a un concierto me dice: “¿Qué tal Pitingo? Soy Pepe”. Tiene mucho arte este Marcelo, es muy simpático.

—No me ha citado a ninguno del Atleti. ¿Los tiene vetados?

—Me llevo muy bien con muchos jugadores del Atleti, sobre todo los más veteranos. Aunque se ha ido a Londres, me caía muy bien Diego Costa.

—¿Se ha hecho mayor nuestra mejor generación de futbolistas?

—Hombre, mira, a mí como a todos me hubiera gustado que ganaran el Mundial, sobre todo porque le hacía falta a este país que está pasando tantas cosas malas con la crisis. Yo, como todos, les tenía fe y le diré que se la sigo teniendo. Hay que tener fe en la vida. ¿Que están más mayores? Pues sí y los que les seguimos también. Hace poco estuve jugando al fútbol con otros artistas y creía que me moría.

—¿Y de qué jugaba?

—Yo que sé, de todos lados. Estaba arriba y me iba abajo y acabé asfixiado. Los gitanos no estamos hechos para eso. Para jugar al fútbol desde luego que no.

—¿De pequeño no jugaba?

—No, yo en mi pueblo no jugaba. Jugaban los demás. Yo les pedía veinte duros y les cobraba la cancha.

—¿Fue hijo de guardia civil?

—Sí, mi padre fue durante un tiempo guardia civil. Mi tío Diego, que en gloria esté, contaba que de joven, viviendo todos juntos, un día llamaron a la puerta y era una patrulla preguntando por mi padre. Mi tío les dijo: “Miren ustedes que aquí somos todos gente honrada y no hemos hecho nada”. Y resulta que venían porque eran compañeros de mi padre. Para los gitanos era inconcebible, pero mi padre era payo. Durante un tiempo viví en una casa cuartel pero yo no me veía ahí y mucho menos vestido de verde.

—Ni tampoco de corto...

—No he hecho deporte en mi vida. La genética de mi familia es muy fibrosa, muy delgada. Yo me cuido lo que puedo. Pero no soy una persona que haya hecho deporte.

—¿Cómo se plantea la temporada?

—Me voy a Miami, Los Ángeles, Nueva York, Puerto Rico, Santo Domingo, y vuelvo en noviembre. Ahí nos queremos meter en el teatro de la Zarzuela en Madrid y en el Palau de Barcelona. Este disco es para hacer teatro. Intentaré que en todos los conciertos haya al menos dos artistas invitados.

—Y usted es tan madridista como era Paco de Lucía o como lo es Tomatito.

—Sí, mi casa es del Madrid. Mi padre es de los que ve el partido y si el Madrid pierde se va a la cama sin cenar. Desde chiquitito soy del Madrid. Aunque le digo una cosa, no me hubiera importado que hubiese ganado el Atleti la Champions. También lo merecía.

—¿Vio la final de Lisboa?

—¿Que si la vi? Estaba con un amigo del Atlético y con el empate de Sergio Ramos, le juro que pegué un bote y me puse a bailar y a zapatear de tal manera que mi amigo se enfadó y se fue a pasear al perro. Luego ya con el resto yo no decía ni gol. Para no molestar.

—Su pronóstico para la Liga.

—Que va a ganar el Madrid. Es verdad que se han ido jugadores importantes como Di María o Xabi Alonso, pero han venido otros igual de buenos. Ancelotti dará con la tecla y el equipo empezará a funcionar. El primer paso ya se ha dado con la Champions. Ahora el equipo será imparable.