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Real Madrid | Sergio Nieto (socio número 1)

El socio número 1 del Real Madrid habló con AS: “Nunca olvidaré el gol de Ramos...”

Sergio Nieto Díaz es el socio número 1 del Real Madrid (tiene 95.000 censados). Un privilegio que tiene entusiasmado a este madrileño de 90 años.

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El socio número 1 del Real Madrid habló con AS: “Nunca olvidaré el gol de Ramos...”

Usted se llama Sergio Nieto Díaz Albo. ¿Imagina por qué le pido esta entrevista?

—Sí y me llena de orgullo. Desde hace año y medio soy el socio número 1 del Real Madrid. Aún me parece increíble.

—¿Cuántos lleva de socio?

—Mi padre me sacó el carné en la Navidad de 1932. O sea, que llevo casi 82 años. Y tengo 90. Era un crío de ocho añitos cuando mi padre me dio esa alegría que ha marcado mi vida. Mi madre Flora nos hacía comer a la una porque a las cuatro jugaba nuestro Madrid en el viejo Chamartín. Mi padre era el conserje del Credit Lyonnais, en la carrera de San Jerónimo, al lado de la Puerta del Sol. El presidente del banco, el señor Velázquez, luego fue vicepresidente del Real Madrid.

—Pues yo le veo hecho un chaval.

—No sea crea, estoy un poco teniente (risas). Lo que sí agradezco al Madrid es que crease en su día el ‘Club de los 100’, donde estamos los socios más antiguos del Madrid. Otro privilegio del que disfruto.

—¿Qué recuerda de su primer Madrid?

—Yo he visto a Luis Regueiro, muy elegante al que llamaban El corzo, a Quincoces con ese vendaje clásico en la frente, a Ciriaco, al Divino Zamora. Vaya porte tenía. Qué pedazo de portero. Mi padre viajó a Valencia para aquella final de Copa del 36 en la que Zamora derrotó al Barça con su famosa parada junto al poste. ¡Mi padre la vio en el campo y al volver a casa me lo contaba con los ojos iluminados!

—Y llegó la Guerra Civil.

—Sí. Se interrumpió el fútbol y yo aprendí a buscarme las habichuelas porque los que nos quedamos aquí conocimos el hambre. Mi padre traía a veces lechugas y productos de la huerta. Y decía que las había recogido del campo de Chamartín, porque pusieron en el césped un huerto durante la contienda...

—Llegó la paz, pero el Madrid tardó en ser un equipo identificado como campeón.

—En los años 40 bastante hacíamos con pagar los cupones del carné de socio a los cobradores, que iban a tu casa a recibir el dinero en metálico. Pero en esos años viví el 11-1 al Barça en la Copa del Generalísimo y eso ya nos compensa con creces. Pero el equipo del Régimen no éramos nosotros, era el Atlético Aviación...

—Con la aparición como presidente de Santiago Bernabéu todo mejoró.

—Él fue el gran hombre que logró que el Madrid fuera lo que es. Siempre llevo una estampita suya en mi carné de socio. Debía ser durísimo y disciplinado. Los veteranos dicen que les apretaba mucho y no despilfarraba ni un céntimo. Don Santiago antepuso el Madrid a todo en su vida.

—¿Le conoció usted?

—Sí. Era todo un carácter. Les cortaba el agua en los vestuarios a los jugadores y estrujaba a todos para cuidar la economía del club. Era un castellano-manchego recio. Pero luego era cercano. Al acabar cada Liga iba a cenar con la Peña Mariano, ahí en Mesonero Romanos. Y hablaba y se portaba como un peñista más. Alucinábamos con las cosas que nos decía. Era pura sabiduría.

—¿Usted sólo fue un aficionado al fútbol?

—También fui jugador. Entré en los infantiles del Madrid con Heliodoro Ruiz, y acabé en el Madrid Amateur. Este señor fue campeón de Europa de lucha grecorromana y de fútbol no tenía mucha idea, pero montó un gimnasio en Chamartín y nos ayudó mucho. Luego yo dejé de jugar con 19 ó 20 años, aunque me querían fichar el Manzanares y el Toledo. Mi padre me obligó a estudiar. Eran otros tiempos.

—Pero conoció a Di Stéfano, Puskas y compañía.

