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VALLADOLID 0 - CELTA 2

El Celta gana en Valladolid y llega vivo a la última jornada

Cabral e Iago Aspas dan la victoria a los vigueses. Las derrotas del Dépor y Zaragoza hacen soñar al equipo gallego con la posibilidad de permanecer en Primera un año más.

ValladolidActualizado a
La afición del Celta celebra la victoria de su equipo en Valladolid.
MARCOS YLLANA

El Celta de Vigo todavía tiene vida, puede soñar una semana más con la permanencia, aunque dependerá de otros resultados. Debe ganar al Espanyol en Balaídos y esperar. Ayer en Zorrilla se llevó el partido porque fue el único equipo que quiso ganar, que tuvo intensidad y que buscó los tres puntos frente a un Valladolid plano, desaparecido, desconocido e insultantemente indolente. Sea porque la gasolina ya está en reserva o porque los de Djukic ya carecen de la necesaria tensión competitiva tras haberse salvado con antelación, lo cierto es que los blanquivioletas hicieron un papelón ayer.

Fue el equipo de Abel Resino el que salió con la idea de ganar el partido. Era lo único que le valía para no irse a segunda directamente. Con ese planteamiento, los vigueses tuvieron más balón y buscaron a Jaime de la mano, sobre todo, de Iago Aspas. Augusto y Alex López pudieron marcar antes, pero fue Cabral el que adelantó a los suyos después de una larga jugada en la que Krohn-Dehli centró, Augusto prolongó con la cabeza y Cabral remató, de nuevo, con la testa al fondo de las mallas. El Valladolid pareció querer reaccionar de la mano de Rukavina, uno de los más activos en los blanquivioletas, y tanto Ebert como Rubio probaron sin fortuna a Varas. Precisamente el meta del Celta sufrió la jugada desafortunada del partido cuando en la caída tras un choque con Larsson se lesionó el codo y tuvo que ser sustituido por un jugador de 17 años, Rubén Blanco, que en su primera intervención sacó un mano a mano con Manucho antes del descanso.

En la segunda parte, el Valladolid volvió a salir dormido y Aspas pudo batir a Jaime en una jugada en la que se volvió a plantar solo ante el meta, pero éste despejó. No pudo hacer nada, sin embargo, el cancerbero de Valdepeñas en el penalti posterior. El balón le chocó involuntariamente a Valiente en la mano y Estradas Fernández pitó pena máxima que convirtió el 10 celtiña. El partido pareció decidido y roto. El Celta controlaba y miraba de reojo otros resultados y el Valladolid no lograba ser el equipo que ha sido. La entrada de Bueno mejoró un poco a su equipo y los blanquivioletas se encontraron con varias ocasiones de Ebert, Víctor Pérez y Rukavina, pero Rubén Blanco se lució sacando matrícula en su primer encuentro en Primera. También el Celta pudo sentenciar en numerosas ocasiones por mediación de Bellvis, Aspas y un gol fantasma de Krohn Dehli, pero el resultado ya no se movió para deleite del millar de hinchas ilívicos que ahora ven como la puerta de la esperanza se les abre, al menos, una semana más, mientras que el Valladolid ya está de vacaciones.