NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

La voz de la experiencia

Milutinovic: "He dirigido en cinco Mundiales y no sé hablar inglés"

Bora Milutinovic sigue en activo como consejero de Qatar para el Mundial 2022. Su currículo está al alcance de muy pocos. Ha dirigido a cinco selecciones diferentes.

Actualizado a
Bora Milutinovic.
A.Gabilondo

Ha dirigido a cinco selecciones diferentes en cinco Mundiales. Sólo Parreira y usted lo han hecho. ¿Feliz?

—Claro, es un gran honor.

—El primero fue con México en el 86, siendo anfitriones.

—Fue un Mundial inolvidable. El equipo dio grandes alegrías a los mexicanos, pese a que perdimos en cuartos contra Alemania por penaltis. Nunca México ha logrado un resultado mundialista como aquel.

—Curioso, porque recibió fuertes críticas antes del torneo.

—Bueno, un entrenador siempre debe aceptar que hay críticas. En México 86 conté con ocho jugadores que habían empezado a jugar profesionalmente conmigo en Pumas, entre ellos Hugo Sánchez. Era un extraordinario jugador, un líder. Además, durante aquel torneo nació mi hija. Fue otra emoción más.

—Esa derrota contra Alemania en cuartos y contra uno menos... ¡Pudieron ganar!

—El partido se jugó en Monterrey. Perdimos por penaltis pero nos ganamos el respeto de la gente. Tuvimos una gran conexión con el público. Nosotros también perdimos a Javier Aguirre en la prórroga, expulsado. Pero el equipo hizo historia. El cariño de México me moldeó como soy. Tengo amigos mexicanos, mi esposa es mexicana, mi hija es mitad serbia y mitad mexicana. Me dio mucho.

—Un reto que superó en el 90. ¿Es cierto que Costa Rica le llamó sólo tres meses antes del Mundial de Italia?

—Correcto. Cuando me llamaron me pregunté: “¿Con tan poco tiempo”. Nadie daba nada por nosotros. Nos había tocado un grupo sumamente difícil: Escocia, Brasil y Suecia. Sin embargo, por primera vez en la historia de un Mundial un equipo que debutaba puntuó y se clasificó para octavos. Ganamos dos partidos. Fue una fiesta para los ticos.

—¿Cómo se le ocurrió apartar a los pesos pesados?

—Hice cosas por intuición. Habíamos perdido casi todos los partidos de preparación y el equipo que debutó contra Escocia nunca había jugado junto. La experiencia que tuve con Costa Rica fue especial porque indica lo importante que es el espíritu en un equipo. Siempre que me encuentro a ticos me hablan de aquel equipo.

—Incluso perdieron sólo 1-0 con Brasil, toda una gesta.

—Y con un autogol. Hay cosas que nunca olvidaré. Cuando llegamos a Roma había mucha gente esperando en el aeropuerto. Me dije: “¡Fenomenal! La gente tiene mucho cariño por Costa Rica”. Pero no. La gente venía a esperar a Argentina, que llegaba después. Antes del partido ante Brasil nos saludaban con los cinco dedos, como si nos fueran a meter cinco. Perdimos, pero la historia fue diferente a lo esperado.

—Tras caer ante Checoslovaquia en octavos dijo: “Lo de Costa Rica ha sido un milagro”.

—Yo tenía expectativas, pero no es muy correcto decirlo. Se pueden lograr estas cosas cuando hay una gran unidad, talento y ayuda de Dios. Todo fue perfecto para nosotros.

—Y llegó el 94. ¿Beckenbauer le empujó a ser seleccionador de EE UU en su Mundial?

—Sí. Franz era uno de los candidatos, pero él dijo que no podía y propuso mi nombre. Me recomendó. Después, con una actitud perfecta y una preparación diferente dimos un gran nivel. En dos años y medio jugamos 91 partidos. Viajamos por todo el mundo. Había buena conexión. Teníamos ese Sueño Americano de poder hacer algo grande. Y lo logramos.

—Se encontró un fútbol virgen, casi por descubrir.

—Todo era a nivel universitario. La actitud que tenían era envidiable. Lo siguen demostrando ahora, cuando ganaron a Panamá y permitieron a México clasificarse para el Mundial.

—Alexi Lalas no jugó al fútbol hasta los 17 años. ¿Cómo se profesionaliza un grupo así?

