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María Escario

“Cuando empecé era inviable ser mujer y periodista deportivo”

El miércoles María Escario (Madrid, 1959) recogerá el Ondas a Mejor Presentadora. El premio a 30 años de carrera. Honesta y ecuánime es un referente de la comunicación.

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“Cuando empecé era inviable ser mujer y periodista deportivo”

Casi 30 años en TVE... ¿Recuerda la primera noticia?

Una de balonmano. El Atlético había ganado no sé qué trofeo y tuve que cubrirlo... No tenía ni idea. ¡Me puse a buscar el teléfono en las páginas amarillas, imagina...! Llegué tarde al aeropuerto y me fui a casa de Cecilio Alonso. No había Internet. Un teletipo y poco más. Pero yo fui honesta. “Es mi primer día en TVE y tengo que hacerte una entrevista pero no sé qué preguntarte”. Aún se acuerda...

¿De dónde le viene esto?

No sé. En mi familia no hay precedentes. Yo quería ser fotógrafa y mis padres me dijeron de complementarlo con periodismo. Buscaba ser productora o realizadora. Estar ante la cámara no me ponía, no lo ha hecho nunca. Ahora sí, claro, pero no era mi destino.

¿Cómo llegó a TVE?

Fue en 1979, con 19 años, pero no como periodista, sino como secretaria de la secretaria de Soler Serrano. Estaba en tercero de carrera. Cuando tenía libre me iba a Prado del Rey a ver los platós. Me fascinaba la tele. Pero detrás. No delante.

¿Y el deporte?

Lo pedí yo. Cuando acabé la carrera y regresé a TVE como periodista me hablaron de economía y torcí la cara. “Bueno, hay deporte...”, como diciendo: “No vas a querer”. Y yo respondí: “Pues si no te importa... Me chifla”.

¿De siempre?

Claro. Mi padre era velocista. Un loco del atletismo. Yo en el colegio jugaba a baloncesto. Era base. Y compraba AS y Marca, coleccionaba Solo Moto...

¿Quién la descubrió?

He tenido muchos maestros y maestras. Pero, quizá, le deba a Pedro Erquicia llevar 20 años presentando el Telediario.

¿Por qué?

Fue quien me vio. Apostó por mí. Y me enseñó mucho. Me daba una caña… Tenía que levantarme a las tres para trabajar... Era presentadora y reportera.

¿El mejor consejo que nunca le dieron?

Fue Rosa María Mateo. Para mí ella era como la Virgen, la gran dama, la estrella. Me dijo al poco de debutar: “María, llevo 20 años viendo a gente ante la cámara, pero nunca a nadie como tú... Pero te prevengo contra la fama. Este trabajo te hace levantar los pies del suelo y esa referencia no la pierdas nunca”. Y eso, a fuego, eh.

¿Se ve haciendo otra cosa?

No sé. Para mí la veteranía es un valor. Mis referentes peinan canas y en lo que más yo misma soy es deportes. ¿Que es un género menor? No. Pero así se ha considerado muchos años. “¿Tú no vales para otra cosa? Periodista deportivo”. Y es tan importante como el resto. Yo siempre he pretendido dignificar nuestro papel. Presento deportes en un Telediario. No le gustan a mucha gente que me ve. Y mi reto es que tú estés comiéndote la sopa y te gires. Cuando empecé me fijaba en el cámara... Si miraba al monitor cuando hacía la entradilla pensaba: “¡Bien! Esta es buena...”.

¿Pudo cambiarse alguna vez?

Sí. Diego Carcedo, director de Informativos, me ofreció la tercera edición del Telediario en 1990. Faltaban dos años para Barcelona 92 y dije que no. “Eres la primera persona que me dice que no...”.

¿Y cómo ha visto cambiar el deporte en este tiempo?

Prácticamente hemos crecido juntos. Lo he vivido y lo he contado. Y ha sido muy chulo. Las 22 medallas de Barcelona. Seúl. Atlanta. Atenas. Pekín. Londres. Los Mundiales de Italia, Francia, Alemania… Finales de Champions. Motos, Davis, natación… ¡Yo he llegado a hablar de Nadal como un niño que despunta en tenis! ¡No podía ni con la raqueta! Me siento un poco la madre de todos...

Y las herramientas también han cambiado mucho...

Fíjate, cuando yo llegué a la tele, a los seis meses, retransmití un Mundial de gimnasia rítmica y tuve que hacerme mi archivo, con cartulinas y la historia de cada gimnasta. En Seúl, ¡TVE tuvo que fletar un contenedor para llevar nuestra documentación! Ahora vas con un pen drive. O ni eso. Entonces era periodismo puro y duro. Todo te lo currabas tú. Sin ayuda. Yo me he curtido en la calle.

Este tiempo sólo le alejó del Telediario el ictus que sufrió en 2012. “Tengo ganas de volver a contar y no ser yo noticia”, dijo.

