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ALEMANIA

Uli Hoeness, el cazador cazado

El directivo del Bayern, que se autoproclamaba como un referente moral, va la cárcel enredado en su adicción a las inversiones de riesgo y los engaños al fisco.

Actualizado a
El presidente del Bayern Munich, Uli Hoeness, condenado a tres años y medio de prisión por fraude fiscal.
POOLREUTERS

"Es el colmo. Pagamos cientos de millones para sacarlos de la mierda y luego no pagan": Así se expresaba hace dos años el presidente del Bayern Múnich, Uli Hoeness, al criticar la deuda de los clubes españoles de fútbol. Hoy fue condenado a tres años y medio de prisión por evadir casi 30 millones de euros en impuestos.

El directivo de 62 años encarna a la perfección la figura del cazador cazado: la historia de un referente moral que pasa años fustigando los desbarajustes financieros del fútbol mundial y termina en la cárcel enredado en su adicción a las inversiones de riesgo y los engaños al fisco.

"Evadí impuestos", declaró Hoeness esta semana durante un juicio seguido con enorme expectativa dentro y fuera de Alemania. El jefe del Bayern confesó a la corte su compulsión a apostar por negocios en Bolsa hasta "perder la visión de los beneficios y las pérdidas". "Es algo que puede pasar cuando uno apuesta y está como loco".

La imagen de apostador desenfrenado consternó en Alemania, donde el directivo tenía una fama muy diferente.

Hoeness no era sólo el presidente del club más exitoso del momento, el de los beneficios envidiables, el de los cinco títulos la temporada pasada, el que logró seducir a un Josep Guardiola cortejado en todo el mundo. También cumplía el papel de instancia moral respetada por los más altos círculos económicos y políticos del país.

Como mánager general del Bayern Múnich desde 1979 y presidente desde 2009, Hoeness multiplicó la facturación del club e hizo propia la defensa de las finanzas racionales y el ataque al crecimiento en base a endeudamiento, una cruzada siempre popular en Alemania y aun más después del estallido de la crisis financiera.

De carácter impulsivo e informal, no buscó eufemismos para condenar por ejemplo las astronómicas deudas del Real Madrid. Ya en 2009, cuando el club español ultimaba los fichajes de Kaká y Cristiano Ronaldo, Hoeness lanzó una advertencia que hoy parece dramáticamente aplicable a su propio destino.

"El Real Madrid va a tener un problema cuando le embarguen el estadio Bernabeu, cuando un agente judicial cualquiera lo cierre porque no pueden seguir pagando las deudas", avisaba Hoeness. "Tanto va el cántaro a la fuente que... Y permitamos que sigan yendo a la fuente, ya van a ver cómo se rompe".

La fuente se rompió hoy, pero para Hoeness, después un año de vapuleo público a su figura y de cuatro días de un mediático juicio que dejó al desnudo lo que hacía el directivo con sus finanzas personales mientras criticaba las del resto del mundo.

Hoeness intentó evitar la cárcel al presentar a principios de 2013 la autodenuncia en la que admitía tener una cuenta oculta en Suiza por la que no pagaba impuestos.

Pero desde el primer día del juicio iniciado el lunes quedó claro que Hoeness había mentido también en esa presentación y que la evasión real multiplicaba varias veces la admitida. El monto final por el que fue condenado: 28,5 millones de euros (39,7 millones de dólares).

En un país como Alemania, donde el Estado de bienestar se apoya en una fuerte carga impositiva y la evasión fiscal genera gran condena social, Hoeness perdió el favor de la opinión pública ya antes de perder el juicio. Incluso la canciller Angela Merkel se mostró "decepcionada".

"Un ludópata que actúa de forma irresponsable no puede cumplir con la función de dar el ejemplo, también de cara a los más jóvenes, como presidente de un popular club deportivo", señaló hoy la organización anticorrupción Transparencia Internacional, que pidió la inmediata destitución de Hoeness al frente del Bayern.

"Tuvo muchos años para poner orden en sus asuntos", le espetó hoy el juez al anunciar la sentencia. "Pero no lo hizo. A cambio, como usted mismo admitió, se dedicó a ganar tiempo". Hace dos años, a nadie le habría sorprendido que esas palabras salieran de la boca de Hoeness al hablar de un club endeudado.