NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Borussia Dortmund - Real Madrid

‘Mazzola’ Altafini: “En el Madrid yo haría 20 goles en Champions”

Altafini fue apodado ‘Mazzola’ en Brasil por su parecido al jugador del Torino. En la 1962-63 hizo 14 goles con el Milán en la Copa de Europa, un récord que ha igualado Cristiano.

Actualizado a
‘Mazzola’ Altafini: “En el Madrid yo haría 20 goles en Champions”

—Su nombre ha salido a escena porque Cristiano igualó el récord que usted comparte con Messi y Van Nistelrooy de 14 goles en una edición de la Copa de Europa.

—Ese récord que fijé en el Milán no se puede romper. Los goles están ahí, pero Messi, por ejemplo, hizo los 14 goles en once partidos, yo en nueve. Si jugara 15 partidos, tendría ventaja.

—Cristiano suma 14 goles en sólo ocho partidos...

—Bueno, entonces el récord está igualado, pero todavía no está superado.

—También hay que apuntar que en aquella Copa de Europa de la 1962-63 usted marcó ocho goles en la eliminatoria con el flojo US Luxemburgo...

—Pero de esos 14 goles, ninguno fue de penalti (Cristiano lleva uno, como Van Nistelrooy; Messi, tres en la 2011-12).

—¿Cuántos goles marcaría en esta época?

—Si jugara en este Madrid y con este modelo de Copa de Europa llegaría a 18 o 20, seguro.

—¿Seguro?

—La gente piensa que los futbolistas de aquella época no podríamos competir ahora. Dicen que el físico ahora es mejor, pero la técnica supera el físico. Pelé, Di Stéfano, Puskas, yo mismo, podríamos jugar ahora.

—¿Cómo empezó en el fútbol?

—Nací en una familia muy pobre de Piracicaba. Ellos no eran de fútbol. Mi padre era recolector de caña de azúcar y quería que trabajase para llevar dinero a casa. Jugaba descalzo en la calle, con una pelota de tenis y a escondidas. Una vez me lastimé un pie y mi padre se enojó. “¡Maldito fútbol!”, decía. Cuando gané dinero y le compré la casa, se convenció (risas).

—¿Cuándo le comenzaron a llamar Mazzola?

—Estaba en los juveniles del Palmeiras. Aquel gran Torino que se estrelló en avión en Superga en 1949 pasó por Sao Paulo un año antes y en la sede del Palmeiras dejó una fotografía. Un técnico dijo que me parecía físicamente a Valentino Mazzola, padre de Sandro. Me comenzó a llamar así y en Brasil aún hoy me conocen como Mazzola.

—¿Cómo llegó al Milán?

—En 1958, tras ganar el Mundial. Antes del Mundial jugamos dos amistosos en Italia, uno en Florencia y uno en Milán contra el Inter. Hice dos goles en Florencia y otro, tras una bicicleta, al Inter. Ahí desperté el interés del Milán. Después, en el primer partido del Mundial contra Austria hice dos goles y eso llamó más la atención.

—En aquella selección brasileña había un niño prodigio…

—Pelé, él tenía 17 años, yo 19. Era un equipo de 22 jugadores con dos hombres por puesto. Estaban Pelé, Didí, Garrincha..., pero yo no competía con ellos, yo competía con Vavá. Al final él acabó el Mundial de titular. Éramos muy jóvenes y no dábamos importancia a lo que estábamos viviendo. Salíamos, ganamos y todos felices a casa. Después fue cuando fiché por el Milán.

—¿Cuánto pagó por usted?

—140 millones de liras, en aquella época era muchísimo.

—¿Con qué Milán se encontró al llegar?

—Estaban Schiaffino, Maldini padre, Buffon, Grillo… Y principalmente una persona de gran valor moral y experiencia, un gran jugador: Liedholm. Él era el capitán del equipo, el capo, y me recibió muy bien. Yo tenía 19 años y él, 38. Fue mi cicerone y un gran maestro.

—¿Qué le enseñó?

