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El fútbol en Israel y Palestina

Palestina: hay fútbol al otro lado del muro que la separa de Israel

El muro que separa Gaza y Cisjordania del resto de Israel fue levantado en 2005, tras la Segunda Intifada, y tiene más de cien kilómetros de largo por hasta ocho metros de alto.
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Los niños posan con La Roja cerca de Al Khader.
Morenatti

Salim vive en Jerusalén, en la parte árabe. Antes de atravesar el check point de Belén nos avisa de que tengamos los pasaportes a mano y seamos discretos. Es el guía. Su ayuda será fundamental para descubrir más cosas sobre el fútbol palestino, aquel que sí reconoce la FIFA desde 1998 pero que se desarrolla de manera silenciosa detrás del polémico muro que separa Gaza y Cisjordania del resto de Israel.

Este mastodóntico muro fue levantado en 2005, después de la Segunda Intifada, y tiene más de cien kilómetros de largo por hasta ocho metros de alto. Según el gobierno israelí, es la forma de evitar atentados de terroristas provenientes de dichas zonas. Difícil pensar que a pocos kilómetros se pueda estar disputando una Eurocopa Sub-21 con sus lujos y modernidades. Pero así es. Y no deja de llamar la atención.

Liga de 16. En las cercanías del muro hay campos de refugiados en los que se vive el fútbol con pasión. Es el caso de Aida Camp o de Deheise Camp. Se habla mucho de la liga española, del Madrid y del Barça, de Cristiano y de Messi, pero también de la liga palestina. Porque hay una liga palestina. O mejor dicho, una liga en Cisjordania y otra en Gaza, pues es casi imposible que los equipos de una región puedan viajar a la otra para enfrentarse entre sí. La cisjordana cuenta con 16 equipos.

Las condiciones de vida en Territorio Palestino son modestas. La economía se sustenta en la agricultura y el trueque, el salario medio es de 500 euros y no hay agua cuatro días a la semana. Nada que ver con una urbe ultramoderna como Tel Aviv, a sólo 50 kilómetros de distancia física pero a casi el doble de distancia en el tiempo.

Los grandes nombres futbolísticos resultan conocidos en el estadio Al Khader, junto al que varios niños montan un partidillo y demuestran sus habilidades ante la poco habitual presencia foránea. Más genuino incluso es dejar Belén y adentrarse en Ramallah. El check point de Kalandia separa mucho más que dos maneras de pensar. En este punto es frecuente que los viernes y sábados se produzcan revueltas y hasta tiroteos. Los militares israelíes vigilan fuertemente armados desde las torretas, los palestinos cogen el testigo cuando la caravana avanza con lentitud.

Allí mismo, con una pintada de Arafat en el muro de fondo, con los puestos de mando israelíes ennegrecidos y deteriorados por los ataques, se respira fútbol. Los niños juegan con su balón, ajenos al contexto que les rodea, felices por perseguir una pelota y nada más. Cerca, en Al Mari Camp, los refugiados montaron en su día un equipo que disputa la liga local. También hay porterías en Azza Camp.

Más vanguardista es el flamante y nuevo estadio Faisal Al-Husseini, sede de los partidos de la selección y de la federación palestina. "No son de la CIA", tranquiliza en tono jocoso Samil a los empleados cuando se muestran reacios a abrirnos las puertas. Y es que sí, hay fútbol en Palestina. Fútbol callejero y moderno. De los dos. No habría muro en el mundo capaz de conseguir lo contrario.