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Espanyol | Joan Collet

“Están convirtiendo la cultura de ir al fútbol en todo un suplicio”

Joan Collet, el presidente del Espanyol atiende a AS en plena negociación con Hacienda para obtener el certificado que les permita inscribirse en la LFP. Confía en ello.

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“Están convirtiendo la cultura de ir al fútbol en todo un suplicio”

—La primera pregunta es obligada por la urgente actualidad: ¿obtendrá el Espanyol el certificado negativo de Hacienda para inscribirse en la LFP antes de este viernes?

—Nosotros ya tenemos un acuerdo con Hacienda desde hace un par de años, sólo estamos renegociando un par de atrasos que se produjeron. Y eso es lo que vamos a tener solucionado antes del día 1.

—¿La afición debería inquietarse?

—No. Yo soy el primero que no está inquieto. Ahora bien, es un asunto serio porque Hacienda se ha puesto firme y también el control que hay en la LFP. Si esto lo hubieran puesto en marcha hace ocho o diez años, muchos clubes no estaríamos como estamos. Nos han dejado engordar hasta 150 kilos y ahora no se nos puede pedir que adelgacemos en un año. En cualquier caso, estoy a favor de que Hacienda haya dicho basta.

—Lejos de los problemas del presidente Collet, ¿cómo fue la introducción del pequeño Joan al Espanyol?

—A la gente del Espanyol nunca nos han dado excesivos motivos para serlo: ni teníamos jugadores mundialmente conocidos, ni ganábamos títulos, así que hemos sido un club familiar. Mi más sentido recuerdo es el del día en que supe que era del Espanyol. Debía tener cinco o seis años y con los amigos discutíamos de qué equipo era cada uno. Así que yo corrí a casa y se lo pregunté a mi padre. Así, hasta hoy.

—Y poco después su padre le empezó a llevar a Sarrià...

—Empecé a ir a partidos sueltos a finales de los 60, y recuerdo muchísimo la temporada 1972-73, en la que el Espanyol de José Emilio Santamaría estuvo más cerca que nunca de conquistar la Liga. Allí comencé a ir cada 15 días a Sarrià sin fallar. Aunque mi primer recuerdo fuerte es de un encuentro al que no fui, pues estaba en el cine de mi pueblo mientras el Espanyol luchaba por subir de Segunda a Primera (1969-70) y, al salir, le pregunté el resultado al quiosquero que nos vendía las golosinas: ganamos al Sporting, el ascenso estaba más cerca.

—Usted siempre comenta que su ídolo era Dani Solsona.

—Sin duda. Su gran época en el Espanyol coincidió con esa etapa de la vida en la que se tienen ídolos, entre la niñez y la adolescencia. Disfruté mucho con él, pero también sufrí por su culpa en los veranos, especialmente una vez en que estuvieron a punto de traspasarlo al Barça. Al final se marchó al Valencia y para mí aquello fue un mal menor.

—Ese temor de pequeño por las ventas de su club, ¿hace que ahora como presidente sea más reacio a traspasar?

—Antes, la rotación era mucho menor, por factores como el derecho a retención: un jugador te duraba diez años en el mismo club. Ahora todos los equipos cambian al menos siete u ocho jugadores al año. El Espanyol está en esa línea, pero aquí se magnifica, a veces parece que por realizar altas y bajas no tengamos ambición, cuando otros lo hacen igual o más. Debe de ser el peso de convivir con un club que gana muchas cosas.

—Aun así, al Espanyol le urge una venta este verano, ¿no?

—Tener una necesidad de vender no significa malvender. Este verano hemos tenido ofertas por Víctor Sánchez y por Sergio García, pero hemos pensado que no están a la altura del club y del jugador en cuestión. Nos iría muy bien hacer una venta, pero si no la hacemos vamos a estar muy contentos con el equipo tan competitivo que tenemos, y deberemos buscarnos la vida para obtener otros ingresos.

—Precisamente Víctor Sánchez y Sergio García deberían renovar. ¿Ocurrirá en breve?

—Estoy convencido de que ambas renovaciones se harán, y espero que sea algo oficial en los próximos días.

—El futuro de Casilla, en cambio, ¿le preocupa?

—He hablado en los últimos días con su representante, pero su renovación sigue igual de parada. Me gusta la predisposición del jugador, que no quiere irse gratis. También he hablado con el Real Madrid, aunque es difícil encontrar la solución: ellos tienen unos derechos adquiridos de los que no se desprenderán. Casilla tiene mercado y debemos estar preparados para lo que suceda hasta el 31 de agosto.

—Esa afirmación última puede asustar a la afición. ¿Puede ser Casilla la venta del club?

—No es que nos lo estemos planteando, es que no hay ninguna oferta. Si no la hay, no podemos especular.

—¿Tienen la mejor plantilla desde que usted es presidente?

—Estoy seguro de que tenemos mejor equipo que el año pasado. Percibo que la gente está más ilusionada que hace un año. Y yo también.

—Hablaba de otros ingresos. El que ya han obtenido es el ‘naming right’ para el estadio: casi 40 millones por siete temporadas para que se denomine Power8. ¿Cómo lo lograron?

