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CASTILLA 2 - TENERIFE 2

Castilla y Tenerife brillan con un Carnaval de goles

El Tenerife se adelantó muy pronto con el gol de Aridane, pero el Castilla se recompuso con los goles de Roberto (pp) y de De Tomás. Al final empató Ayoze.

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Castilla y Tenerife brillan con un Carnaval de goles

Castilla y Tenerife se disfrazaron de equipos vistosos pese al frío, la lluvia y el viento que azotaron Valdebebas y ofrecieron un sábado de Carnaval cargado de goles, regates, lucha, ocasiones y emoción. Y al final, entre tanta fiesta, acabaron con un punto cada y uno y como amigos, con el Castilla fuera del descenso y el Tenerife oteando la zona de playoff...

Si un equipo quiere marcarle gol al filial madridista, sólo tiene que ensayar esa semana el balón parado. El Tenerife explotó la gran debilidad castillista nada más empezar. Lanzaron cinco córners seguidos antes del minuto 3 y al final hallaron el premio. Esta vez el afortunado fue el tinerfeñista Aridane. Un gol que dejó aturdido al equipo de Díaz. El Tenerife le cerró todas las vías hacia Roberto con una lección maestra de ayudas y presión a Aguza y Mascarell. Y mientras, Ayoze Pérez enseñó el por qué el Castilla quiso ficharlo en enero. En el 27’ le hizo un Sombrero a Cabrera, un recorte a Derik y su remate con la zurda se fue suspirando cerca del palo derecho de Pacheco. Soberbio. Tres minutos después, sin embargo, falló un gol en el área pequeña...

En la segunda parte, el Castilla aprovechó una parada del Tenerife para respirar y le puso a su rival correa y bozal. Primero fue Aguza el que sorprendió a Roberto con un chut seco en el 57’ y trece minutos después fue De Tomás (sexto gol del curso) el que obró la remontada con asistencia de Burgui.

El Tenerife no se lo creía, se lanzó al ataque con furia y volvió a ser el equipo afilado del primer tiempo. Cervera metió dos puñales, Cristo Martín y Suso, pero fue Ayoze el que puso el 2-2 tras recibir, empaquetar y mandar a la red un balón que le había pasado Aridane de espuela. Un gol que puso justicia a un partido que acabó en medio de una charanga de ataques desenfrenados. Un partido no, un partidazo.