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La carrera de Ancelotti (I)

A la élite con el Parma

En junio de 1996 era presentado por el presidente del Parma, Giorgio Pedraneschi. Unos años atrás, el padre de este había descubierto y fichado a Ancelotti como jugador.

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A la élite con el Parma

Junio de 1996. Ancelotti se presenta con un apretón de manos al presidente del Parma, Giorgio Pedraneschi, en lo que era una vuelta a los orígenes. En el Parma había dado sus primeros pasos como jugador, descubierto en Reggiolo por Bruno Pedraneschi, padre del presidente Giorgio con el que se presentaba como técnico aquella tarde. Venía de ascender a la Reggiana a la Serie A, pero aquel Parma significaba el salto a la élite. Era otro Parma más poderoso que el actual. Tenía las ideas muy claras como entrenador. Su adoración por Sacchi, al que había tenido como técnico en el Milán y que le había pedido como ayudante para la selección en la Eurocopa de 1996. Y primeros detalles: "Jamás modificaremos el sistema en función del rival, y siempre estaré atento a cualquier avance táctico". Y prometió y cumplió poner juntos a Zola o Crespo y Chiesa.

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Un análisis del primer Parma de Ancelotti deja claro que viró de un 4-3-3 inicial, que a menudo se convertía en las segundas partes en un 4-4-2 con una de las puntas ayudando al mediocampo, al definitivo 4-4-2. Y detalles de una gran personalidad como técnico que nunca cambiaría ya. "Soy amigo de los jugadores, pero hay que respetar ciertas reglas". Es su mandamiento número uno. Y una adoración por el Milán, con el que, como futbolista, alcanzó los mejores éxitos. "El Milán es un ejemplo, un modelo de trabajo, el emblema de la capacidad de cómo interpretar el entrenamiento. Ese es el espíritu que quiero implantar en el Parma, porque en el fútbol de hoy sólo se gana con organización. El trabajo psicológico es vital, no sólo basta con la táctica y la técnica". "Los sistemas de Milanello, y en esto tenía razón Capello, valen dos o tres puntos más en un campeonato, puntos siempre importantes...".

Todo eso lo puso Ancelotti de manifiesto en el Parma con una primera temporada impresionante. Terminó segundo, sólo superado por la Juventus, con un equipo muy equilibrado y con menos gol que el resto de poderosos, pero una defensa muy fiable con Thuram y Cannavaro en el centro. Un Parma que siempre tuvo a Brolin como ayuda al mediocampo desde la delantera, el trabajo de Dino Baggio en el medio, la movilidad de Chiesa en punta y la pegada de Hernán Crespo.

El Parma se quedó a sólo dos puntos de la Juve, se metió en Champions (sólo había dos plazas entonces) por delante de Inter, Lazio, Milán o Roma y humilló a rivales como la Sampdoria de Eriksson o el Milán del maestro Sacchi, el adorado por Ancelotti. Y además hizo debutar a Buffon, que no es poco. Justo en un partido ante el propio Milán de Sacchi. Sin un futbolista muy creativo en el medio apostó por Dino Baggio y Sensini acompañándole, pero jamás renunció a los dos puntas. Equilibrio y éxito. Nunca el Parma repitió una clasificación así y de una manera tan solvente.

En la segunda temporada el equipo bajó el nivel, sin fichajes de importancia y con la carga de la Champions, en la que el Parma fue segundo en un grupo que ganaría el Borussia Dortmund. Mientras el Madrid de Heynckes se encaminaba hacia la Séptima, el Parma de Ancelotti terminó quinto, con más problemas defensivos que la temporada anterior y sin un goleador consolidado, ni Crespo con sus doce goles llegó al nivel esperado. Fue un pequeño paso atrás, pero su trabajo ya había dejado huella.