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GRUPO D | INGLATERRA

Inglaterra, los males de siempre

Ahora es Roy Hodgson el culpable de todo. Y, en realidad, ese análisis superficial esconde los errores, los problemas de siempre. Se entrena mal y hay muchos extranjeros.

Actualizado a
Roy Hodgson.
Getty

Todos los estamentos del fútbol inglés son responsables de una nueva decepción. Se cargarán las tintas en un nombre, un héroe caído en desgracia. Durante la primera semana fue Wayne Rooney porque en el partido contra Italia no corrió hacia atrás… hasta que se supo que era el que más había corrido. Igual lo hizo mal, pero se le acusó también de no tener pasión. Luego, Steven Gerrard, que debe hacer de mediocentro de cierre, cosa que nunca había hecho con un solo acompañante en un loco 4-2-4 que complacía a todos a priori. Hasta que se perdió: ahora es Roy Hodgson el culpable de todo. Y, en realidad, ese análisis superficial esconde los errores, los problemas de siempre.

Se entrena muy mal a nivel juvenil. Los Sub-21 no han ganado nada desde 1984. Faltan entrenadores. España tiene 20.000 más que Inglaterra. Los que se sacan el título lo hacen con el sueño de ser mánagers, no entrenadores de campo ni de juveniles.

Están más abiertos que nunca a escuchar a técnicos foráneos pero les falta salir más de las islas y tener hambre de conocer para seguir explorando sus defectos y explotar sus virtudes.

El exceso de extranjeros (es la liga que tiene más) puede ser un incentivo para muchos (Suárez ha hecho mejores a Sterling y Sturridge), pero a menudo se prefiere futbolistas de fuera porque son más baratos y a menudo con mayor capacidad táctica y técnica.

A nivel juvenil se insiste en vencer a toda costa. Lo de vencer está bien, pero lo de a toda costa es un nuevo problema: se sigue creyendo que cuanto antes se llegue a la portería contraria, antes se marcan goles. No se trabaja la comprensión del juego. Sin comprensión no hay centrocampistas versátiles o inteligentes. A Inglaterra le faltó control del juego y un mediocentro defensivo. Carrick y Barry se quedaron en casa por presión popular.

Los medios, las redes sociales, exigieron la presencia de los jóvenes en la convocatoria y en los onces. Nadie discutía el equipo titular. Pero al perder se busca culpables en el banquillo o sobre el césped. Esa falta de autocrítica hace que se vayan golpeando constantemente en la misma piedra. Se habla de falta de pasión y compromiso, a diferencia de los uruguayos, por ejemplo. Que perdieron ante Costa Rica: que expliquen eso. La superficialidad del análisis es alarmante.