OSASUNA 1 - GRANADA 2

Cátedra de El Arabi en El Sadar

El marroquí y Yebda marcaron para los andaluces al final de la primera parte. El capitán Puñal anotó el tanto con el que Osasuna recortó diferencias.

Cátedra de El Arabi en El Sadar
Antonio Gallardo
Ha ejercido como redactor en la delegación de AS Málaga desde 2005 hasta abril de 2025, cubriendo la información de Málaga CF, Unicaja, UD Almería, Granada CF y todo lo que suceda en el sur (partidos de la Selección, Copas del Rey ACB, Copa Davis…).
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La excelente inercia con que acabó la temporada pasada tira del Granada. Los hombres de Alcaraz firmaron un partido muy inteligente, gobernaron las dos áreas, el centro del campo y la pelota. Mezcla fútbol, velocidad y orden el equipo nazarí. A Mendilibar aún le queda por delante un buen puñado de deberes. Entre ellos, clonar el corazón de Puñal. Sólo su capitán opuso algo de resistencia en los locales. Sin la piel de lobo, Osasuna y El Sadar se quedan en demasiado poco. Alcaraz, mientras, esquiva las consecuencias de tener que renunciar a dos de sus jugadores franquicia: Mikel Rico, ya traspasado al Athletic, y Siqueira, en la rampa de salida.

Pero el técnico granadino tiene a Brahimi, a quien le sientan de maravilla los galones. Pina apostó fuerte por el franco-argelino y éste cada vez acapara más fútbol. Promete su sociedad con El Arabi. El marroquí parece haberle cogido el pulso a la Liga. Su talento, con y sin balón, es indiscutible. Es su bagaje goleador lo único que despierta ciertas dudas. Y anoche disipó alguna que otra. Nyom hizo de nexo entre Brahimi y El Arabi con una de sus galopadas y sirvió en bandeja al ‘9’ rojiblanco el primer gol de la temporada. Con la primera parte agonizando, Benítez colocó un exquisito centro en la cabeza de Yebda. 0-2. Osasuna, blandito y timorato, directamente no competía. El Arabi, el héroe de la noche, tuvo la puntilla nada más regresar de la caseta.

Pero Andrés Fernández metió la primera de sus dos manos milagrosas y revitalizó a los suyos. Poco después Puñal se encontró un balón en la frontal, su rugido retumbó en todo El Sadar y Osasuna recuperó parte de su vigor habitual. Pero el coraje como argumento exclusivo no suele ser suficiente. Piti estrelló en Andrés un claro penalti por mano de Oriol (no tuvo el ojo tan fino González González en una mano postrera de Iturra) y alimentó la tensión hasta el final. Pero Osasuna está para pocos alardes. Al menos por ahora.

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