Un portero de fe y con ángel de la guarda: Lluis Llopis

Luis Gabelo Conejo le enseñó el camino. Fue un 8 de julio de 2010 cuando Keylor Navas recaló en el fútbol español. De Barajas al despacho del presidente del Albacete Rafael Candel. Como hiciera Conejo 20 años atrás. Ese día firmó Keylor un contrato por tres temporadas con el Albacete. Nadie entonces podía imaginar que cuatro años después el Real Madrid pagaría diez millones por él.

Keylor Navas nació el 15 de diciembre de 1986 en Pérez Zeledón. Desde niño quiso ser portero y lo ha sido superando muros. El primero, el deseo y la insistencia de su padre, que fue también futbolista profesional, para que le pegara a la pelota con los pies en lugar de atraparla con las manos. Pero Keylor tenía un sueño y fe. Mucha fe. La que tiene en Dios y la que tuvo en sí mismo en los malos momentos.

Keylor llegó a España procedente de uno de los clubes más prestigiosos de su país, el Deportivo Saprissa. Lo hizo tras haber ganado seis títulos de liga consecutivos y como capitán de su selección. En el Albacete participó en 36 partidos en la única temporada en la que allí jugó. En el verano de 2011 se marchó cedido al Levante. Y en 2012 le fichó Manolo Salvador por apenas medio millón de euros, una lismona a tenor de lo que el guardameta ha dejado este verano en las arcas levantinistas. En Orriols Keylor Navas tuvo rol de suplente mientras Gustavo Munúa fue su compañero. De hecho hasta que el uruguayo abandonó el Levante, Keylor sólo había participado en 31 partidos en dos años. Pero el costarricense, lector fervoroso de la Biblia, nunca bajó los brazos y hace ahora doce meses encontró a su particular Ángel de la Guarda: Lluis Llopis, preparador de porteros de Joaquín Caparrós. Con Llopis, Keylor mejoró en todas las facetas de un portero, y gracias a ello se consagró la pasada temporada en la Liga, maravilló partido tras partido en el Mundial de Brasil y este martes se presentará en el Bernabéu con el Real Madrid.