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AS COLOR

Argentina: otro destino exótico para el futbolista español

Durante la Guerra Civil fue cobijo para futbolistas españoles, muchos por su ideología. Unos pocos triunfaron, la mayoría pasaron por aquella liga sin pena ni gloria.

Actualizado a
LÁNGARA, EN ‘EL GRÁFICO’. Animado por Zubieta, Isidro fue también a jugar a San Lorenzo, en el que, en su debut, marcó cuatro goles a River. Jugó cuatro en el club de Boedo.

Hay quien piensa que si quieres hacer un equipo campeón, necesitas un argentino en él. Aunque con matices, en España casi se puede decir que lo tomamos al pie de la letra. Haciendo un sencillo ejercicio de memoria, nos salen jugadores nacidos en Argentina, en nuestro equipo, o en el del máximo rival, en el vecino, o en todos a la vez. Efectivamente, el país de Gardel es, tras España, el que más jugadores aporta a nuestra Liga: 29 en Primera, más cuatro entrenadores, repartidos en 15 equipos. Hay diez futbolistas más en Segunda y otros trece en Segunda B. Así, España es el cuarto destino favorito de los argentinos, por detrás de Chile, Italia y México.

Si cruzamos mentalmente el charco y hacemos el mismo ejercicio, pero a la inversa, la cosa cambia mucho. Sólo hay un futbolista nacido en España jugando profesionalmente en Argentina: Iván Moreno y Fabianesi. Nació en Badajoz (1979) y es hijo de padre español, pero ha vivido la mayor parte de su vida en Argentina, por lo que sería atrevido considerarlo un emigrante de nuestro fútbol. Más bien al contrario, pues en 2001 fichó por el Villarreal, donde no cuajó y regresó a Argentina.

Es evidente que a día de hoy el trayecto Argentina-España se recorre sólo en este sentido, pero no siempre fue así. La Guerra Civil Española supuso un punto de inflexión para la llegada de españoles a América, aunque ya antes otros habían destacado. Seguramente, el primer ‘gallego’ en triunfar en Argentina fue Pedro ‘Arico‘ Suárez, lateral izquierdo canario (1908-79), que, a los dos años de nacer, emigró junto a su familia a Buenos Aires. Tras un breve paso por Ferro Carril, desarrolló el resto de su carrera en Boca Juniors: doce temporadas, más de 300 partidos y cinco campeonatos nacionales. Vistió la albiceleste y fue, aunque con otra camiseta, el primer español en jugar un Mundial, en 1930. En esa década coincidió en Argentina con los hermanos De Sáa, de Lugo: Manuel Alberto jugó 258 partidos como defensa en Vélez, pero Eduardo apenas llegó a la decena.

Giras por América. En 1936, la Guerra Civil paró la Liga en España y muchos futbolistas salieron del país, por motivos políticos en su mayoría. México acogió a gran parte de ellos, aunque unos cuantos recalaron en Argentina. En 1937, el Barcelona, que pasaba por serios apuros económicos, realizó una gira por Norteamérica para recaudar fondos, pero, a la hora de volver a casa, varios jugadores decidieron quedarse en México. De ellos, Munlloch y García Ipiña pasarían unos años en Vélez, aunque no triunfaron en Argentina.

Ese mismo 1937 se configuró una selección vasca, que enrolaría a muchos habituales de la española, con un objetivo propagandístico y recaudatorio. Durante ese año y el siguiente disputaron numerosos encuentros por Europa y, tras la caída de Bilbao en la Guerra, decidieron proseguir la gira por América. El equipo se instaló en México y, acabada la guerra en España, se disolvió, pero muchos de sus miembros se quedaron allí y varios de ellos hicieron parte de su carrera deportiva en Argentina: Cilaurren, Blasco, Aedo (River), Areso (Tigre y Racing), Iraragorri, Emilín, Zubieta y Lángara (San Lorenzo de Almagro).