—Hemos dado el pistoletazo de salida al fútbol español, porque otros clubes ya tuvieron ‘naming right’ pero con mucho menos impacto en su presupuesto. Tal como sucedió con la publicidad en la camiseta, que algunos clubes dijeron que nunca se pondrían, sucederá con el nombre de los estadios, y en eso hemos sido pioneros. Estamos orgullosos.

—¿Lo próximo será un hotel en el estadio?

—Hay una posibilidad, pues este estadio da muchas prestaciones. Además de las 40.000 butacas, hay muchos metros cuadrados, como los que destinaremos en uno de los córners a la instalación de un túnel del viento.

—¿Soluciones imaginativas para paliar la feroz deuda acumulada?

—La dinámica económica del fútbol en los últimos años ha ido muy mal y ahora se están pagando las consecuencias. Y no se puede culpar a un club en concreto, porque o te metías en esa espiral de todo el fútbol o te jugabas descender. El equilibrio entre lo deportivo y lo económico aún no se ha inventado en el fútbol: el club que hace un equipo con garantías y aspiraciones llega con pérdidas a la junta de accionistas; y quien pretende ser riguroso, lo pasa mal para mantener la categoría.

—Pese a que el control de ahora saca a relucir tremendas deudas, ¿está el fútbol español incluso mejor que hace solo un par de años?

—Todos los clubes estamos mejor, la deuda con Hacienda ha bajado y, si seguimos en este camino, en pocos años ésta será muy pequeña.

—Ustedes no pueden gastarse ni un millón en fichajes. ¿Cómo ve que este verano el Barcelona esté desembolsando más dinero que nunca?

—En el fútbol español hay enormes desproporciones que no existen en ningún otro lugar, aunque en el fondo hay que respetarlo. Históricamente, se habrán ganado los ingresos que tienen en merchandising, venta de camisetas o de entradas. Lo ilógico son las diferencias tan grandes en el reparto televisivo.

—En ese sentido, ¿cree que pronto se aprobará la Ley del Deporte que garantice un reparto más equitativo?

—Estamos esperando que salga esa ley. Miguel Cardenal adquirió un compromiso de que se aprobaría, y eso esperamos. Pero tampoco podemos creer que la Ley del Deporte va a ser la solución, porque marcará un reparto colectivo pero al final seremos los clubes los que lo decidamos. Que nadie piense que una vez salga la ley, estaremos en las mismas proporciones que en Inglaterra o Alemania, pues dependerá de los clubes. Y si todo sigue igual, los socios deberán preguntar a sus dirigentes por qué quieren mantener este modelo.

—Si la ley por si sola no sirve, ¿qué deben hacer para que el pastel televisivo mejore?

—No hay que inventar nada, simplemente copiar lo que tenemos al lado, en las principales Ligas europeas. Depende de nosotros mismos. Y si al final no conseguimos lo que tienen en otros países, tal vez es que no lo merecemos.

—¿Sería beneficioso o perjudicial que la Ley del Deporte eliminase el partido en abierto?

—Lo que los clubes intentamos es tener ingresos de todo tipo, y un partido en abierto claramente nos los hace perder, así que mejor que no existiera, aunque ya es un asunto político, el del interés general. Estamos a merced total de las televisiones, tanto en eso como en los horarios.

—Esos horarios se mantendrán esta temporada. ¿Hasta qué punto hace mermar la asistencia en los estadios?

—A mí no me gustan. Somos la única Liga en que ningún partido se solapa, de modo que al menos cuatro de los diez horarios son muy malos para el aficionado. La Liga asegura que ha aumentado la asistencia en los estadios pero no estoy de acuerdo: Barça, Madrid y los recién ascendidos sí llenan, pero el resto hemos bajado. Ir al fútbol antes era una cultura, y ahora se está convirtiendo en un suplicio. Te dan todas las facilidades para quedarte en casa: si tu equipo juega a las seis, por televisión puedes ver ese, el de las cuatro y el de las ocho. Si vas al estadio, hay dos que seguro te pierdes.

—En una ocasión, usted se refirió a la posibilidad de convocar una huelga.

—En Italia llegaron a esa solución, pero en España realmente lo veo difícil, porque hay muchos clubes que parecen estar cómodos en esta situación. Eso ya no es ni problema de los operadores, sino de presidentes, de qué modelo queremos los clubes. ¡Es que solo depende de nosotros! Si nos pusiéramos de acuerdo, no haría falta ni una ley.

—¿Repercute esto en la renovación de socios?

—Estamos más o menos en los números del año pasado. Debido a los horarios, antes el promedio de asistencia a partidos por carnet era de nueve al año, que ha bajado. Hemos perdido 10.000 socios en solo cuatro temporadas. El Espanyol era un motivo de envidia cuando tenía 36.000, aunque quitando a Barcelona, Madrid, Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid, todos estamos en una cifra de socios similar.

—Lo que sí tiene la masa social del Espanyol es ilusión por la elección de Sergio González como técnico. ¿Lo percibe?

—La gente me lo trasmite. Admito que quedé sorprendido cuando Óscar Perarnau, el director deportivo, me anunció que su apuesta era Sergio. Pero cada día estamos más convencidos: es el técnico idóneo.