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WERDER BREMEN 2- ATHLETIC 2

El Athletic regresa a casa invicto y con buena cara

El equipo supo sobreponerse a la expulsión de Aduriz, a la media hora, y acabó en el área del Werder Bremen (2-2). Muniain sigue con mucha chispa.

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El Athletic regresa a casa invicto y con buena cara

Tras la concentración en la montaña austríaca, el Athletic se vuelve a casa invicto y con buenas sensaciones. Con el objetivo cumplido: sin lesionados y con un par de líneas claras sobre la jerarquía que tiene Valverde en la cabeza. Porque el once de salida ante el Werder Bremen fue una declaración de su bloque titular a día de hoy, a la espera de la total recuperación de Gurpegui y la duda para la media punta por Herrrera: Iraizoz; De Marcos, San José, Laporte, Balenziaga; Iturraspe, Rico, Unai López (el chaval tuvo que desdoblarse y caer a una banda con la expulsión de Aduriz); Susaeta, Aduriz y Muniain.

El Werder le proponía el test más serio de la actual pretemporada y Aduriz se empeñó en hacerlo más complejo con una reiterada protesta, bien fundamentada eso sí, en el empate a uno germano. El árbitro se lo comió y Aritz le estuvo dando la matraca hasta que le sacó dos amarillas seguidas. Era el minuto 28 y dejó al Athletic con diez durante una hora, una prueba de fuego tras la enorme carga física que llevan los leones en pretemporada. Pues bien, no se notó esa circunstancia. Al contrario, el equipo, en parte por unas rotaciones de mucha más calidad que en el Werder Bremen, acabó en el área visitante, y justo antes de pitar el final, Gurpegui tuvo la opción de la victoria tras una falta lanzada directamente por Aketxe y un rechace del meta Wolf. El disparo del capitán lo taponó un defensa verde.

El equipo que dirige Dutt nada tiene que ver con aquel que sentó sus reales en la Champions ahí atrás, o el que se ganó al Athletic en la Europa League en la campaña 2009-10. Ya, pero por alto ganó casi todas las batallas y siempre encontraba remate en el balón parado aéreo. Tiene un par de futbolistas con un físico portentoso. Eso sí, la impotencia le llevó a imitar al Paderborn empleándose con dureza en algunas acciones (en el córner del empate Junuzovic arrolló a Iturraspe y San José) y echándole teatro, como de salida con Bartels cayendo como la hoja madura en otoño sólo por un soplido. 

La expulsión de Aduriz, que no podía esgrimir ansiedad porque la temporada le va redonda y había hecho el 0-1, abrió un escenario nuevo en la pretemporada: el equipo se reagrupó por detrás de la línea central, con Muniain en punta y una bala desde la derecha llamada Susaeta. Al otro lado intentaba apañarse Unai López. Iker estaba en su salsa, bajaba a veces hasta la frontal a presionar y robar, se escondía en una orilla, ganaba el centro (espectacular control en el círculo de medio campo con reverso y escapada) y fue una pesadilla para el pesado engranaje verde. Suyo fue el pase a Susaeta para cruzar y hacer el 1-2. Y al filo del descanso tuvo el tercero rojiblanco, pero se le fue alto un balón que con el rodaje y ritmo adecuados y un césped más fresco habría entrado en la lata germana. Hubo un momento de incertidumbre, pero el equipo se mantuvo en pie inmediatamente después sin que se notara que trabajaba con un peón menos. El Werder encontró una fisura al inicio del segundo tiempo, gracias a Bartels en el área pequeña, tras un pase a la espalda de la defensa rojiblanca, que anduvo torpe. Elia puso en apuros a Laporte en un par de carreras, porque el central francés aún está sin chispa. Lógico. 

A partir de ahí, los cambios hicieron decaer la contienda. El equipo se comportó muy bien al contraataque, con de Marcos y Guillermo como flechas por los flancos. En uno de ellos, ambos se enredaron demasiado sin la determinación precisa para tirar a meta, y luego Guille cruzó un cuero que tenía pase claro a la derecha. Galarreta salió y dio velocidad a los pases largos. Se entendió bien con Aketxe y el cuero iba más mimado en un estadio que soportó la lluvia en el segundo tiempo. En el minuto 88, Sola se giró desde la frontal y lanzó un zurdazo espectacular al travesaño larguero, que botó fuera de la línea de meta.