Gerrard culminó la remontada

Un partido que nunca fue lo que se esperaba de él. Por un lado el Fulham, hundido y colista tras seis jornadas sin conocer la victoria, aunque el pasado fin de semana lograra arrancar un empate en Old Trafford. Y el Liverpool, por su parte, llegaba tras golear al Arsenal, en plena progresión, consolidando su plaza de Champions y soñando con algo más tras los empates de Chelsea, United y Arsenal.

Pero todos esos prejuicios desaparecieron en el primer minuto: Tunnicliffe estrenó los guantes de Mignolet y le obligó a estirarse para rechazar un balón que rozaría el poste. Con los papeles cambiados, el Fulham prosiguió con el bombardeo de centros y terminó por hacer pleno: Kolo Touré despejó a su propia red de forma esperpéntica un balón de Richardson. El marfileño, que ya erró ante el West Bromwich Albion, abría la lata de un Fulham muy poco propenso a marcar goles.

Durante la primera parte el conjunto de Craven Cottage impuso su fútbol en todos los aspectos. La imprecisión 'red' ayudó, porque Gerrard como mediocentro nunca podrá ser peligroso y Coutinho como mediapunta nunca podrá ser Gerrard. Tanto al toque como al contraataque, el Fulham aprovechaba cualquier ocasión para hacer creer que el segundo tanto estaba a punto de llegar. Y el gol llegó, pero en la otra portería. Lo que parecía un despeje de Gerrard se convirtió por el camino en asistencia para habilitar a Sturridge, que solo ante Stekelenburg ajustó al palo. Fue el empujón que necesitaban los de Brendan Rodgers, porque a partir de entonces incluso los rebotes parecían estar de su lado.

En la segunda parte se confirmaron esas buenas sensaciones con un gran Luis Suárez, de nuevo el atacante estrella de su equipo. Eran los mejores minutos del Liverpool, pero el guión tenía previsto un cambio de rumbo más. Skrtel quería despejar y acabó por dejar el balón en bandeja a Richardson para que los locales se adelantaran de nuevo en el marcador, gracias al enésimo error de la defensa visitante.

Esta vez el gol no impidió que el Liverpool continuara con su guerra particular, porque la superioridad era cada vez mayor y las ocasiones mucho más peligrosas. El destino quiso que Coutinho, uno de los peores hasta entonces, se encontrara en la media luna del área un balón envenenado para hacer el mejor tanto de la noche con la zurda. No cesó el acecho en busca de una remontada improbable que se cumplió: Riether cometió un penalti infantil sobre Sturridge y Gerrard culminó lo que él mismo había empezado con una asistencia imposible.