Especialmente brillantes fueron las estancias de estos dos últimos en Argentina. Primero llegó Zubieta, a quien había seguido un dirigente de San Lorenzo mientras se entrenaba en tierras argentinas con el equipo de Euzkadi (con z). La selección regresó a México y Zubieta recibió una oferta del equipo de Almagro de 10.000 dólares por una temporada. Él no quería separarse del grupo y pidió 30.000 pensando que rechazarían su contraoferta. Aceptaron. Zubieta, rocoso centrocampista, jugó en San Lorenzo hasta 1952 (es el tercer jugador que más veces ha vestido la camiseta del Ciclón: 352) y fue el capitán en la exitosa temporada de 1946, con el título de liga y una posterior exitosa gira por España y Portugal.

El mito de Lángara en Boedo no es tan grande, pero su recuerdo es también muy bueno y sus números allí son de crack. Fue Zubieta precisamente quien le animó a acompañarle en San Lorenzo (él tenía ya una oferta de River Plate) y lo de Lángara fue llegar y besar el santo. En la mañana de aquel 21 de mayo de 1939, domingo, Isidro desembarcó en Buenos Aires como un desconocido y por la tarde debutó contra un River Plate casi imbatible. El estreno fue mágico: antes del descanso, Lángara había marcado cuatro goles y San Lorenzo ganó 4-2. “Debemos afirmar que la realidad ha superado aún los cálculos más alegres y que esos cuatro golazos del nuevo preclaro ciudadano del barrio de Boedo le han abierto de par en par las puertas de la popularidad en esta patria generosa, que lo saludó como si fuera la suya”, declaró entonces el periodista y relator Fioravanti.

Lángara jugó cuatro temporadas para el club de Boedo. En 121 encuentros marcó 110 goles, varios de ellos espectaculares, según relatan las crónicas de época, que le colocan entre los mejores realizadores de la historia del club. No ganó ningún título en el fútbol argentino, pero resultó el máximo anotador liguero de 1940 (galardón que logró hasta seis veces entre España, Argentina y México).

Emigrantes. Durante la dictadura franquista, varios españoles más arribaron en la liga argentina, aunque muchos de ellos fueron emigrantes que se instalaron en el país de niños junto a sus familias y se formaron como futbolistas en Sudamérica, sin hacer carrera en España. Ramón Cabrero nació en Santander en 1947, pero con tres años se fue Argentina. Desde los nueve estuvo trabajando en una fábrica de piezas para coches y con 14 entró en Lanús, para hacer su debut con el primer equipo a los 18. Este centrocampista rindió muy bien en Lanús durante cuatro años y, tras un breve paso por Newell’s, fichó por el Atlético. En España, su país natal, no se libraría de hacer el Servicio Militar. También jugó en Elche y Mallorca y regresó a Argentina, donde pasaría por San Martín de Mendoza e Independiente de Rivadavia. Como entrenador también ha tenido una trayectoria dilatada en el país andino (Sportivo Italiano, Lanús, Maipú, Central Córdoba, Colón, Los Andes…). En 2007 ganó el Apertura con Lanús.

Hay más ejemplos. Antonio García Ameijenda nació en Cabanas (A Coruña, 1948) y futbolísticamente se inició en San Lorenzo como volante izquierdo. Allí, el ‘Tano’, como irónicamente se le llamaba (los tanos son los llegados de Italia; gallegos llamaban a los españoles), jugó entre 1967 y 1975, marcó 24 goles y fue campeón nacional tres veces (1968, 72 y 74). También pasó por Estudiantes, Huracán y Gimnasia y Esgrima. Entre medias, estuvo tres años en España, en el Salamanca. Fernando Seijo estuvo en Chacarita entre 1963 y 1966 y después en Villa Dálmine, en Primera B, y Jesús Martínez, protagonista en AS Color, ganó la Intercontinental con Racing de Avellaneda en 1967 y luego fichó por el Valencia para acabar regresando a Argentina: Huracán, Quilmes, Banfield, Colón, Almagro y Defensores. Como curiosidad, fue internacional por España y por Argentina.