—Cuando llegué yo no tiraba con la izquierda; él me enseñó a hacerlo. Todos los días, en el entrenamiento, me ponía a golpear con la zurda, a centrar… Pero lo más difícil no fue eso.

—¿Y qué fue?

—El nombre. Cuando fui a Italia, acababa de ganar el Mundial como Mazzola, pero en Italia me cambiaron el nombre. Ya había un gran Mazzola, Valentino. Ahora yo era Altafini. Para mí fue un shock porque tienes que volver a empezar de cero.

—¿Cómo fueron sus inicios en el Calcio?

—Yo era veloz y potente. ¡Jugaba con las medias bajadas! Dejé Brasil tras hacer 85 goles en 115 partidos y con el Milán seguí haciendo goles. El primer año marqué 28...

—¿Con quién competía por ser el máximo goleador del Calcio?

—Angelillo, del Inter. Aquel año él hizo 33 pero yo gané el Scudetto. Eso sí, él tiró cinco penaltis y yo ninguno. En la 1961-62 fui el máximo goleador con 22 tantos.

—En aquella 1961-62 debutó con Italia. ¿Por qué dejó la selección brasileña?

—Antes, alguien que había jugado en una selección podía hacerlo en otra. Quería ir con Brasil, pero había una regla en mi país por la que no llamaban a los que estaban jugando en el exterior. Mi agente habló con la Federación para saber si me convocarían para el Mundial de 1962. Dijeron que no. Y con 24 años tenía que mirar por mi carrera. Italia me pidió y jugué con la azzurra. Ese año 1961 fue importante. Debuté con Italia en octubre, al Milán llegó Nereo Rocco y tres temporadas después volvimos a ganar la Liga.

—¿Cómo era Rocco?

—Muy simpático, sencillo, pero con una enorme exigencia.

—¿Cómo eran sus entrenamientos?

—Duros, muy duros. Era todo físico y sólo entrenábamos un día con balón. Se decía que el balón era para los domingos.

—El balón y el catenaccio.

—Fue el que mejor lo aplicó.

—¿En qué consiste exactamente el catenaccio?

—Era jugar con un hombre libre detrás de la defensa, entre la defensa y el portero. Todos los equipos italianos, en ese periodo, jugaban así. En aquel Milán ya estaba Gianni Rivera, que se oponía a jugar así. Él decía que con un jugador más atrás regalabas un hombre al adversario.

—¿Y se lo dijo a Rocco?

—Nos lo decía a todos... en los periódicos. Él no estaba contra Rocco, estaba contra el sistema. Pero con ese sistema yo hice 14 goles y ganamos la final de la Copa de Europa de 1963 contra el Benfica de Eusebio. Fue algo único.

—¿Qué recuerda de esa final?

—Fue un partido complicadísimo. Se adelantaron con un gol de Eusebio, alma máter de ese equipo. Estábamos como desorientados, pero tras el descanso Trapattoni cogió a Eusebio, Benítez se fue con Torres, y Mora, al extremo derecho. Y luego llegaron mis dos goles. Ganamos a un Benfica que un año antes había vencido al Madrid de Di Stéfano 5-3 en la final.

—¿Jugó alguna vez contra el Madrid?

—Al año siguiente de ganar la Copa de Europa, jugamos en cuartos. Perdimos 4-1 en el Bernabéu y ganamos 2-0 en San Siro. Seguían teniendo a Di Stéfano, que dio una exhibición en su casa. Pero ese Madrid estaba terminando su ciclo. Eran los años del Benfica, Milán, Inter... De hecho, el Inter les ganó la final de esa Copa de Europa...

—¿El Madrid le intentó fichar?

—Absolutamente no.

—En 1965 dejó el Milán...

—Tuve un enfrentamiento con Viani, director deportivo. Me culpaba de todas las derrotas. Me llegó a llamar coniglio (conejo) porque decía que me daba miedo entrar al área. Me fui siete años al Nápoles y luego a la Juventus y seguí marcando. Llegué a hacer 216 goles en Italia. ¿Usted cree que un coniglio sería el cuarto máximo goleador de la historia de la Serie A?