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Tensión en el equipo cántabro

La hinchada del Racing de Santander perdió la paciencia

El asaltó en la noche del miércoles al palco de El Sardinero, escenifica la ruptura total entre la afición y el Consejo de administración que preside Ángel Lavín, Harry.

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La hinchada del Racing de Santander perdió la paciencia

El racinguismo ha dicho basta. Con la desesperación del que ya no tiene que perder, la parte más joven de los seguidores cántabros, ‘La Gradona de los Malditos’, asaltó en la noche del miércoles el palco de El Sardinero sin un plan elaborado pero con la evidente intención de escenificar la ruptura total entre la afición y el Consejo de administración que preside Ángel Lavín, Harry.

Hubo, por parte de la veintena de jóvenes que entraron en el palco, insultos, escupitajos, intentos de agresión, lanzamiento de objetos (un cenicero de pie y dos asientos del graderío), que provocaron la rotura de una televisión y pequeños rasponazos en un directivo del Almería. El único destinatario de todos estos hechos, Harry, fue alcanzado por los esputos y, de refilón, por una patada que le lanzaron por detrás. Lo políticamente correcto sería decir que los asaltantes no representan a la centenaria afición del Real Racing Club, pero no sería verdad. Lo cierto es que sí la representan. Es triste, por lo que esto supone de apoyo a un comportamiento vandálico, pero a lo largo de la jornada de ayer el racinguismo se alineó unánimemente al lado de los agresores. ¿Por qué una afición pacífica como la del Racing durante los primeros 98 años de su historia ha explotado de esta manera?

La historia. Lavín es presidente del Racing, manejado desde la sombra por Francisco Pernía, gracias a los derechos de voto (el 99,89% del capital) de Alí Syed. Ni Lavín ni Pernía son accionistas, más que testimoniales, de la entidad. Ya hay una sentencia que dice que el indio, que no ha pagado, debe devolver las acciones a su anterior propietario, pero a base de recursos e impugnaciones están logrando que la sentencia no sea ejecutiva y prolongar su mandato en el club. Esa misma táctica procesal están siguiendo en los más de 20 litigios que están en marcha. La fiscalía, por ejemplo, pide la culpabilidad en el concurso de acreedores para Alí y Pernía, al que solicita más de cinco millones de indemnización. En una querella criminal por delito societario continuado, Pernía y el propio Harry están imputados y se les pide, entre otras cosas, penas de cárcel. Hasta en nueve ocasiones han solicitado accionistas, exjugadores y acreedores el nombramiento de un administrador judicial. Los juzgados hasta ahora no han amparado, por acción o por omisión, al racinguismo.

En un sociedad en quiebra, multiembargada, que debe tres sueldos a sus futbolistas y cinco pagas al resto de trabajadores, Harry cobra una nómina de más de 5.000 euros al mes y pretende, caso único en el fútbol español, poner también sueldo a sus consejeros a partir del 31 de enero próximo.