—Sí porque los martes y jueves jugaban partidillos de aficionados en el campo de tierra que había en el Bernabéu y a mí me dejaban jugar con ellos. Estaba gente como Miguel Ríos, muy madridista, Enrique Rodríguez, el del Chiquifrú, el periodista Alfonso López Peña, el joyero Luis Alegre o el propio Kubala. Todos formamos en 1970 la llamada Peña ‘Hasta los 100’. En la hoja ponía cuál era la profesión de cada uno y su domicilio particular. Éramos una familia.

—Volvamos la mirada hacia La Saeta. Di Stéfano cambió la historia...

—Sí, a lo bestia. Alfredo tenía muy mala leche, porque echaba broncas a todos, empezando por sus propios compañeros. Pero, ¿con qué derecho iban a decirle nada? Di Stéfano era el que ganaba los partidos, el que recuperaba el balón en defensa, el cerebro en la medular y el autor del gol del triunfo. Sabía driblar, chutar...

—Y llegaron las cinco Copas de Europa seguidas. La leyenda dice que Gento fue silbado por la grada en su primera temporada.

—Es verdad. Rial le enseñó a correr con criterio dándole pases al hueco. Gento era todo facultades, pero tardó un año en entender el fútbol de un equipo como el Madrid. Pero luego fue increíble. A mí Bale me recuerda mucho a Gento. Ese golazo en Valencia en la final de la Copa del Rey ante el Barça era una jugada muy de Gento. No había quién lo parase. Gento en velocidad era un diablo.

—Usted ha visto las diez Copas de Europa. Cuánto privilegio, señor.

—Debió llegar la Décima mucho antes, pero en algunos años hubo lagunas y se hicieron las cosas mal. Es verdad que he visto las diez, pero nunca olvidaré el gol de Ramos.

—¿Dónde lo vio?

—En el Bernabéu, en las pantallas gigantes que pusieron aquí. Seamos sinceros, casi todos ya lo dábamos por perdido. Los del Atleti dicen que ganamos por suerte, pero olvidan que ellos nos ganaron la final de Copa del Rey el año pasado con un gol de Miranda de cabeza, también en un córner.

—¿A quién le recuerda Ramos?

—A Pirri. El orejas también los tenía bien puestos. Clase y mucho coraje. Sergio encarna el espíritu indomable del Madrid.

—El Atleti siempre fue el rival histórico del Madrid hasta estos últimos años...

—Es verdad. El Barça en los años 60 y 70 no era nada. El que nos tocaba las narices era el Atleti, igual que este año. Tiene mucho mérito lo que han hecho ellos esta temporada. Si se lo dicen el verano pasado no se lo creían ni ellos.

—Usted vivió el mítico 11-1 al Barça en Copa en Chamartín, allá por el año 1943.

—Imborrable. Por entonces, el amateur del Madrid en el que yo jugaba fue campeón de Liga y nos invitaron a una comida en el gimnasio que había en el viejo Chamartín en la víspera del encuentro. Estaba Pedro Terol, que era uno de los tenores más famosos de España. Y nos cantó esto, con rima incluida, para alegría de todos: “El Madrid ganará por once goles porque tiene dos c...”.

—¿Di Stéfano triunfaría en el fútbol de ahora?

—Es otro fútbol totalmente distinto. Ahora, cuando coge la pelota Cristiano, tiene a cuatro esperándole. Pero el juego de antes tenía más encanto. Cristiano es una especie especial de futbolista. Compararle con Di Stéfano es imposible. Di Stéfano es Di Stéfano...

—Hábleme de Casillas.

—Yo vi a Zamora y a Bañón, que eran inconmensurables. Me gusta que Iker se quede y que siga en el club de su vida, pero tiene dos defectos: sale mal por alto y yo con el bastón despejo mejor que él con los pies. Pero tiene unos reflejos increíbles. Es único en eso.

—¿Qué tal Ancelotti?

—Enorme. Al llegar se encontró un volcán en el vestuario y lo ha apagado sin levantar la voz. Ha sacado la muleta con la izquierda y ha sabido torear. Tiene a todos contentos. Este hombre es un figura. Sólo le falta un poquito del carácter de Simeone.

—Me recuerda a Del Bosque.

—Fue un error echar a Vicente. Fue por el lío de la celebración de la Liga, pero no debió irse.

—¿Qué le pide a la vida?

—La Undécima. Gracias a Sergio Ramos voy a poder verla en vida. La vamos a ganar el año que viene. Ya lo verá, amigo...