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La intrahistoria

Zidane pidió ayer un despacho propio en el Fernando Torres

El Madrid había telefoneado a los directivos del Fuenlabrada para solicitar un despacho separado del vestuario y en el que Zizou se pudiera acomodar. La respuesta fue negativa.

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Zidane pidió ayer un despacho propio en el Fernando Torres

El niño jamás vivió una jornada tan ajetreada como la que provocó ayer la visita de Zidane. La expedición blanca llegó hora y media antes del partido. Minutos antes, un representante del Madrid había telefoneado a los directivos del Fuenlabrada para solicitar un despacho separado del vestuario y en el que Zizou se pudiera acomodar. La respuesta fue negativa. Las instalaciones carecen de un cuarto que se ajustara a la petición.

Poco a poco el estadio se fue llenando de camisetas blancas y aficionados ansiosos por ver a Zidane. Poco antes de comenzar el partido, hizo acto de presencia rodeado de cuatro cámaras de televisión que no dejaron de seguirle y media docena de fotógrafos. El número de periodistas cuadruplicó lo habitual. Ocho eran franceses. Zidane saltó sonriente, con gorra negra y chándal blanco. Saludó a los 20 aficionados que solicitaron su cariño y ocupó durante un par de minutos el asiento que ya nunca más tocaría.

Calmado y sin aspavientos, dio instrucciones y animó a los suyos. Su imponente presencia provocó alguna mirada sostenida de los futbolistas del Fuenlabrada. Cosas del respeto hacia el ídolo cercano. Ya en la segunda parte, el técnico reclamó el penalti que falló De Tomas y se desesperó cuando los suyos no creaban peligro sobre la meta rival.

Con el pitido definitivo, Zidane se marchó cabizbajo al vestuario. Sólo se frenó para felicitar al técnico local. “Suerte”, le contestó un Ferreras que compareció solo en la sala de prensa. El Madrid decidió que ninguno de sus técnicos hablaría ante los medios. Protegido por un par de fornidos guardaespaldas, el acceso al cambiador blanco fue desalojado de periodistas y curiosos que esperaban cámara en mano. Zidane abandonó el estadio por una salida diferente a la de sus jugadores. Tuvo que atravesar el césped para entrar al aparcamiento donde el bus del equipo, tras un puñado de maniobras, partió de Fuenlabrada rumbo a Valdebebas.