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REAL MADRID | FALLECE BOSKOV

Boskov: “Fútbol es fútbol”

Como buen trotamundos, empezó muy joven. Con 14 años se enroló en la Vojvodina. Él mismo se definió: “Era un gran trabajador. Todo lo que hice fue por mi esfuerzo”.

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CON AS Y ANTIC. Boskov se sentó a hablar largo y tendido de fútbol con Alfredo Relaño, Tomás Roncero y Antic, en casa de éste último, en 2002.
DAVID LOPEZDIARIO AS

El fútbol es bello porque es sencillo”. Una idea más. Una frase, una muesca más para su repertorio, porque para Vujadin Boskov (Begec, 16 de mayo de 1931; Novi Sad, 27 de abril de 2014), cada sentencia que acuñaba incluía algo de su enorme legado futbolístico.

Como buen trotamundos, empezó muy joven. Con 14 años se enroló en la Vojvodina. Él mismo se definió: “Era un gran trabajador. Todo lo que hice fue por mi esfuerzo”. Y valió la pena. Participó en los Juegos Olímpicos de Helsinki 52, donde sería medalla de plata, y acudiría a los Mundiales de Suiza 54 y Suecia 58. Con 30 años aterrizó en la Sampdoria. Allí permanecería un año, antes de trasladarse a Suiza. El Young Boys le contrató como jugador-entrenador. Tras pasar por Holanda (dirigió al Den Haag y al Feyenoord), llegó al Real Zaragoza, al que salvó del descenso dejando una buena labor y una frase para la historia: “Fútbol es fútbol”. Luego dejaría otras perlas: “Es mejor perder un partido por nueve goles, que nueve partidos por un gol”, “Cuando Dios no quiere, balón no entra”, “El fútbol es imprevisible porque todos los partidos empiezan cero a cero”, “Ganar es mejor que empatar. Y empatar es mejor que perder”, “Punto es punto”, “Penalti es cuando árbitro pita” o “Perder es mejor que descender”, son algunas de sus citas.

En 1979, Luis de Carlos, decidió dar un golpe de timón. Había que poner al frente del equipo a un técnico de prestigio, de buena proyección europea y con criterios modernos. Él fue el elegido: ganaría la Liga 1979-1980 en dura pugna con la Real Sociedad. También la Copa de España. Tan sólo falló en la Copa de Europa, donde fue eliminado en semifinales por el Hamburgo.

Afrontó la campaña siguiente, 1980-1981, con un único objetivo: ganar la Copa de Europa sin desdeñar las otras dos competiciones: en Liga, un gol de Zamora en el último instante le arrebataba la Liga. Peor fue la Copa de Europa: perdió la final con el Liverpool. En Copa fue apeado por el Sporting.

La temporada siguiente fue muy irregular, lo que motivó su cese. Aun así, el equipo ganó la Copa dos semanas tras su adiós. De Madrid pasaría a Gijón, y de ahí a Italia (Ascoli, Sampdoria —disputó la final de la Champions en 1992 ante el Barça—, Roma, Nápoles y Perugia) y Suiza (Servette), antes de dirigir a Yugoslavia en la Eurocopa de 2000. Su último trabajo.