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Café, copa y fútbol | Pepe Navarro

“Dudo que el Madrid cruce el Mississippi de la Champions”

Regresa a la escena Pepe Navarro dejando un aroma a plomo y a rosas con ‘La leyenda del Mississippi’. Un relato apasionado que nos presenta en Las Estaciones de Juan.

Actualizado a
“Dudo que el Madrid cruce el Mississippi de la Champions”
AStv

—¿Está recuperado del soponcio de Dortmund?

—Es increíble que al Real Madrid le pueda ocurrir algo así. No sé a qué juegan. Aún no les he visto un estilo de juego, una personalidad sobre el campo. En los partidos claves responden mal. Contra el Borussia fue un sofoco, se me atragantó la cena. El Madrid no es un equipo solidario, empezando por sus delanteros, que deberían presionar más y tapar la salida del balón de los rivales.

—¿Después de noquear al Barça se puede decir ya que el Atlético no tiene límites?

—El Atleti es capaz de todo en este momento porque se creen lo que están haciendo. El partido de Champions contra el Barça fue algo extraordinario, histórico. Hay una labor tremenda muy importante cuyo responsable es el Cholo Simeone. A jugadores como Koke, Arda Turan o Gabi les ha sacado virtudes que quizá otro entrenador no lo habría hecho. Hace que los suyos se sientan seguros e importantes y por eso rinden el doble que otros.

—El Cholo excita a sus jugadores y también a la afición. Es un líder, todo un director de orquesta.

—Desde luego, también hay que tener en cuenta que la afición del Atleti es magnífica. Como madridista y abonado tengo que decir que una de las peores aficiones es la del Bernabéu. Estoy convencido de que somos la peor afición. No animamos a nuestro equipo a no ser que vayamos ganando por tres o cuatro goles, y eso no puede ser.

—Defina a la afición del Madrid, de la cual forma parte.

—Recuerdo cuando era un niño asistir a aquellas remontadas de los años 60. No digo las de los 80, no, las de finales de los 60. Oía rugir el estadio, temblaban las gradas. Recuerdo un gol de Grosso fantástico, puro suspense, estaba dentro del área, trastabillándose, golpeó como pudo la pelota que se acercaba lentamente a la portería y al final, desde el suelo, con la punterita la empujó dentro y el estadio se vino abajo. Ahora el estadio está callado. Somos muy silenciosos, demasiado cómodos para el otro equipo. Hay que ver como truena la grada del fondo del campo del Borussia.

—¿Ve posible que el Atleti pueda ganar la Liga y la Champions?

—Ahora mismo creo que sí. Tienen una vitalidad y una actitud de campeones que suplen otros defectos. Ese espíritu y esa energía son claves para el éxito. En este momento el Atleti es una religión. Creen y tienen fe, por encima del Barça y del Madrid que quizá brillan más por el nombre de sus jugadores. El Madrid no puede perder la Liga en tres jornadas como lo ha hecho, eso no puede ser.

—Señor Navarro, ¿cree que el Madrid cruzará glorioso el Mississippi de la Champions?

—Me resulta duro decirlo, pero empiezo a dudar. Hay muchos elementos que me impiden ver el asunto claro. El principal de todos es que el equipo no está jugando bien.

—¿Por qué un equipazo como el Real Madrid genera tantas dudas?

—No puede jugar con tres delanteros que están ahí arriba tan aislados. Además, apoyan poco a los medios y no hay ligazón en las jugadas. Están muy separadas las líneas. Se puede jugar en largo, al contragolpe, claro que sí, y el Madrid tiene jugadores para ello, pero para eso hay que tener el balón en el centro del campo. Lo que ocurrió el martes contra el Borussia es inaceptable. No sé qué pintaba Di María ahí arriba. Y en el centro, Xavi, bastante limitado a estas alturas, y el pobre Illarra, al que le vino muy grande el partido. Menos mal que luego, en la segunda parte, se arregló todo un poco con Isco y Casemiro.

—¿Cómo asiste a la final de la Copa del Rey ante el Barça?

—¡Ojalá gane el Madrid!, pero lo veo difícil. No sé, siento que me estoy viniendo abajo y no me gusta, pero es así.

—Nos está saliendo un madridista blandengue y apenado.

—No, por favor, yo quiero ver jugar bien al Madrid, pero no lo veo y lo siento mucho, de verdad.

—¿Qué es lo que más le gusta del fútbol?

—Me gusta que me divierta. Necesito sentir la emoción de ese espectáculo. Por su intensidad o por su estética. Tengo que decir que con el Barça he disfrutado bastante y Xavi es uno de mis favoritos.

—Lo está arreglando. ¿Qué le parece que Xavi asegure que Busquets no le pisó la cabeza a Pepe en el partido contra el Madrid?, ¿la edad le empieza a pasar factura al chico?

—Bueno, seguramente no vio bien la jugada porque está claro que Busquets le pisa la cabeza a Pepe. No sé, no me gustaría señalar a Xavi porque es un jugador fantástico.

—¿Fue usted jugador del Sabadell, ¿le habría gustado triunfar en el fútbol en lugar de en la tele?

—Llegué a jugar en Tercera con 17 años y me habría encantado ser profesional de verdad, pero algo pasó y acabé jugando en Regional y ganando algún dinero que me sirvió para pagar mis estudios. Era un gran centrocampista todoterreno.