Sí, eso es. Exacto. Nunca te gusta ser noticia por algo así. Eso sí, ahora tengo más claro lo que no quiero en mi vida. He aprendido a prestarle más atención a mi cuerpo. Si estoy viva es porque fue un derrame muy pequeñito.

¿Por qué?

Tardé mucho en ir al hospital. Me dolía mucho la cabeza. ¿Sabes qué pasa? Yo suelo tener dolores de cabeza. Pero aquel era irreconocible. Me empecé a mosquear cuando, tras dos pastillazos, no cedía. Tardé toda la noche en ir al hospital. Lo hice cuando me dijeron que se me iba un ojo. Entonces vi que algo gordo me pasaba. Pero pensé en una meningitis. Nunca en un ictus.

Deportistas. Compañeros. Redes. Todo se inundó de mensajes de apoyo. ¿Ayudó?

Mucho, muchísimo. Recibí tanto cariño, tanto, a todos los niveles... Es como ahora, con el Ondas, llegar a la redacción y que te aplaudan tus compañeros es... (silencio, se emociona). No sé. Es muy bonito. Es que yo nunca he sido una delantero centro, yo he sido más de hacer equipo, y eso te llega.

¿Cómo supo lo del Ondas?

Me llamó Olga Viza. “Escario, enhorabuena. Te han dado el Ondas...”. Yo estaba con unos albañiles, con una obra en una casita de campo que tengo. No me lo creía... Y a las dos nos vino un nombre a la cabeza. El de Concha García Campoy. “Ha sido ella, desde el cielo”, dijimos. Yo me fui a buscar mi mejor vino y le dije a los albañiles. “Parad la hormigonera: acaban de darme un premiazo y vamos a celebrarlo”. Y eso hicimos.

¿Es un sueño?

Sí, inalcanzable. Siempre pensé que nunca le darían un Ondas a una mujer que hace información deportiva. Y es que hubo un momento en el que ser mujer y periodista deportivo era casi incompatible y ahí fue cuando yo empecé. Pero no sólo yo. Ahí había unas cuantas pioneras. ¿Y sabes? Este Ondas no es sólo mío. Es de todas. Va por ellas.

¿Qué siente cuando le dicen que es un referente?

Es superbonito. En el hospital cuando alguien se me acercaba y me decía: “Yo me hice periodista por ti” me emocionaba. Pero también me da mucha responsabilidad. Me obliga a trabajar mejor y con más ecuanimidad.

Ecuánime... Como su Telediario. Todos los deportes.

Es mi empeño. Hacer información polideportiva. Deportes, no sólo fútbol. Y el fútbol es más que Madrid y Barça. No sé si soy una irresponsable pero yo no miro nunca el share. No creo que sea bueno hacer el menú del Telediario a golpe de audiencia en un medio público.

¿Qué es lo que más le ha gustado contar este tiempo?

Barcelona. Fue muy emotiva la medalla de Miriam Blasco. Por ser la primera de una deportista española en unos Juegos y las condiciones, 24 horas después de que se matara su entrenador en un accidente de moto que ella le había regalado... Fue durísimo. Miriam ha abierto camino. Y sigue haciéndolo... Un país que cuida y valora a sus deportistas es un país culto y de progreso. Los nuestros ahora están en un momento prodigioso y no podemos volver atrás.

¿Puede notarse la crisis?

Podemos retroceder 20 años. Es urgente no, lo siguiente, una nueva Ley del Deporte. Una Ley de mecenazgo. Que los políticos se enteren que cuidar a los deportistas es clave. Es genial que un niño quiera ser Nadal.

¿Se ha emocionado alguna vez contando el deporte?

Muchas. Yo he llorado mucho. Con Barcelona, con alguna victoria de Nadal. En Pekín, en la ceremonia inaugural, como había muchos silencios, podía llorar... Pero no me quiero quedar con uno sólo. Son muchos, todos.

¿Y con el gol de Iniesta?

Ahí sí que lloré. Estaba de baja por una operación y tuve que verlo por la tele. Me emocioné mucho. Pero no sólo en la final. Cada victoria, lloraba... Aún lo hago... (se emociona). Es que yo he vivido La Roja cuando era La Furia española. La que caía siempre en cuartos... Y ver cómo estos tíos le dieron la vuelta al concepto de equipo... La Selección empezó a tener un vestuario, no camerinos. Aquello ya lo palpé yo en Viena. Te los encontrabas, hablabas con ellos y decías: “Estos tíos van a ganar”. Lo supe. Lo vi en sus ojos, en su actitud.

30 años después de aquella noticia de balonmano, ¿qué ve si mira atrás?

Que he envejecido con luz y taquígrafos. En un momento de mi vida quise hacerlo contando información deportiva. Era mi reto. Y me he hecho mayor ante una cámara. ¡Yo tengo compañeros que se han tomado el petisuis conmigo! ¡Eran bebés y ya estaban ahí viéndome, a la Escario en el Telediario... (risas)!