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ATHLETIC 3 - SEVILLA 1

El Athletic, a un paso de la previa de la Liga de Campeones

El equipo que entrena Valverde aventaja en seis puntos al Sevilla cuando sólo restan nueve en juego. Marcaron Susaeta, Muniain y Ander Herrera.

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El Athletic, a un paso de la previa de la Liga de Campeones

El Athletic ya acaricia la Champions, competición que ha merecido por su gran fútbol durante toda la temporada y entraba en riesgo ayer con la visita del enrachado Sevilla. No hubo color. Los bilbaínos se llevaron el gato al agua con mucho estilo, un fútbol medido de penetración por las bandas y pegada demoledora. Le bastan tres puntos en otras tantas jornadas para terminar para acceder a la previa del torneo por segunda vez en su historia.


Los de Valverde fueron competitivos de principio a fin y el Sevilla no encontró la manera de hincarles el diente. Mejor no pudieron empezar las cosas para ellos. Susaeta convirtió en gol olímpico un córner por ese afán de los entrenadores por inventar y no poner a un defensa en el primer palo. San Mamés estalló de júbilo y empezó a jugar un papel fundamental de presión.
Emery tiró de rotaciones exageradas y dejó en el banquillo a Rakitic y M’bia, el cerebro y el gladiador de un equipo que se jugó la final con la simple consigna de trabar el juego y lanzar a Bacca y Gameiro. No encontraban puerta los sevillistas, pero la amenaza estaba latente. Así que los leones se aprestaron a conservar la pelota como un tesoro y evitar los contragolpes.

Con Muniain mermado por su problema de espalda, más aún después del recado que le dejó Coke para que recordase dónde le dolía, llevó el peso del juego. Iker fue cargando de tarjetas a sus perseguidores, hasta tres en la primera parte, y rompió líneas con facilidad.

Quedaba la incertidumbre de saber si los hispalenses se lanzarían a tumba abierta en la segunda parte. No varió el mapa del partido y un jugadón espectacular entre Iturraspe, Iraola y Muniain terminaría por enterrar sus opciones. La segunda tarjeta a Diogo por protestar una tontería sería el remate definitivo.
Iraola estaba de dulce y se sacó otro centro mágico de la chistera para que Herrera, pleno de fe, marcase de cabeza. El gol de Gameiro fue ya una simple anécdota.