—Con todo el plomo que está cayendo en Champions y en la Liga va usted y desenfunda con ‘La leyenda del Mississippi’. Su época de la tele ha sido un western.

—Siempre ha habido una leyenda oscura en torno a mi trabajo en televisión, el mío y el de todos mis equipos. Se ha ensuciado mucho esa labor, el trabajo extraordinario de decenas de personas. Este libro es más bien un tributo a toda la gente que me acompañó en esos viajes. Ahí cuento como se trabajaba, qué hacíamos, el espíritu que nos animaba y hacia dónde queríamos ir. Eso por un lado, y de paso, también me apetecía contar algunos asuntos turbios que ocurrieron durante todo ese tiempo.

—¿Qué hay de desquite o venganza en ‘La Leyenda del Mississippi’?

—Nada, en absoluto. Mi único interés ha sido contar realmente todo lo que ocurrió. No me vengo de nadie con el libro, cuento las cosas tal como las viví y las sentí.

—Uno de los malos de esta película, al cual cita en varios capítulos del libro, es Pedro J. Ramírez, exdirector de ‘El Mundo’. ¿De dónde le venía a Pedro J. el odio hacia usted?

—Este señor destrozó mi vida privada y mi vida empresarial. En el libro explico las causas y las sinrazones que provocaron mi aniquilamiento profesional.

—¿Tanto poder tenía ese señor?

—Es una venganza personal. Cuando estábamos en Tele 5 lo intentó sin éxito. Pero cuando llegamos a Antena 3, donde él era el dueño, nos cazó a su gusto. Duramos unos pocos meses y a nadie le sorprendió que nos sacaran de allí casi como a delincuentes. Se podría haber hecho de otra forma más natural, más humana. Pero no, había que hacerlo humillando y sometiendo a la gente. Más de cien personas se quedaron de repente en la calle y eso no le importó a nadie. Lean, lean el libro.

—¿Pedro J. estaba de verdad tan aterrado porque temía que usted emitiera el famoso video de Exuperancia?

—Para empezar, yo ese vídeo no lo vi nunca, ni me ha interesado lo más mínimo. Ese vídeo, que por otra parte ha visto media España, no lo íbamos a emitir jamás. En ningún momento se nos pasó por la cabeza. Y este hombre, Pedro J., sigue obsesionado con ello y mintiendo. Bueno, ahora ya veis dónde ha terminado el personaje.

—Otro de los asuntos escabrosos que también afectó al desarrollo de su programa fue el caso de las niñas de Alcáser.

—Ese caso no se ha querido investigar. Cuando salió Miguel Ricart de la cárcel se escuchaba en todas partes: ¡el asesino anda suelto!. Hombre, por favor, los asesinos de esas chicas andan sueltos desde hace mucho tiempo. La misma sentencia lo reconocía, el caso no está cerrado, pero no me merece la pena hablar sobre ello.

—Después de todos los golpes, ¿cómo ha sido hasta ahora la vida de Pepe Navarro?

—Pues ha sido eso, buscarme la vida, y también dedicar mucho más tiempo a perseguir a los que te deben dinero que a crear cosas nuevas. En fin, por suerte hay muchas más posibilidades que la televisión. Tengo algunos negocios que no tienen nada que ver con lo que he hecho hasta ahora. La pena es que después de más de 30 años dedicado a una profesión estés fuera, porque en este país la televisión no es una industria, es un negocio que lo acaparan dos empresas y nada más. La regla es muy sencilla: o pasas por el aro o no trabajas.

—¿Cómo se explica la mala fama que le ha lastrado?

—No sé, quizá es normal en gente como yo, que he sido siempre bastante incontrolable. Nunca he contado lo que me han dicho que contara, sino lo que yo he creído que debía contarse. Nunca he mentido, he podido equivocarme, pero nunca he mentido. La clave de nuestro trabajo ha sido el rigor, fundamental. Después lo mezclábamos con humor, disparate y caos, bien, pero nos basábamos en el rigor.

—De usted se ha dicho lo peor de lo peor.

—Qué me va a decir. Se han fabricado muchas leyendas sobre mí, una de las primeras fue que yo era homosexual, ya ves que gilipollez. Hasta se llegó a decir que era agente de la CIA y otras barbaridades como que maltrataba físicamente a mis empleados. Que les forraba a hostias cada día, vamos.

—¿Se arrepiente de algo de la etapa televisiva del ‘Mississippi’ y ‘La Sonrisa del Pelícano’?

—Creo que no porque todo estuvo meditado. Las circunstancias nos llevaron adonde nos llevaron. El destino era más fuerte que tu voluntad. Decidieron suspender el programa de Antena 3 mientras lo estábamos preparando en la redacción. No lo podía creer. Había mucho dinero de por medio. Todo iba bien, era absurdo ponerle fin de esa manera. Hasta mandaron un motorista como en la época de Franco.

—¿Se puede decir que era usted el Mourinho de la tele?

—No. Mourinho actuó de una forma totalmente visceral, yo nunca me he movido así. Y luego las consecuencias. A ver, yo he dado resultados, Mourinho no.

—¿Dejó de ver un partido grande por atender a una mujer?

—¡Jamás! Bueno, a ver, se puede compatibilizar. Hay tiempos muertos, balones que se van fuera, lesiones, el intermedio…, en fin. A todo se le puede hallar un momento.