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Así creció la perla colchonera

“Ver jugar a Óliver era ver los vídeos de Messi cuando era niño”

Navalmoral de la Mata, testigo de los primeros pasos futbolisticos de Óliver, están orgulloso de él. "Tenía unas condiciones innatas impropias para su corta edad”.

Navalmoral de la MataActualizado a
Niños integrantes de la escuela Morala posan con una camiseta de Óliver con el Atleti. El canterano es un ejemplo para muchos de estos chicos.
Jesús Aguilera

Oliver dio sus primeros pasos futbolísticos en su Navalmoral de la Mata (Cáceres) natal, a poco más de 200 kilómetros de Madrid. Allí comenzó una historia que relatan con orgullo y pasión sus paisanos, los que le han visto crecer y se agolpaban con expectación en los campos de la región para ver a ese pequeño talento moralo que apenas llegaba a los hombros de sus rivales.

Óliver había comenzado a jugar en el San Andrés, un equipo para niños menores de 5 años, con Carlos Sánchez Mateos como técnico. “Se le veían unas condiciones innatas impropias para su edad, era puro talento”, explica Carlos quien hizo con Óliver el tránsito a la Escuela Morala de fútbol. “El primer día llegó con su padre y prácticamente no hizo nada más que llorar, de lo tímido que era le daba vergüenza salir a jugar”, relata Yovana Carrera, que fue también su entrenadora en los prebenjamines en la Escuela Morala.

Desde muy pequeño, con seis años, ya marcaba diferencias en el campo algo muy sorprendente para un chico aparentemente frágil. “Ganamos dos años seguidos la liga y la cuenta de goles no la recuerdo. Era el jugador dominante, pero lo hacía sin presunción, era uno más”, recuerda Yovana. Entonces el fútbol para Óliver era una pasión que iba creciendo y que también demostraba en el colegio Almanzor, al que asistía. “Nos hacía sentir impotencia, era un niño minúsculo, un año más pequeño y nos ganaba él solo”, explica Jaime que fue testigo de sus progresos. Las actuaciones de Óliver causaban expectación en la región ya siendo benjamín. “Recuerdo un torneo en el que había varios partidos simultáneos y a medida que el nuestro avanzaba la gente se reunió en torno a nuestro campo para ver a Óliver”, explica orgulloso Miguel Ángel Martín su técnico entonces. “Cambios de ritmo, colas de vaca, cosas que la gente ve en los vídeos de Messi cuando era niño nosotros lo veíamos todos los fines de semana con Óliver”, dice con orgullo Miguel Ángel, quien explica cómo Óliver se quedaba tras los entrenamientos a lanzar faltas. “Con ocho años era una esponja. Se quedaba callado, escuchando, no se separaba del balón y se hacía querer”, nos explica testigo de cómo Óliver intentaba emular a su gran ídolo: Ronaldinho.

Carlos Sánchez Mateos fue su padre futbolístico, el entrenador que guió sus primeros pasos en Navalmoral de la Mata: “Para los moralos es un orgullo haberle tenido y era increíble ver a un niño tan pequeño ejecutar maniobras propias de los chicos mayores”. Pero no todo fue fácil. Óliver tuvo que partir para seguir alimentando su sueño. Primero a Barcelona, a la Fundación Marcet. “Lo pasó mal. Fue muy duro para él y para su familia”, explica Miguel Ángel Martín. A su vuelta, Óliver, con 10 años, fue captado por el Atlético. Ahora no olvida de dónde salió y sus vecinos lo agradecen. “Por aquí se pasea como uno más y sigue tan humilde como siempre”, coinciden sus paisanos.