—Alexi Lalas, Tony Meola... Todos los jugadores tenían una actitud envidiable. Destacar a uno sería injusto. Eran estudiantes y por primera vez en la historia ganamos a México en la Copa de Oro. Entonces no había mucha competencia entre EE UU y México porque los mexicanos eran superiores. Pero en junio de 1991 cambiamos este panorama.

—El partido contra Colombia, ya en el Mundial, fue la primera victoria estadounidense en un Mundial desde 1950...

—Les decía: “This is the moment!”. Colombia era el gran favorito, pero ganamos con un autogol. La gente empezó a creer en nosotros. Cuando se habla de sueños este es un ejemplo. La realidad es que EE UU tenía un equipo compacto y aprovechamos para escribir la historia. Soy feliz porque fui parte de aquello.

—Iban 93.000 espectadores a los partidos de EE UU. ¿Ustedes lanzaron el soccer?

—Sería pretencioso si dijera que fue así. Lo que sí puedo decir es que hubo muchas diferencias entre el fútbol que encontré cuando llegué en el 91 y cuando me fui en el 94. Ahora siguen yendo adelante. Tienen muy buena organización.

—Las imágenes de celebración tras clasificarse para octavos fueron un momento cumbre de aquel Mundial...

—Fue histórico, aunque la gesta había empezado en la Copa de Oro del 91. Yo no hablaba inglés. Nunca he aprendido a hablar inglés, pese a haber dirigido en todo el mundo y en cinco Mundiales distintos. Sin embargo, tenía una excelente comunicación con los futbolistas.

—¿Cómo prepararon la eliminatoria frente a Brasil?

—Fue el partido más fácil de preparar. En un Mundial preparar un partido contra el gran favorito y posterior campeón es lo más fácil. Debíamos hacer un gran esfuerzo y, sobre todo, creer. Expulsaron a Leonardo por agredir a Tab Ramos, pero para nosotros fue más importante perder a un jugar de talento como Tab que para ellos perder a Leonardo.

—Aguantaron hasta el 78’, cuando marcó Bebeto a pase de Romario. Vaya pareja.

—Desde luego. Cuando veo a Bebeto siempre le digo: “¡A ti no te quiero!”. EE UU había perdido pero la gente se volcó para siempre con su equipo.

—En el 98 dirigió probablemente a su mejor equipo, Nigeria, y sin embargo no cuajó.

—¿Pero qué es un buen equipo? Había buenos jugadores, pero eso no siempre significa tener un buen equipo. No asegura ser competitivo. En la primera fase estuvimos brillantes, pero luego no tuvimos el equilibrio emocional para competir.

—En el debut le ganaron 3-2 a España en aquella tarde de los errores de Zubizarreta.

—Antes del partido me dijeron que tuviera cuidado, que si perdíamos igual me despedían. Con el 1-0 de Hierro pensé: “Me echan”; con el 2-1, igual. Me veía yéndome solo ese mismo día desde París. Pero luego empatamos y Oliseh hizo el tercero. Eso cambió por completo el panorama. Todo el mundo estaba feliz, entusiasmado.

—Y todo se fue al traste en octavos ante Dinamarca...

—Era un equipo muy fuerte con Laudrup, pero la gente no le daba demasiada importancia. Perdimos porque nos vimos clasificados antes de jugar. En un país como Nigeria, con tanta euforia, con tanta pasión, con 100 millones de habitantes, hay mucha exigencia.

—Pues también metió a China en el Mundial 2002, el país más poblado del mundo.

—Hicimos historia, por primera vez nos clasificamos. La gente conmigo fue muy respetuosa. Mi cuerpo técnico era completamente chino. De los primeros 13 partidos ganamos 12. Pero desgraciadamente para China no pudimos lograr ni un punto. El número de habitantes no es garantía de que haya entusiasmo por el fútbol. Cuando voy a España siempre notó pasión, cientos de equipos jugando, pero en China no es así, hay otros deportes más importantes. Es una gran contradicción que un país con tantos habitantes tenga tan poca ilusión por el fútbol. Muy pocos lo juegan.

—Ni siquiera marcaron.

—Las circunstancias de los partidos no fueron favorables. Perdimos con Costa Rica, Turquía y Brasil, pero ahora nos damos cuenta de lo que hicimos. Sacamos a millones de chinos a las calles. Me da tristeza que los muchachos no marcaran, porque lo hicieron todo para lograrlo.

—¿Y ahora qué? ¿No se plantea un sexto Mundial?

—¡No sé si me dará la vida! Estoy trabajando como consejero para Qatar para el 2022. Si puedo ayudar, lo haré con gusto.