No fue el caso de Pepillo, por ejemplo, que sí fue un emigrante del fútbol. Nació en Melilla en 1934 y despuntó en el Sevilla, lo que le llevó al Madrid, con el ganó la Copa de Europa de 1960. Con esa carga y la de ser suplente (y en algunos círculos, sucesor) del mismísimo Di Stéfano, llegó cedido a River Plate, pero no llegó a adaptarse a su nueva situación. De él se decía que parecía más un torero que un futbolista y fue muy criticado por la hinchada millonaria. Desde la Guerra Civil, los casos de españoles que dan el salto para jugar en Sudamérica son contados. Años más tarde, fue Alberto Martín Goikoetxea (Santurce, Vizcaya, 1955) quien se lanzó a la aventura argentina. Martín, centrocampista, se formó en Lezama, pero brilló en el Málaga. En 1986, convencido por su compañero argentino Regenhardt, tomó rumbo a Santa Fe para enrolarse en el Unión, donde jugó su última campaña como profesional. Ejemplos de españoles en Argentina, pero que no llegaron a la máxima categoría son Fernández Lastra (Excursionistas, en los 80, en Primera C) o Damián Cortez (El Porvenir, en los 90, en Primera B).

También está el caso de futbolistas argentinos que tuvieron hijos mientras jugaban en España y estos niños acabaron participando en la liga argentina años después. Marcelo Trobbiani, delantero del Elche y el Zaragoza en los 70 y los 80, es padre de Pablo Trobbiani, nacido en Elche y que se formó como futbolista en la cantera de Boca. En Argentina le comparaban con Redondo y Bilardo le hizo debutar en un Boca-River, pero no llegó a triunfar y tuvo una discreta carrera por Argentina, Chile, Italia y España.

Peor aún fue el caso de los Anzarda. El padre, Eduardo ‘El Chavo’, jugó en el Madrid y el Betis en los 70, y en Sevilla nació su hijo, del mismo nombre y que también tomó el camino del fútbol. Centrocampista como su padre, ‘El Chavito’ debutó en la 98-99 con el primer equipo de Atlanta, entrenado por su padre. Fracasó y ambos abandonaron el club esa temporada. La carrera de Anzarda jr. fue corta y Sebastián Wainraich, un conocido presentador de televisión argentino, le concedió el dudoso honor de ser el peor jugador de la historia de Atlanta.

Último valiente. Javier Artero (16-04-1975) ha sido el último que un día hizo las maletas y se embarcó en la aventura de jugar en la liga argentina. Centrocampista de banda derecha, se formó en las categorías inferiores del Real Madrid, donde llegó hasta el primer filial. También militó en el Moscardó (1994- 95), Leganés (1996-97), Málaga (1997-98) y Badajoz (1998-99). En julio de 1999, con 24 años, recibió una oferta de San Lorenzo de Almagro. Fernando Miele, por entonces presidente del ‘Ciclón’, le ofreció reforzar un equipo que necesitaba nombres importantes. Cuando llegó, el técnico Óscar Ruggeri, exjugador del Madrid, dejó bien claro ante los medios que no lo había pedido.

Artero jugó poco, actuó unos minutos en un partido amistoso ante Peñarol y, finalmente, tuvo su estreno ante el Corinthians, partido perteneciente a la Copa Mercosur, donde fue uno de los destacados. En total, sumó tres partidos oficiales con la camiseta azulgrana, sin llegar a justificar los 250.000 dólares (casi 193.000 euros) del 50% de su pase.

Ni siquiera duró un año en San Lorenzo. En marzo se marchó cedido al Botafogo, en el que actuó en la temporada 1999-00. Artero estaba convencido de que podía triunfar en Argentina y afirmó: “En San Lorenzo me he ganado el respeto de mis compañeros y Ruggeri ya dijo que me espera de vuelta a mitad de año”. No fue así. Regresó para finiquitar y marcharse al fútbol escocés, al Dundee FC, donde jugó la temporada 2000- 01. Allí le llegó una de las peores noticias de su vida: le detectaron una esclerosis múltiple y tuvo que abandonar el fútbol. Hoy vive en Chile. Artero ha sido el último español en jugar en la liga argentina, donde será muy difícil que volvamos a ver a un futbolista patrio, dado lo poco atractivo de aquel torneo para jugadores europeos.